National Geographic
Si pudiéramos verla desde afuera, nuestra galaxia no sería un disco plano, sino que se parecería más a un huevo pasado por agua que se desliza por una cuchara ranurada.
En lugar de ser plano como un Frisbee, el disco lleno de estrellas de la Vía Láctea está torcido y deformado, según un nuevo mapa tridimensional de nuestra galaxia. Si se la observa desde un costado, los brazos espirales que rodean el abultado núcleo de nuestra galaxia se parecerían a un disco doblado en forma de S, o a un huevo pasado por agua que suavemente se desliza desde una cuchara ranurada.
“El torcimiento de la galaxia es tan pronunciado… si pudiéramos ver nuestra galaxia desde un costado, lo veríamos claramente”, dice Dorota Skowron de la Universidad de Varsovia, cuyo equipo informa los resultados hoy en la revista Science.
Formado con miles de estrellas rítmicamente pulsantes, el nuevo mapa se encuentra entre las representaciones más detalladas de nuestra galaxia natal hasta la fecha, y es compatible con trabajos previos que sugieren de manera similar que la Vía Láctea se dobló. En el camino, Skowron y sus colegas también descubrieron evidencia de recientes estallidos de formación estelar en nuestro vecindario galáctico.
“Podemos ver con nuestros propios ojos, y dentro de nuestra propia galaxia, que la formación de estrellas no es un proceso constante, sino que está ocurriendo en explosiones”, dice ella.
Cordón galáctico
Con una extensión de unos 120.000 años luz de punta a punta, la Vía Láctea es lo que se conoce como una galaxia espiral. Cuatro brazos grandes giran alrededor de su núcleo, con nuestro sol estacionado a lo largo de un brazo menor a unos 26.000 años luz del centro.
El disco de estrellas y de gas de la galaxia es mayormente delgado y plano hacia el centro. Pero aproximadamente a la distancia del sol desde el núcleo, la galaxia comienza a doblarse, flexionándose hacia arriba en una dirección y hundiéndose en la otra.
Cerca de los bordes, se desaliña un poco: el disco se ensancha, expandiéndose a lo ancho de 500 años luz a más de 3.000 años luz y el torcimiento es aún más prominente, con estrellas que viven hasta 5.000 años luz arriba o abajo del plano galáctico.
“Creemos que la deformación puede haber sido causada por interacciones con galaxias satélite”, dice Skowron, y señala que la Vía Láctea hoy está rodeada por un enjambre de galaxias enanas. “Otras ideas apuntan a interacciones con un gas intergaláctico o materia oscura”, dice, haciendo referencia a las cosas invisibles que se cree que constituyen el 85 por ciento de la materia en el universo.
Encontrar una galaxia espiral deformada no es nada inusual. Los astrónomos han observado numerosas galaxias deformadas entre las espirales que podemos ver con borde y el conglomerado estelar de al lado, una galaxia espiral gigante llamada Andrómeda que es una hermana igualmente retorcida. Pero como estamos estacionados dentro de la Vía Láctea, es mucho más difícil ver la estructura a gran escala de nuestra propia galaxia.
Idea brillante
Skowron y sus colegas mapearon la Vía Láctea en tres dimensiones usando 2.431 estrellas variables cefeidas clásicas.
A veces brillando miles de veces más que nuestro sol, las variables cefeidas se iluminan y se atenúan rítmicamente con un período estrechamente relacionado con su brillo intrínseco. Al monitorear esos pulsos, los astrónomos pueden determinar exactamente qué tan brillantes deberían ser estas estrellas, y luego usar ese brillo intrínseco para calcular distancias precisas, una relación que la astrónoma Henrietta Swann Leavitt del Harvard College determinó por primera vez en 1912.
Durante años, Skowron y su equipo observaron a estas grandes y jóvenes estrellas pulsar periódicamente, incluso monitoreando las que están en los límites de nuestra galaxia, utilizando el instrumento OGLE, que está montado en un telescopio en Chile, junto con varios otros telescopios. Y cuando Skowron y sus colegas trazaron las distancias precisas a sus 2.431 estrellas, el mapa galáctico tridimensional resultante se curvó de manera intrigante.
“Las estructuras están bien mapeadas, con distancias precisas”, dice Annie Robin del Observatorio de Besancon en Francia, quien ha hecho mapas similares utilizando información sobre cómo se distribuye el gas y se mueve a través del disco galáctico.
“Esto es claramente compatible con el mapa de gases”, dice ella.
Explosiones de estrellas
Skowron y sus colegas también identificaron grupos de cefeidas que recientemente habían surgido, cósmicamente hablando. El equipo identificó tres parches discretos de estrellas, con edades que abarcan de 20 millones a 260 millones de años, que se distribuyen estrechamente a lo largo de varios de los brazos espirales de la Vía Láctea.
Por el contrario, las estrellas más antiguas conocidas en la Vía Láctea tienen entre 10 y 13 mil millones de años.
No está exactamente claro qué podría haber desencadenado estallidos recientes de formación estelar en una galaxia que ahora solo produce un puñado de estrellas por año. Robin señala que las regiones de mayor densidad que se mueven lentamente pueden comprimir el gas y el polvo en las nubes interestelares, provocando la formación de estrellas, mientras que Skowron sugiere que una interacción reciente con una galaxia enana pasante podría ser la culpable.
“Tenemos que recordar que las cefeidas [como grupo] son relativamente jóvenes”, dice Skowron. “Esto significa que podemos usar las cefeidas para estudiar solo la historia relativamente reciente de nuestra galaxia… por lo que aún queda mucho por descubrir sobre la historia anterior de la Vía Láctea”.
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