¡Tributo a un grande! Pericos retira el número 9 de Ronnie Camacho

El Sol de Puebla

Al lado de su compañera toda la vida disfrutó uno de los momentos más importantes en su prolongada carrera dentro del béisbol

Ronnie Camacho no se cambiaba por nada. Estaba más que feliz.

Al lado de su compañera toda la vida disfrutó uno de los momentos más importantes en su prolongada carrera dentro del béisbol.

Su entrada fue impresionante, acompañado de su esposa, en un Rolls Royce que salió desde el jardín derecho hasta hacer el recorrido por los jardines y entrar al plato por el lado de tercera donde lo esperaban ya José Miguel Bejos y el “Chato” López.

Invitó a su paisano César Tapia –hoy con Monclova- y a la “Chispa” Gastélum para acompañarlo en la loma de pitcheo y hacer el lanzamiento de la primera bola.

Un Ronnie que un día antes visitó el estadio Zaragoza, al que vio desde las afueras, y recordó aquel tablazo de más de 500 pies que se fue a proyectar en un anuncio con la imagen de Díaz Ordaz que se ubicaba en lo más lejos del jardín izquierdo.

“Fue contra Diablos y contra el zurdo Alfredo Ortiz. El más feliz era “Jiqui” Moreno, y Víctor Sáiz, el ampayer que estaba detrás del home me dijo al llegar al plato: “carajo Ronnie que clase de ma… acabas de conectar. Ahora pisa bien el home porque si no te marco out y se queda en triple”, recordó sonriendo.

“Si Ruth construyó el Yankee Stadium, este lo construí yo”, dice Ronnie en broma señalando el Olímpico Ignacio Zaragoza.

Ya en la quinta entrada se trasladó a la zona de derecho y central donde acompañado de su compañera de toda la vida, doña Blanca Sosa con quien se casó en 1962 y procreó dos hijos, ambos profesionistas, debajo de la pizarra retro, develaba el número 09 que portó a lo largo de nueve campañas con los Pericos de Puebla.

Ironías o no de la vida. Un número 9 que quedó a un lado del 21, y no precisamente de su compañero de andanzas en diferentes equipos, y con el que en los Pericos formó la mancuerna de los Camacho de la Destrucción.

No es el 21 de Moi, es el 21 del más grande, Héctor Espino, su rival de batazos, y el que curiosamente un año después de que impuso esa marca de 39 jonrones en 9163, le rompió el récord disparando 46 en 1964 con los Sultanes de Monterrey.

“Espino era grande”, dice Ronnie reconociendo su calidad.

Un Ronnie al que minutos antes de treparse a la loma y ver su número aparecer en un círculo que asemeja una pelota de las que desforró 317 veces en su carrera, recibió la cédula de Visitante Distinguido en el mismo Hermanos Serdán, que registró un llenazo para aplaudir a unjo de los grandes ídolos de la afición poblana en la década de los 60.

Fue un día de fiesta, el día de Ronnie, el día de la afición y el día de los Pericos.

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Categorías