De dos a tres caídas, el debate de Puebla

Por Redes Sociales

La antesala de las votaciones extraordinarias del próximo 2 de junio en Puebla, se convirtió en un ring donde predominaron la confrontación y las descalificaciones y, donde las apuestas fueron acertadas.

Primer Caída

A lo largo del debate entre los candidatos al gobierno de Puebla, Luis Miguel Barbosa se encargó de dar los primeros golpes bajos a sus contrincantes al asegurar que ya venían derrotados.

Incluso, sin mediar golpe alguno del adversario a vencer, los aspirantes se tambalearon.

Eso fue evidente, por ejemplo, cuando el priista Alberto Jiménez Merino tuvo que rectificar sobre su postura en torno al programa Beca un Niño Indígena.

La moderadora Patricia Estrada lo cuestionó sobre si seguiría impulsando dicho programa, a lo que Jiménez Merino no dudó en afirmar que lo haría porque él pudo estudiar en su infancia gracias a una beca de este tipo.

Pero cuando la moderadora le aclaró que dicho programa había sido creado por la extinta gobernadora Martha Erika Alonso, el candidato marinista tuvo que corregir al señalar que lo revisaría.

Durante la pelea, el candidato del PRI, Alberto Jiménez Merino, fue tibio en sus planteamientos y titubeante en sus señalamientos. Pensó lastimar a Barbosa sacando una fotografía donde aparecía junto al ex gobernador Rafael Moreno Valle.

Pero ese fue el preludio del último golpe que lo dejó prácticamente noqueado, cuando Barbosa le pidió revelar la ubicación de Mario Marín.

“Al candidato del PRI que viene derrotado, que vaya a la autoridad y diga dónde está escondido Mario Marín”, dijo Barbosa.

Fue entonces cuando Jiménez Merino se dio por vencido al negarse incluso a aprovechar el tiempo de réplica para exponer su plataforma, pese a la insistencia de la moderadora Patricia Estrada.

Segunda Caída

Luis Miguel Barbosa también acorraló al candidato panista, Enrique Cárdenas, en varios momentos. Lo señaló de ser “fifí”, “una fichita”, “un candidato flojo”, “un hombre millonario que contrasta con la modestia de los investigadores” y lo acusó constantemente de “omitir propiedades en su declaración”.

Cárdenas, lejos de aclarar estos señalamientos se limitó a asegurar que su nivel de vida es producto de los ingresos que ha obtenido a lo largo de su trayectoria académica e intentó ser desafiante al exhibir una fotografía de la casa que Barbosa adquirió en Coyoacán, en la Ciudad de México.

Ofreció incluso intercambiar su hotel en Cholula por esta propiedad, pero el candidato de Morena le aclaró que esto no sería posible porque aún la sigue pagando.

Inseguro, poco preciso en sus golpes y con un tic nervioso, Cárdenas intentó dañar a su adversario con viejas críticas sobre su estado de salud, sus bienes y la supuesta desconfianza de Andrés Manuel López Obrador hacia el ex senador.

Pero no pudo reponerse ni aclarar de una vez por todas el origen de sus recursos y pidió esquina al expresar: “Me retiro de la candidatura si estoy diciendo mentiras”.

Entre golpe y golpe, Barbosa se dio tiempo para exponer sus propuestas y conectar con el electorado con cierto romanticismo al señalar: “Encontré el amor de mi vida con la pareja de mi vida, con Rosario. Soy un hombre que entiende la felicidad como un equilibrio entre vivir y la naturaleza”.

Cuando llegó el campanazo final ya había un claro ganador, aunque no se cumplió el propósito del espectáculo pues los pocos espectadores que lo siguieron en vivo no pudieron contrastar las propuestas que deberán hacer frente a las otras batallas: la de la inseguridad, los feminicidios, el huachicoleo y la crisis ambiental, entre otras.

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