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Su muerte tuvo que ser aterradora. Hace 500 años, un grupo de aliados del conquistador español Hernán Cortés fue capturado por indígenas acolhuas, quienes los sometieron a brutales sacrificios.
Hace cuatro años, un grupos de arqueólogos mexicanos halló los restos óseos de estas personas, quienes habían sido raptadas en lo que hoy es el sitio arqueológico de Zultépec-Tecoaque, en la región de Tlaxcala.
Los tlaxcaltecas han pasado a la historia por ser un pueblo aliado de Cortés y enemigos de los mexica (aztecas).
Ahora, a 500 años del desembarco de Hernán Cortés, los investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) revelan más detalles de estos sacrificios de los que fueron víctimas hombres, mujeres embarazadas y niños de diversos orígenes.
El análisis de los restos humanos y miles de piezas arqueológicas les permitió concluir que entre el 24 de junio de 1520 y durante seis meses, indígenas acolhuas capturaron a cerca de 350 seguidores de Cortés y seleccionaron a varios de ellos para sacrificarlos en sus rituales.
Según Enrique Martínez Vargas, arqueólogo del INAH, estos prisioneros no fueron llevados a Tenochtitlán, capital del imperio azteca, para que sirvieran de advertencia a los tlaxcaltecas que se unían a Cortés.
La evidencia ósea mostró que entre los aliados de Cortés había hombres y mujeres europeos, pero también indígenas taínos de las Antillas, indígenas tlaxcaltecas, totonacos y mayas, mestizos, mulatos (hijos de blanco y negra) y zambos (hijos de negro e indígena).
La caravana que acompañaba al conquistador también llevaba caballos, vacas, borregos, cabras, burros y perros.
Además, acarreaban cerdos, que no usaron como alimento sino como ofrenda.
Uno de los hallazgos que causa interés es el tzompantli o muro de los cráneos, del que también se revelaron nuevos datos.
Los arqueólogos recrearon la forma en la que se habían ubicado hileras empalizadas con 14 cráneos de prisioneros, organizados en parejas de hombre-mujer.
Las mujeres sacrificadas en el tzompantli estaban embarazadas.
Según explica Martínez, los tzompantli se construían con cráneos de guerreros y en la cosmogonía mesoamericana, las mujeres muertas en el parto eran consideradas guerreras
En otro de los entierros se halló un guerrero tabasqueño, a quien le fue ofrendado un español que fue quemado y desmembrado.
Según los investigadores, estos sacrificios eran rituales que recreaban mitos de la creación.
En otro de los sacrificios se encontró a un guerrero, una mujer con el cuerpo cortado en dos y un niño desmembrado.
A los pies del guerrero se hallaron “huesos trofeo”, pertenecientes a cuatro personas diferentes.
Los investigadores afirman que los restos de algunos españoles también fueron ingeridos en actos rituales, por lo cual la zona se conoció como Tecoaque, que significa “Donde se los comieron”.
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