En el Laboratorio de Óptica talleres construyen microscopios a partir de reciclar celulares

Rossi A. G.

La idea es que maestros y alumnos puedan crear un instrumento funcional a bajo costo

Un universo de microorganismos está más cerca de lo que se puede imaginar. ¿Cómo acercar este vasto conocimiento y despertar el interés científico entre estudiantes del nivel medio superior? Del Laboratorio de Óptica, de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas (FCFM) de la BUAP, surgió una respuesta creativa e innovadora.

Junto con sus estudiantes, el doctor Alberto Cordero Dávila tuvo la idea de fabricar un microscopio a partir de materiales reciclados como la cámara de un celular, un trozo de madera y un acrílico, lo que representa un gasto no mayor a 100 pesos, contra 8 mil que cuesta un instrumento de esta naturaleza.

Tras comprobar su funcionalidad, Cordero Dávila, un entusiasta de la ciencia, buscó extender este proyecto en beneficio de otras instituciones. Fue así como a través de talleres inició la capacitación a profesores de nivel medio superior para crear su propio microscopio y replicar este conocimiento entre sus estudiantes.

Hasta el momento se han impartido tres talleres, dos en secundarias técnicas del municipio de Atlixco y el último, en colaboración con la Secretaría de Educación Pública, en el Laboratorio de Óptica de la FCFM, adonde asistieron más de 30 profesores de la ciudad de Puebla y del interior del estado, quienes imparten asignaturas como Física, Química, Biología y Matemáticas en los planteles del Colegio de Bachilleres del Estado de Puebla (COBAEP).

Para replicar la ciencia en las aulas

Son las 10 de la mañana y docentes de Tlatlauquitepec, San Martín Texmelucan, Chachapa, Izúcar de Matamoros y Puebla están reunidos con el doctor Cordero y sus estudiantes para iniciar con una explicación sobre el funcionamiento de un microscopio. Las dudas y respuestas no se hacen esperar, pero una vez aclarados los objetivos, el experimento inicia en el Taller de Óptica en instalaciones de la BUAP.

En mesas de trabajo, cuatro, cinco y hasta seis profesores repasan sus materiales: un rectángulo de madera no mayor a 15 centímetros, un acrílico de la misma medida, un celular con cámara, pinzas, tornillos y una película reflejante, son parte de las herramientas para acceder a un mundo diminuto.

Algunos profesores se muestran incrédulos al inicio, pero el doctor Cordero Dávila instruye y corrige. Observa cómo trabajan los profesores y su entusiasmo contagia a todos.

Alrededor de las 13:00 horas el microscopio está terminado y las sonrisas emergen. Aquellos que se mostraban reticentes vuelven a confiar, ahora ansiosos esperan llevar lo que aprendieron a sus estudiantes.

Cómo armar un microscopio

Jair Meneses Mijares es alumno del décimo semestre de Física Aplicada en esta Universidad. La idea de crear un microscopio a partir de la cámara de un celular surgió hace un año en la clase del doctor Cordero.

“Él nos pidió que desarmáramos un celular y sacáramos la lente pues tenía la idea de usarla como una super lupa (…) Así surgió el primer microscopio que hicimos y todo esto lo quiso replicar para las escuelas secundarias”, recuerda el estudiante de la FCFM.

Meneses Mijares explica que la lente del celular viene con un detector, el cual se desenrosca para obtener un conjunto de lentes diseñadas para eliminar cualquier defecto que provoca la lente convencional. Ya desarmada se fija sobre la placa inferior, que sirve de soporte.

Posteriormente se le ajustan cuatro tornillos con resortes, los cuales sirven para alinear las dos placas, de acrílico y madera. En la superior se pone además una tuerca conocida como cople hexagonal para enfocar la muestra.

Para terminar, en la placa inferior se hace una diagonal a 45 grados y sobre ella se instala un material conocido como mylar, el cual refleja la luz hacia la lente y así se consigue iluminar lo que se espera observar, ya sea acercando el ojo o bien colocando encima otro celular si es que se quiere tomar fotografía o video.

Con un tinte azul de metileno se tiñe la piel de una cebolla, las células son visibles, al igual que los espermatozoides, o los microbios de una gota de agua sucia. Los detalles del ala de una mosca son nuevas oportunidades para revelar información de un objeto tan pequeño.

Así funciona el microscopio del Laboratorio de Óptica de la FCFM, un proyecto que se suma a otras iniciativas exitosas como el programa Del Aula al Universo, que ha dotado de telescopios a más de 600 escuelas de varios estados de la República Mexicana y capacitado a más de 5 mil aficionados en astronomía.

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