Indigenismo, segregación y pobreza

Ricardo Homs 

El indigenismo ha sido un bumerang desde tiempos del presidente Luís Echeverría, cuando se intentó imponerlo como una política de estado.

El presidente López Obrador retoma este tema y ha anunciado la creación del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas, (INAPI).

“Vamos a respetar tradiciones, costumbres y organización social. Esto va a ayudar mucho para sacar de la pobreza, el abandono y la marginación a millones de mexicanos”. Dijo el presidente López Obrador. Sin embargo, a veces las mejores intenciones pueden detonar grandes males.

El indigenismo generalmente se ha asociado a “usos y costumbres”, como si ese modelo fuese una forma de resarcir derechos sociales a las comunidades indígenas. Esa es la peor trampa y la razón de la marginación y la pobreza.

Usos y costumbres significa entregar el control de comunidades indígenas a los caciques locales, quienes los explotan y los mantienen en la pobreza, bajo la protección jurídica del Estado Mexicano, que les garantiza autonomía política, social y gubernamental.

La justicia bajo el sistema de “usos y costumbres” representa el uso del poder autoritario.

Bajo la expectativa de la conservación del legado indígena se condena a esas comunidades a la marginación y se les mantiene excluidas del desarrollo y las oportunidades de acceder a los beneficios de buena calidad de vida, de la salud y las comodidades del mundo moderno, bajo la premisa de que no se contamine su estilo de vida y con ello no pierdan su identidad autóctona.

Usos y costumbres significa seguir permitiendo que las mujeres se casen siendo casi unas niñas, a través de matrimonios arreglados por los padres. Que a los indígenas en algunas comunidades alejadas se les impida ser atendidos en hospitales, para que sean tratados según las tradiciones de los curanderos, con su sabiduría antigua y valiosa seguramente, pero sin la seguridad y los avances de la medicina moderna.

Significa permitir que sigan bajo el yugo justiciero de sus caciques y no por las leyes que nos rigen a todos los mexicanos, sino las suyas. Eso es segregación y discriminación y por tanto, un atentado colectivo a sus derechos humanos. Significa que el Estado Mexicano renuncia a su obligación de hacer valer la Constitución y en contraste permite feudos soberanos.

Lo mejor que podemos hacer por los indígenas es buscar integrarlos a las oportunidades de desarrollo, para que tengan mejor calidad de vida, mayor salud y oportunidades de vivir como lo deseen.

¿Qué habría sido de Benito Juárez García, indígena zapoteco de Guelatao, si no hubiese tenido la oportunidad de abandonar su pueblo para estudiar en leyes en la Ciudad de Oaxaca y convertirse en abogado e iniciar una carrera política que le llevó a la presidencia de México?. Los mexicanos nos habríamos privado de recibir un importante legado jurídico que él nos dejó.

Varios de los exitosos pintores oaxaqueños, de origen indígena, han estado exponiendo en importantes galerías de arte de Estados Unidos y Europa. ¿Qué habría sido de ellos si no hubiesen salido a estudiar en la famosa Academia de San Carlos o en La Esmeralda?

El reconocido talento musical de muchísimos niños indígenas oaxaqueños está en espera de ser educado sin limitaciones

Si el indigenismo representa un trato especial y diferenciado, más que una ayuda, terminará siendo un trato discriminatorio respecto al resto de los mexicanos, que segregará y marginará a las etnias, bajo el supuesto beneficio de la preservación de un legado cultural. Esto es un precio demasiado alto.

La segregación, que implica un trato diferenciado a las etnias, es lo opuesto a la integración, que es lo que necesitan para obtener los beneficios de ser mexicanos.

El mayor homenaje al legado cultural de nuestro pasado histórico sería una política de rescate y difusión, como parte de nuestra memoria histórica, para que todos los mexicanos nos sintamos orgullosos de ese pasado histórico, pero sin que ellos queden relegados y olvidados para el resto del país, que es lo que han provocado las políticas indigenistas tradicionales.

Apoyar su proceso de integración con más escuelas que les enseñen el idioma español, para que ningún indígena termine siendo procesado, como hasta hoy ha sucedido, acusados de algún delito y sin poder defenderse por no conocer el idioma oficial de este país, que es el castellano.

Si el indigenismo representa la integración social, cultural y política de los pueblos indígenas al resto del país, para que tengan las mismas oportunidades de desarrollo que todos nosotros, bienvenida esta política, pero si representa reforzar la segregación y relegarlos a seguir bajo los patrones sociales y políticos de usos y costumbres, debemos levantar la voz.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Categorías