Los simbolismos del nuevo contexto político

Ricardo Homs

El magno evento realizado por el presidente López Obrador en el zócalo de la Ciudad de México la tarde del pasado sábado primero de septiembre, es muy revelador de lo que es el ADN de esta nueva administración sexenal.

El extraordinario manejo de los simbolismos y sus profundos significados emocionales e inconscientes, para un pueblo desde siempre lastimado por una clase política insensible y gandalla, que hoy tiene grandes esperanzas de que todo cambie a su favor y la fe de que él, desde la presidencia es la única persona que lo puede lograr, nos revela el efectivo liderazgo personal que ejerce de forma seductora el presidente López Obrador. Esto es muy importante pues le da cercanía con la gente del pueblo.

La entrega y recepción del bastón de mando realizado a la usanza indígena, marca un referente de la autoridad y el poder con un toque casi místico.

Sin embargo, también puede generarle grandes riesgos si este manejo simbólico no se administra con eficiencia y no se delimita.

De entrada, este manejo simbólico de poder puede generar una relación paternalista, donde el ciudadano de a pie puede suponer que él posee una varita mágica como la de Harry Potter y hacer que el mundo se rinda a sus pies. Puede generar una relación de dependencia altamente peligrosa, pues si él representa el ser todopoderoso protector y además, proveedor, sin que la gente ponga su esfuerzo para merecerlo, pronto estará en grandes problemas.

Sin embargo, para cumplir las expectativas del país necesita generar confianza en toda la infraestructura productiva de México y del mundo y convertirla en su aliada.

Es una fantasía decir que el gobierno genera empleos; más bien debe convertirse en un facilitador para que estos se creen, pues quien los ofrece y los paga es la iniciativa privada.

El dinero del gobierno procede de los impuestos que paga toda la infraestructura productiva.

Las empresas, los empresarios de todos los tamaños y hasta el más modesto trabajador, que con sus pequeñas aportaciones construye la riqueza de este país, son los que proporcionan los recursos que distribuye el gobierno.

El gobierno es un administrador y redistribuidor de recursos, no el generador de ellos. En la medida en que el presidente quiera transmitir este mensaje al pueblo, se estará blindando ante los riesgos de frustración y desencanto que pueden surgir en los próximos meses si no se cumple con la inmediatez casi mágica con que la gente espera los cambios prometidos por la “cuarta transformación”.

No hay nada más peligroso que las expectativas no cubiertas en forma y fondo como las espera el beneficiario. En la misma medida de la magnitud de la esperanza, se da en sentido inverso el fenómeno de la frustración que puede llegar a sentir la persona, lo cual puede incluso generar un sentimiento de traición a las promesas. Los grandes rompimientos que crean hecatombe, siempre se derivan de grandes esperanzas sustentadas en grandes promesas.

Por tanto, para cumplir sus promesas, este gobierno debe cuidar “a la gallina de los huevos de oro” que es la que le debe dar los recursos para cumplir sus promesas en tiempo récord.

Debe estimular la inversión y para ello debe generar un entorno de confianza y certeza que estimulen la credibilidad.

A partir de hoy cada palabra que diga y cada gesto que tenga será analizado por la comunidad financiera, no sólo de México, sino también del exterior y sus significados definirán su interés en invertir, lo cual es fundamental para generar la bonanza económica que le permita cumplir sus promesas.

Debe cuidar a la gallina, alimentarla física y emocionalmente y apapacharla para que produzca mucho y con rapidez. Este es quizá el reto más importante que tiene enfrente el presidente López Obrador para los próximos meses.

La comunicación del presidente, en palabra y acciones, hoy debe ser muy cautelosa, estudiada y profesional, con conciencia de que el impacto ya no es solo el del pueblo, sino que repercute en quienes deben ser sus aliados para cumplir sus promesas.

La espontaneidad y emocionalidad con que se comunicaba con la gente hizo de él un gran candidato. La racionalidad con que se comunique con todos los sectores a partir de hoy, será fundamental para que se convierta en un gran presidente.

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