Por Ricardo Homs
Realmente hay una crisis humanitaria en el fenómeno migrante de Latinoamérica. Son la pobreza y la inseguridad las que estimulan este fenómeno de movilidad. Sin embargo, no hemos dimensionado el grave problema social y económico que vendrá sobre nuestro país si se pretende enfrenarlo con soluciones simplistas. Así no podremos resolverlo, pero lo peor, es que si no hay solución correcta hoy, cuando nos demos cuenta habremos desperdiciado tiempo y será difícil rescatar lo perdido.
El problema migrante será el problema de nuestro país para los próximos años. Nos vamos a convertir en el embudo de Centroamérica y ya no en una estación de paso en su camino hacia Estados Unidos, como ha sucedido hasta ahora.
El otorgar visas de trabajo, como lo ofreció generosamente el presidente electo, equivale a una aspirina para un enfermo de un cáncer incipiente: enmascara el problema mientras se agrava.
Es más, las visas de trabajo estimularán la llegada de más migrantes.
Sin embargo, el gobierno no es el generador de empleos, sino lo es el sector empresarial… ¿entonces qué sucederá?.
¿Qué tipo de mano de obra nos llegará?… ¿Calificada?. Seguramente que no, aunque posiblemente llegue uno que otro con capacitación.
Lo determinante de este asunto es que no podemos ofrecer los empleos que durante años no hemos podido dar a nuestros propios connacionales.
Llegará gente desesperada y no alcanzarán los empleos, en un país que hoy no ha sido capaz de generar oportunidades para su gente de hoy.
Mr. Trump ya nos puso en calidad de “tapón” y este fenómeno migratorio, manejado por él catastróficamente ante el Congreso de Estados Unidos, ahora sí logrará obtener el ansiado muro fronterizo que prometió, aunque lo pague su país.
Para que México no se convierta en el que paga la cuenta de un problema ajeno, se requieren soluciones estratégicas y no simplemente humanitarias, aunque sin embargo, debemos reconocer que definitivamente en el plazo inmediato son absolutamente necesarias.
Esta es una crisis cuya solución no debe afrontar México de modo solitario, mientras los gobiernos de los países de donde vienen los migrantes no aportan nada. El siguiente éxodo hacia México sin duda será de nicaragüenses, que huirán de la debacle generada por el presidente Ortega, que al igual que Nicolás Maduro, quieren mantenerse en el poder aún a costa de que colapse su país.
Este es un problema regional y como tal debe afrontarse, incluso con la muy importante participación de Estados Unidos como obligado solidario, a quien seguramente no le convendrá tener una frontera convertida en polvorín.
Como región se requiere un magno proyecto de inversión productiva para generar en Centroamérica empleos, que en un inicio permitan solucionar las necesidades básicas de quienes están en la sobrevivencia y ¿por qué no?… después garantizar una calidad de vida digna. El reto es
ofrecer empleos en su país de origen y así frenar la migración, además de contener el crecimiento de los cárteles que generan inseguridad.
Se requiere un magno proyecto de inversión norteamericana, china o de donde sea, para crear maquiladoras en Centroamérica y el sur de México,
Quizá convenga que nuestro presidente electo, apenas tome posesión del cargo, cite a todos los presidentes de los países de Centroamérica, aquí en México para que hagan un frente común para negociar con el gobierno norteamericano y si este se cierra y no garantiza la solución esperada, voltear hacia donde pueda llegar la ansiada inversión. ¿La Unión Europea no se dejará seducir por la oferta de mano de obra barata y aceptaría invertir?.
No se trata de obtener dádivas del gobierno norteamericano, sino estimular la inversión que genere oportunidades laborales efectivas y no simuladas. Significa un cambio de estrategia norteamericana, cejando de lado el proteccionismo que ha impuesto Mr Trump para ofrecer los empleos que los centroamericanos quieren, pero sin tener que aceptarlos residiendo en Norteamérica.
Es más, es un problema que amerita la intervención de la ONU y allá debieran llegar en bloque los presidentes centroamericanos liderados por el presidente López Obrador.
Hoy los problemas son de impacto global y así hay que afrontarlos, pero no convertirlos en nuestros.
De este modo, se ayudará más utilizando la fuerza que tiene México ante la comunidad internacional como interlocutor y líder regional, que tomar decisiones simplistas, como el otorgamiento de visas de trabajo que no están respaldadas por ofertas laborales del sector empresarial.
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