Rossi A. G.
· Dios genera en las personas su propio dinamismo interno, su solidaridad, su compasión, su deseo de hacer algo
Frente a un panorama incierto, frente a dinámicas sociales que afianzan el miedo y el odio en un mundo de violencia, es urgente construir esperanza y construir una espiritualidad acorde con los tiempos actuales, consideró el Maestro David Fernández Dávalos, S. J., Rector de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, durante la conferencia magistral que impartió en la ‘10ª Expo ARU 2019. Formación humanista: ciencia, conciencia y acción’, actividad organizada por el Área de Reflexión Universitaria de esta institución educativa.
Luego de compartir con quienes le escuchaban, la mayoría alumnos y alumnas, que una de las ‘Preferencias Apostólicas Universales de la Compañía de Jesús 2019-2029’ (orden religiosa a la que se encuentra confiada la IBERO) es ‘Acompañar a los jóvenes en la creación de un futuro esperanzador’, el Padre David reconoció que entre las y los jóvenes hay un sentimiento de desánimo, desaliento e incertidumbre; que no está bien y hay que revertir, porque ellos son quienes van a construir el México del futuro y son quienes tienen la generosidad y la determinación de hacerlo.
Antes de continuar, el Rector aclaró a los congregados que en su disertación hablaría mucho de Dios, independientemente de cómo cada quien lo conciba, si no lo conciben o si no quieren creer en Él, pero, resaltó, “valdría la pena echar un ojo al tipo de espiritualidad que podríamos tener hoy por hoy, independientemente de la creencia de cada cual”.
Hechas estas aclaraciones, dijo: “Tenemos que construir un mundo justo, equitativo, incluyente, menos desigual, más feliz; como dice nuestra Misión en la Universidad. Pero para tomar fuerzas, para revitalizar la esperanza, tenemos que mirar hacia adentro y echar mano de nuestra propia espiritualidad”; porque si no hay espiritualidad, si no hay compromiso con los valores que se profesan, no hay cambio, no hay transformación interna y no hay posibilidad de transformación social.
Comentó entonces que cabe preguntarse cuándo, dónde y por qué empezaron a estar mal las cosas en México; y se verá que no es algo reciente, sino que son problemas que vienen de muchos años, que los gobiernos, empresarios y sociedad de turno tienen la responsabilidad de superar, y de cuestionarse cómo permitieron eso, cómo tendrían que reaccionar y “qué espiritualidad puede ayudarnos”.
“Esas preguntas son preguntas definitivas, son muy importantes y no tienen que ver directamente con la profesión que ustedes van a tener, pero sí con las personas que son y cómo van a ejercer esa profesión en todo caso”, aseveró a las y los universitarios.
La libertad de los seres humanos
Por otra parte, mencionó que la vida de las personas es frágil, al estar expuestas al sufrimiento y a la muerte; porque así es la creación, y el mundo y la vida no son perfectos. “El costo de vivir es que suframos, y para podernos preservar tenemos que tener miedo al dolor, al sufrimiento, si no, no nos cuidaríamos para poder vivir”.
Y como la creación es imperfecta, porque sólo Dios es perfecto, el mal existe, y contiene amenaza, de muerte, de dolor, de destrucción, de sufrimiento. Pero también existe un mal que es resultado de la libertad de los seres humanos, como el de la violencia que asola México; porque el mal es una posibilidad de vida, en la que se puede elegir vivir contra las leyes de Dios, contras las leyes humanas, ser racista, ser misógino o golpear a la pareja.
“Ese mal, nosotros (las personas) lo producimos, y Dios no va a intervenir para frenarlo, porque quiere preservar algo que es más importante, y lo más importante es que seas libre, que yo sea libre, y que decidas lo que quieres para ti”.
Dicho esto, invitó a quienes le escuchaban a preguntarse cómo entienden la presencia de Dios en el mundo, cómo opera Dios. “Hay que preguntarnos de qué manera está presente Dios, en un conflicto como el que tenemos en nuestro país, en un mundo que se nos está cayendo a pedazos”.
Luego, el Padre David destacó: “El Dios en el que creemos es un Dios que se pone en nuestras manos, en las manos de los seres humanos”. Es un Dios todopoderoso, pero que se despoja de su poder en favor de la autonomía del mundo, en favor de la autonomía del ser humano, y que respeta esa autonomía, porque no anda interviniendo.
En este sentido, “no es Dios el que nos va a ayudar a nosotros; somos nosotros los que le vamos a ayudar a Dios”, porque es ese Dios que se repliega para que las personas ejerzan su libertad.
Entonces hay que cambiar la imagen de Dios, pasar del Dios que hace todo en el mundo, “a un Dios que más bien genera nuestro propio dinamismo interno, que genera nuestro sentido y orientación, que genera nuestra solidaridad, nuestra compasión, nuestro deseo de hacer algo; pero que no toma el mando de las cosas, no sustituye nuestra libertad, y nos impulsa a indignarnos frente a lo que ocurre, a tratar de remediarlo, a juntarnos con los demás. Ese es el Dios en el que creemos y es la espiritualidad que necesitamos”.
“Dios no nos va a solucionar nada, pero nos va a acompañar siempre. Dios se implica con nosotros, lucha a nuestro lado contra el mal y contra el sufrimiento, contra lo que nos quita la humanidad y la dignidad, contra la inseguridad. Va a ser un amor incondicional que mantiene su fidelidad, para reconstruirnos, para sostenernos, para aventarnos, para impulsarnos; porque nos acompaña”.
“Pero nunca nos infantiliza, nos invita a que asumamos plenamente nuestra libertad, nuestra responsabilidad y nuestra autonomía como seres humanos. Nadie nos tiene que decir qué hacer, cómo vivir. Nosotros en libertad, oyendo esa voz interior, ese impulso interior, que es el Dios presente en nosotras, en nosotros, es como vamos a poder actuar”.
Esto requiere un cambio epistemológico, un cambio de actitud, un cambio en las personas, que tienen que trabajar por la paz, por compartir lo mejor de sí, para erradicar el hambre, la injusticia, la violencia. “Dios no nos va a suplantar, Dios actúa a través de nosotros. Nosotros somos las manos de Dios, nosotros somos los ojos de Dios”, porque Dios actúa con nosotros, nunca sin nosotros, ya que nosotros somos el modo que tiene Dios para actuar en la historia, alentándonos, dándonos fuerza y valor a pesar de los miedos, que nunca se quitan.
“Dios está con nosotros buscando nuestro bien, y por supuesto el bien de la humanidad. Encontraremos a Dios si lo buscamos, si nos identificamos con las víctimas, no con los victimarios”. Y es que, con las víctimas, las personas de buena voluntad se identifican, se solidarizan. Y de esas personas necesita Dios para reconstruir la paz en México.
“Cuando estamos más inseguros, cuando estamos más tristes, cuando estamos frente a un futuro incierto y nos sentimos temerosos, es cuando Dios está más cerca de nosotros, porque es cuando se posibilita su acción”.
A decir del Padre Fernández Dávalos, la práctica correcta de la espiritualidad es compadecerse, luchar contra el mal, crear comunidad y fraternidad. Es la espiritualidad de Jesús, que está centrada en el Reino de Dios, el que vino a predicar Jesús, la posibilidad de que todos seamos hermanos y vivamos bien, felices y contentos. Con un Dios “que busca y quiere solamente una humanidad más justa y más feliz, y tiene como centro y tarea decisiva construir una vida más humana”. Y esa, es la tarea que tienen los seguidores de Jesús.
La espiritualidad que se necesita
Para estos tiempos difíciles que se están viviendo, de incertidumbre, complicados sobre todo para las y los jóvenes, ayuda más una espiritualidad al servicio de una vida más digna y dichosa para todos y todas, que invite a la conversión y a la transformación, una espiritualidad que impulse a hacer el bien, curando a las personas del dolor, del miedo, del odio, construyendo un mundo que sea más humano. Entonces, la espiritualidad que se necesita es la que ayuda a construir, a comprometerse.
“La espiritualidad que queremos es ya no dejarnos conducir por un individualismo exacerbado, que nos ha metido la escuela, la familia, los medios de comunicación”. Es la espiritualidad de “dejar vivir en ustedes, adentro, esa compasión, ese compromiso, ese deseo de cambiar las cosas, con lo que son y con lo que tienen, con su profesión, viendo por su familia, viendo por su pareja, viendo por sus descendientes si los tienen, por supuesto que sí. Pero preocupándose por el mundo, por aquello que aparentemente no tiene nada que ver con ustedes”.
“Entonces podremos cambiar las cosas, y ustedes vivirán con gozo, con alegría, con plenitud. No sin momentos de incomprensión y de dificultad, pero por supuesto, con algo que es más profundo, que es una paz interior, una alegría interior”.
Sobre la conferencia
Cabe aclarar que para su participación en la ‘10ª Expo ARU 2019’ el Mtro. David Fernández Dávalos tenía preparada una presentación titulada ‘La incidencia de la formación humanista en la sociedad contemporánea’, pero ante el panorama incierto del presente, decidió cambiar el tema de su conferencia y hablar de la espiritualidad.
Durante su exposición, el Rector se apoyó en las diapositivas de ‘Espiritualidad en épocas de violencia y miedo’, presentación de un joven jesuita, Ismael Bárcenas, quien la dio a conocer en Torreón, Coahuila, luego de unos ataques a unos “antros” en donde murieron dos alumnos de él, y que a raíz de este hecho se preguntó cómo podemos hacer para vivir en esta época tan difícil.
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