El ocio, cada vez más asociado a la productividad: José Carlos Ruiz, filósofo español

Staff/RG

El académico de la Universidad de Córdoba presentó en webinar de la IBERO su más reciente libro: ‘Filosofía ante el desánimo. Pensamiento crítico para construir una personalidad sólida’.

Advierte que “en el 2000 empieza una estrategia del imperio laboral por asociar la felicidad al plano de la producción”

El ocio está asociado cada vez más a la idea de la felicidad, y ésta al plano de la producción y al mundo laboral, por lo que cuando alguien tiene tiempo libre resulta que, sin darse cuenta, empieza a buscarle productividad a su ocio, dijo el Dr. José Carlos Ruiz, filósofo de la Universidad de Córdoba (España).

En la presentación de su libro ‘Filosofía ante el desánimo. Pensamiento crítico para construir una personalidad sólida’, organizada por la Universidad Iberoamericana Ciudad de México, comparó que, en épocas anteriores, padres y madres no asociaban la felicidad con lo productivo, sino que pensaban ser felices aprovechando su tiempo libre para, por ejemplo, llevar a sus hijos a la playa o ir a un bar a beber algo. Empero, “en el 2000 empieza una estrategia del imperio laboral por asociar la felicidad al plano de la producción”.

Pero hoy en día, la gente ya no disfruta el ocio, sino que lo está cuantificando y teniendo “el mejor ocio posible desde el punto de vista de productividad”. Es así que ciertas personas ya no gozan el deporte como tal, sino que salen a correr con la idea de mejorar su tiempo por kilómetro o van al gimnasio con aplicaciones que les indican cuántas flexiones y abdominales hacer para quemar determinado número de calorías.

Ocio y productividad se han hibridado en las cabezas de los seres humanos, y también en los espacios, como los de las empresas, que han empezado a familiarizar los sitios de trabajo, “para que la identidad del sujeto (empleado) tenga que ver con el plano laboral y con el concepto de rendimiento y felicidad”.

Las oficinas asemejan entonces las salas de los hogares, al amueblarse las primeras con sofás, futbolitos, televisiones, cafeterías y hasta disponer de donas. Al simular ser lugares privados prolongan la intimidad, porque las compañías “no quieren que en lo físico tú percibas que no te encuentras cómodo”. De esa manera, las empresas desestructuran el tiempo laboral y fingen que ahí no hay jornada de trabajo, que cada cual distribuye su tiempo como quiera.

Con la conexión a Wifi, se ha convertido en espacios de trabajo a casi todos los sitios: cafeterías, aeropuertos, autobuses, trenes, que anuncian tener red inalámbrica para que las y los individuos sigan conectados, “porque la desconexión se considera olvido”.

Afirma entonces Ruiz que, “hoy los espacios de comunidad se han convertido en espacios de consumo, y en el siglo XXI ese espacio de consumo se ha convertido en un espacio de producción. Esta es la narrativa contemporánea que se ha impuesto”.

En el webinar, que coordinó el Área Académica de Posgrados del Departamento de Comunicación de la IBERO, el filósofo cordobés externó que otra de sus preocupaciones es lo mal que está vista la repetición. Ahora se considera que repetir es perder el tiempo, porque “se ha conseguido filtrar una idea de que el tiempo es una cuestión de producción de la novedad”.

Ese amor a lo nuevo, la neofilia, estigmatiza la repetición, porque la persona empieza a sentir y a pensar que repetir implica perder una oportunidad. En vez de deleitarse en su zona de confort, la neofilia dice al individuo: salte de tu zona de confort y amplíala constantemente; porque quedarse en la zona de confort limita la productividad.

“Sin embargo, si yo tengo una zona de confort donde me deleito leyendo todas las tardes a la misma hora y con un poco de música clásica, y eso me gusta, yo me quiero tirar así el resto de mi vida. Pero mucha gente considera que esto es una pérdida de tiempo porque a lo mejor podría estar haciendo un máster o haciendo un doble grado o intentando sacar un artículo académico, y entonces tiene que estar experimentando cosas nuevas y haciendo cosas nuevas”.

Poner la novedad por encima del placer entra en la “prescripción” de emprendedor, y es contrario a todo lo que tenga que ver con la repetición, la calma, la estabilidad. “A mí personalmente me preocupa mucho esa estigmatización del ritual, de la repetición. Si me gusta, repito, y no pasa nada”.

El libro

‘Filosofía ante el desánimo’ pone los grandes problemas de nuestro tiempo bajo la mirada de la filosofía, su pensamiento y reflexión crítica, para que “nos preguntemos quiénes somos y cuáles son las dificultades y desconciertos que hoy nos sacuden con respecto al amor, la amistad y otros temas de la cotidianidad en este contexto turbulento y acelerado que vivimos de internet y sus redes sociales digitales”, mencionó el Mtro. Carlos Mario Castro Aparicio, académico del Departamento de Letras de la IBERO, al conversar con el español sobre su libro.

Respecto de su obra, Ruiz mencionó haberla escrito porque deseaba hablar de cómo la identidad en el siglo XXI encuentra nuevas maneras de configurarse, que no tienen nada que ver con la consolidación identitaria de hace 30, 40 ó 50 años, es decir, antes de que la globalización de la pantalla empezara a configurarla.

Para pensar acerca de la ‘omnipantalla’ –como diría Gilles Lipovetsky– y de los otros temas abordados en su texto, el escritor ibérico se apoyó en pensadores de la filosofía: Nietzsche, Kant, Aristóteles, casi todos los clásicos, de quienes se nutre cuando está reflexionando.

Finalmente, el Dr. José Carlos Ruiz precisó en torno a sus razonamientos temáticos que, “no busco que la gente confirme las teorías que le dispongo, pero sí que les dé ese tinte intelectual de curiosidad”.

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