Por María Beatriz Muñoz Ruiz
Todos alguna vez hemos sido turistas, pero cuando otros lo son los vemos en algunos aspectos ridículos.
Ahora todos buscamos turismo rural, estar en contacto con la naturaleza, escuchar los pajaritos cantar por la mañana en vez del claxon de los coches, respirar aire puro y no contaminado, sentarnos a comer en sillas y mesas artesanales y saborear esa comida tan sabrosa y natural que preparan en los pequeños pueblecitos.
De todo esto me percaté cuando una clienta me preguntó sobre la procedencia artesanal de los bolsos de anea que se encontraban expuestos, y que por cierto eran de una marca muy cara.
En ese instante podría haberle dicho que los bolsos pertenecían a un pequeño pueblecito de la Alpujarra granadina en el que sus habitantes se dedicaban a realizar bolsos únicos mientras se sentaban en las puertas de sus pequeñas casitas de piedra a charlar con sus vecinas y canturreando felizmente realizaban esos bolsos que aún olían a campo. Pero no, la situación me parecía tan absurda al ver a la mujer insistirme y asegurarme que eso debía ser una tradición de alguna zona, que simplemente le dije que hasta donde yo sé esos bolsos se usaban para ir a la playa, pero ahora se han puesto de moda y se llevan hasta con un vestido de noche, lógicamente, me arrepentí en cuanto mis palabras salieron de mi boca, ya que le fastidié la película que se había montado.
Y ahora, después de explicaros el inicio de mis pensamientos, pasaré a las aclaraciones para todos los que este verano decidan hacer turismo rural; veréis, tengo que deciros que el campo no huele a flores, sino a mierda de vacas, cabras o diversos animales que salen a pastar. También debéis tener en cuenta que por la noche os puede tocar el típico grillo tocapelotas bajo vuestra ventana y no dejaros dormir, pero no os preocupéis, porque los pajaritos toman el relevo por la mañana y os despiertan tempranito, bueno, lo mismo se os adelanta el gallo de la vecina, que suena más que la alarma de vuestro móvil. Otra cosa que seguramente deberíais tener en cuenta antes de haceros fotos con vuestra mesa y sillas artesanales, es que tal vez sean compradas en Amazon o en algún centro comercial, ah, y las lentejas o fabada, lo mismo son de lata, pero no os preocupéis, que ese vino que creéis único de pueblo, podéis encontrarlo en el supermercado de vuestra ciudad, seguramente, hace años las cosas eran así, pero si todo el mundo evoluciona, los pueblos no son una excepción, a todos nos gustaría volver al pasado, ¿o no? Porque… ¿os apañaríais sin wifi, móvil o internet? Si sois capaces de hacerlo, adelante y mis más sincera enhorabuena.
Con esto no pretendo que dejéis de hacer turismo rural, ya que muchos pueblecitos viven de ello, y además, son hermosos y merecen ser vistos por el mundo, simplemente, os digo que no pequéis de superiores ni arrogantes, no tratéis a los habitantes de los pueblecitos como si fueran estúpidos, los estúpidos sois vosotros por desear escapar de la ciudad y no ser capaces de desengancharos de la tecnología, el consumismo y la polución.
Por cierto, antes de bebed en cualquier fuente que os encontréis, mirad antes si el agua es potable, tened también controlada la gasolinera, y el hospital, y por supuesto, no os vayáis sin crema para los mosquitos y repelente.
Bueno, entiendo que en todas las familias hay un repelente, pero a parte de ese llevaros también el de los mosquitos, porque en los pueblos os puedo asegurar que lo más único son los mosquitos, esos son realmente auténticos, y detectan sangre nueva.
Suerte con vuestra aventura.