Rossi A. G.
· La Mtra. Francesca Caregnato Tosetto detalla las fases del proceso y algunas medidas para salir de este círculo emocional.
El duelo es un proceso de adaptación ante la pérdida de un objeto -en sentido psicoanalítico- de gran valor afectivo. Es decir, una persona querida que fallece, la pérdida de una relación de pareja, de un trabajo o un familiar, explicó la Mtra. Francesca Caregnato Tosetto.
“No toda pérdida implica un duelo, pero cuando existe un proceso de este tipo necesariamente se tiene una pérdida atrás. De lo contrario, puede confundirse con un estado depresivo porque hay sentimientos en común”, señaló la psicóloga clínica durante el taller sobre duelo ‘¡Se ha ido! Y… ¿Qué hago yo sin ti?’.
La tanatóloga explicó que el duelo es un proceso universal y natural porque es normal tener un proceso de desadaptación ante una pérdida significativa, es inevitable, complejo, e incluso, extraño porque las personas no se reconocen a sí mismas durante el proceso, pues no es el mismo mundo sin ese objeto perdido.
Al respecto, la Mtra. Caregnato habló sobre los mecanismos de defensa que existen ante un proceso de duelo, sobre las circunstancias que lo complican más. Asimismo, explicó cómo sobrevivir a la pérdida y cómo trabajar las emociones que provocan esta situación.
Mecanismo de defensa y duelo
Son intentos inconscientes del ‘yo’ que buscan mantener el equilibrio psíquico, reduciendo la angustia que todos ocupamos constantemente en el día a día ante situaciones críticas que no hacen bien. Algunos se utilizan más que otros, y algunos son culturales.
La negación. Es un mecanismo inconsciente útil, importante y necesario que busca mantener el equilibrio psíquico en un momento de disrupción, de gran dolor. Es normal tener reacciones durante un tiempo, algunas horas, pero lo que no sirve es instaurarnos en este mecanismo porque no permite procesar el dolor. Para Freud, se trata de un mecanismo verbal por medio del cual lo reprimido se reconoce de forma negativa”. “No me siento tan triste. Ahí voy”.
Evitación. Evitar pensar, sentir o exponerse a situaciones que generan angustia. Huir para evitar todo aquello que provoca dolor emocional. Esto se puede hacer también consumiendo alcohol y sustancias; con conductas promiscuas; actividades que producen adrenalina; sumergiéndose en el trabajo; con conductas frecuentes de limpieza excesiva, entre otras. Efectivo para no sentir, pero no para procesar el duelo.
Racionalización. La construcción de una narrativa como estrategia inconsciente para no conectar con sentimientos o deseos que la persona no se quiere confesar a sí misma. Se racionaliza el dolor. Es una estrategia para no conectar con la tristeza. En la actualidad se utiliza mucho este método.
Regresión. Cualquier retroceso a situaciones o hábitos anteriores, un retorno a patrones de comportamiento inmaduro o reacciones inmaduras e incoherentes con respecto a la situación actual. Este mecanismo es el que más ocupan los niños cuando viven el duelo, pues lo expresa a través de conductas regresivas y de somatización. Un adolescente hace berrinches.
La académica señaló que un duelo es complicado per se y es complicado dependiendo de la persona que lo vive. Así como dependiendo del tipo de pérdida, por ejemplo, el tipo de muerte influye muchísimo en la complicación de un duelo.
Lo que complica un duelo:
- El tipo de pérdida: inesperada, violenta, por suicidio.
- Justicia contra injusticia.
- Contexto entorno a la noticia de la pérdida.
- Afrontamiento familiar y social durante las horas y días sucesivos a la pérdida.
- Relación con la persona fallecida: conflictos.
- Despedida: si la hubo, cómo fue.
- Dudas con respecto a la pérdida: ¿por qué?
- Culpa.
La verdad acerca del tiempo
- No cura.
- No tiene consultorio para escuchar, ni herramientas para hacer.
- Solo pasa.
Lo que hace que las cosas puedan ser diferentes es lo que nosotros hacemos durante ese tiempo, nuestras decisiones y las acciones consecuentes a esas decisiones.
Es importante recordar que una intención o un deseo no es una decisión, no es un plan y tampoco es una acción. El desear sentirnos mejor, el deseo de que ya no duela, sólo son eso: deseos, intenciones y también esperanzas.
El tratar de reproducir una cotidianidad lo más posible similar a la que teníamos antes de la pérdida es un ardid (acción con la que se pretende engañar).
Cómo sobrevivir a la pérdida
En el mejor de los casos, afrontándola y volver a ser felices. Desear sentirnos mejor, que no duela, no es una acción.
En ese sentido, la psicoterapeuta integrativa explicó que es importante mirar hacia dentro y recordar lo que hemos hecho para sobrevivir a las pérdidas.
Trabajar las emociones y el dolor de la pérdida
La tanatóloga habló de las tareas del duelo que nos pone como entes activos capaces de tomar decisiones y procesar el duelo:
Una de ellas es aceptar la realidad de la pérdida, la muerte, la separación. Implica el hecho de afrontar que la persona o el objeto perdido ya no está, no sólo es una aceptación intelectual, sino emocional la que lleva más tiempo, más complicada.
La esperanza de un regreso, en el caso de una separación, complica mucho el proceso. Asimismo, cuando hay una persona desaparecida.
Reubicar emocionalmente al fallecido. Por ejemplo, estar vinculado con ella, recordarle, pero de forma que no impida continuar viviendo.
No renunciar a la persona, sino encontrar un lugar adecuado para ella en nuestra vida emocional.
Reconocer cómo me siento. Trabajar emociones, positivas y negativas. Por ejemplo, es normal sentir enojo y es importante hablarlo.
Adaptarse a un medio en el que la persona está ausente. Esto implica que los sobrevivientes aprendan a asumir roles a los que no estaban acostumbrados. Así como desarrollar habilidades que nunca habían tenido y seguir adelante con nuevo sentido de sí mismos y del mundo.
- Tratar de actuar coherentemente con mis sentimientos.
- Adaptarse a la cotidianeidad, a la casa, al trabajo, a nuestra vida, donde ya no está la persona.
- Reunirse con personas que den comprensión y con bajas expectativas con respecto al proceso de duelo.
- Recordar que no estoy solo.
- Practicar la indulgencia conmigo mismo.
- Ser bueno conmigo.
- Aprender a pedir ayuda.
- Buscar apoyo para no caer.
- Aceptar cómo me siento.
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