Staff/Rossi
Los estudios del investigador del ICO y el IDIBELL y profesor de la UOC fueron claves para probar que el virus del papiloma humano era la causa principal del cáncer de cuello uterino
El médico e investigador Xavier Bosch ha sido escogido este año ganador del premio Maurice Hilleman, convocado por la Sociedad Internacional de Virus del Papiloma. El galardón reconoce la trayectoria profesional y la contribución al desarrollo y la promoción de las vacunas contra este tipo de virus. Bosch, contribuyó decisivamente a identificar el virus del papiloma humano (VPH) como el responsable del cáncer de cuello de útero y otros tipos de cáncer, lo que supuso el punto de partida necesario para el desarrollo de las vacunas. Además, ha participado en estudios sobre su eficacia y se dedica activamente a fomentar su uso.
«Es un premio que conceden compañeros y compañeras expertos en el tema y que recibo con mucha gratitud», ha afirmado Bosch, investigador emérito en el Instituto Catalán de Oncología (ICO), investigador principal del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL) y profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), «pero, aunque se concede a título personal, la realidad es que se debe a la labor de los grupos con los que he trabajado. Lo más importante es rodearte de un buen equipo, gestionarlo y saber mantenerlo».
Hilleman y los estudios clave sobre el virus
El premio lleva el nombre del vacunólogo estadounidense Maurice Hilleman. Apodado «el gran desconocido», contribuyó al desarrollo de varias decenas de vacunas, incluidas ocho de las catorce que se suelen incluir en los calendarios vacunales. Una de las últimas en incorporarse en algunos países ha sido la del papiloma, que contribuye fundamentalmente a la prevención del cáncer de cuello uterino, cuya relación Bosch ayudó a establecer.
En los años ochenta se sabía que había una asociación entre el número de parejas sexuales y el riesgo de desarrollar cáncer de cuello de útero, pero no se sabía qué podía estar provocándolo. El principal sospechoso no era por entonces el virus del papiloma, sino otro de tipo herpes. En esa década, el equipo de Xavier Bosch siguió la estela del grupo del profesor Zur Hausen en Heidelberg (Alemania), quien sospechó que el responsable podría ser el primero y puso al día técnicas de detección de ADN viral para incluirlas en estudios epidemiológicos poblacionales.
Desde el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIRC) en Lyon (Francia) primero y desde el Instituto Catalán de Oncología después, se organizaron estudios que se extendieron a más de treinta países e incluyeron más de 25.000 casos. En los diseños de casos y controles se compararon mujeres con cáncer y sin él: se buscaron marcadores de exposición al virus y se calculó el incremento de riesgo de tener un cáncer en las mujeres expuestas a la infección.
«Fuimos de los primeros en usar la tecnología para detectar el VPH en estudios de este tipo», afirma Bosch. La asociación era tan fuerte que permitió establecer con seguridad la relación causal entre el virus y el desarrollo de cáncer de cuello uterino. Aunque en la gran mayoría de casos la infección por VPH no provoca alteraciones ni síntomas clínicos, virtualmente el 100 % de las mujeres que desarrollan un cáncer de cuello uterino han sido infectadas con el VPH anteriormente. Más adelante se confirmó que el VPH también está implicado en otro tipo de tumores del tracto genital masculino y femenino, así como en cerca de la mitad de los tumores de la orofaringe.
La confirmación del origen viral del cáncer de cuello uterino fue el paso inicial para decidir desarrollar una vacuna, la primera de las cuales apareció en 2006. Sirvió también para actualizar los programas de cribado incorporando la detección viral a los protocolos de prevención poblacionales.
Una vacuna segura y eficaz
Hoy día, más de 120 millones de personas han sido vacunadas contra el VPH en todo el mundo. «Algunas voces aisladas intentaron levantar dudas sobre la vacuna», explica Bosch, «pero lo cierto es que es una vacuna buenísima contra los tipos de VPH mayoritarios y su tecnología se está intentando aplicar incluso a otros virus más difíciles, como el VIH o los de la gripe». En concreto, según Bosch, «los últimos estudios nos dicen que ofrece cerca de un 90 % de protección frente a la infección y frente al desarrollo de cáncer. Y es segura. Con tantos millones de personas vacunadas, no ha aparecido ninguna alerta asociada».
Su eficacia en la población se verá con el paso de más tiempo. Hoy día, se estima que entre un 10 % y un 12 % de las mujeres en España están infectadas con el virus y que este provoca 2.000 tumores al año y 800 muertes. En países en vías de desarrollo el problema es mucho peor, con cifras que rondan el 30 % de mujeres infectadas.
Sin embargo, es un virus potencialmente erradicable. Así lo ha declarado la Organización Mundial de la Salud, que aboga por una estrategia de vacunación masiva en combinación con las adecuadas estrategias de cribado. Y así lo piensa también Bosch: «Los modelos nos muestran que, aunque es complicado, es factible erradicar el virus del mundo».
Para ello, considera que es vital hacer un esfuerzo de educación y promoción. Junto con las líneas de investigación que mantiene abiertas, Bosch hace «mucha actividad de formación a personal médico y sanitario y a profesionales que están en contacto con los pacientes para que sepan que esta vacuna existe, que es necesaria, que es eficaz y que es segura. El objetivo fundamental ahora es lograr que la cobertura vacunal vaya subiendo y que tengan acceso a ella los países menos desarrollados».
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