Arturo Tecuatl
¿Acaso la violencia ahora invadió a la Policía Municipal de Tlaxcala, al grado que efectivos de esta privaron de la vida dentro de los separos a un hombre de alrededor de 40 años, quien fue detenido por la tarde, cuando ebrio, escandalizaba en el Panteón de Ocotlán?
Una versión difundida en la Policía Municipal refiere que Jesús -así se llamaba el detenido- perdería la vida a causa de un infarto. Pues vaya versión difícil de aceptar. Tanto así que ni el propio alcalde Jorge Corichi Fragoso la respaldó, seguramente al escuchar protestas de testigos presenciales, varios de los cuales exigían afuera de la comandancia saber el estado de salud de Jesús.
Los elementos, tal vez primeros respondientes en este servicio que terminó en tragedia, esta vez no fueron arropados por la autoridad, según lo narra un comunicado emitido por la Comuna del municipio capitalino:
“El Ayuntamiento de Tlaxcala informa que brinda la más amplia colaboración a la Procuraduría General de Justicia del Estado de Tlaxcala, instancia que investiga el fallecimiento de una persona en los espacios de retención preventiva de la Secretaría de Seguridad Ciudadana y Movilidad.
El presidente municipal, Jorge Corichi, dio instrucciones precisas para transparentar el hecho a cabalidad.
De entrada, el alcalde puso a disposición administrativa a elementos de la Secretaría de Seguridad para que declaren ante la Procuraduría de Justicia”.
En quiénes recáe la responsabilidad
1. Bajo ninguna circunstancia puede someterse con violencia a una persona en avanzado estado de intoxicación, sobre todo con el uso de técnicas que bloqueen su sistema respiratorio, como ahorcamiento ó inmovilización pues al ser tanta su demanda de aire e interrumpirlo, el riesgo de colapso cardíaco o accidente vascular es inminente.
2. ¿Los municipales preguntaron qué ingirió que le provocó semejante nivel de inconciencia? Es probable que la mezcla de cervezas, aguardientes; canabis y hasta pulque generen una reacción fatal en un organismo. Eso solo se conocerá tras realizar la necropsia.
3. ¿Alguien regulaba la venta de bebidas en el Panteón de Ocotlán, o estamos ante la impune acción de comerciantes que hicieron su agosto facilitando todo el licor posible porque no hubo una autoridad que los apercibiera del peligro que significa saturar un organismo que alcanzó un alto nivel de embriaguez?
4. En semejantes condiciones de intoxicación está en peligro de muerte el hombre o mujer jóven o de edad adulta a quien dicha ingesta le haga perder la conciencia. Puede sufrir una caída, irrumpir en una avenida transitada o generar episodios de enfrentamiento con otros “borrachos” en condición idéntica.
Ahogado el niño
¿Por qué somos una capital con estos grados de alcoholismo?
Es muy frecuente enterarse que algún trasnochado chocó o volcó su auto porque lo conducía muy ebrio.
¿Es la solución el alcoholímetro?
Yo creo que es una trampa para desplumar parrandero y dejar muchos ingresos a las autoridades que las ponen en práctica.
Volvemos a la misma irresponsabilidad de la autoridad que:1. Consiente y hasta fomenta la intoxicación de sus gobernados y 2. Luego procede a atracarlos con rateros vestidos de uniforme.
Falta capacitación, falta autoridad
Decenas de antros, cantinas, karaokes, oxxos, otros negocios ven ganancias exponenciales vendiendo bebidas embriagantes.
La pandemia nos había refrendado los apetitos etílico pero, el verde del semáforo no lo hemos aprovechado para otras prácticas sino, para embriagarnos.
Los días peligrosos
La muy dolorosa muerte de Jesús en los separos de la Policía Municipal de Tlaxcala debería mover a la autoridad a adelantarse a la temporada decembrina, ya en unas cuantas semanas.
No es sana la combinación semáforo verde + desenfreno + ausencia de autoridad. Todavía viene un factor más de riesgo: la Feria de Tlaxcala, pospuesta para esa temporada.
¿Qué somos mujeres y hombres débiles de carácter y expuestos a campañas publicitaria que anuncian fiestas con las técnicas de las cervecerías?
Presas fáciles de un destructivo consumismo alcohólico, siempre con el mismo final; destrucción y muerte. Claro, mientras lis comerciantes hagan su agosto, qué más da.
Casos que destrozan el alma; como el ocurrido a Jesús, es motivación más que de sobra para que la autoridad se fije las naguas o los pantalones y cambie las leyes de omisas y permisivas a responsables.
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