Universitat Oberta de Catalunya
Milagros Sáinz, directora del grupo de investigación GenTIC de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), colabora en un estudio que evalúa la efectividad de los modelos de referencia femeninos a la hora de fomentar las vocaciones científicas y tecnológicas de las niñas.
Durante los últimos 35 años, ha aumentado la presencia de mujeres en el mercado laboral, según los datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Sin embargo, la igualdad de género en el trabajo está lejos de ser una realidad. En ámbitos tradicionalmente masculinos, como los llamados STEM (por la sigla en inglés de science, technology, engineering and mathematics: ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas), solo hay dos mujeres de cada diez personas trabajadoras.
Esta infrarrepresentación aleja a las mujeres de acceder a posiciones de liderazgo y promueve la exclusión de la perspectiva femenina para crear y desarrollar soluciones en la era de la transformación digital. También hace que no hayan modelos de referencia que den visibilidad a las contribuciones de las mujeres en estos ámbitos, lo que puede llevar a pensar, erróneamente, a los niños y a los adolescentes que el talento y las competencias necesarias para las STEM son masculinos.
En ese sentido, un equipo de investigadoras liderado por Milagros Sáinz, directora del grupo de investigación GenTIC (género y TIC) del Internet Interdisciplinary Institute (IN3) de la UOC, ha demostrado en un estudio publicado en la revista Frontiers in Psychology,
de acceso abierto, cómo los modelos de referencia influyen en las preferencias de las niñas de los estudios STEM.
Las investigadoras han evaluado la efectividad de una intervención en dieciséis escuelas, con 304 niñas de entre doce y dieciséis años. La intervención estaba enmarcada dentro del programa de fomento de las vocaciones científicas y tecnológicas de las chicas de la fundación Inspiring Girls. Este programa se basa en reclutar mujeres de éxito en campos STEM para que den charlas en los centros educativos con el objetivo de que estas exposiciones a modelos de referencia femeninos sirvan para evitar que se reproduzcan estereotipos de género sobre competencias en materias STEM y para contribuir a que las niñas opten por estudiar grados de estos ámbitos.
«Las niñas aprenden que no se les dan tan bien las matemáticas como a sus compañeros niños a una edad muy temprana, en torno
a los seis años. Sin embargo, se interviene en la educación secundaria, cuando las niñas tienen entre doce y diecisiete años, porque es un momento crucial en el que deben elegir los itinerarios académicos», explica Sáinz.
Desmontando los estereotipos de género
Las menores que participaron en el estudio, que se centró en la percepción sobre las matemáticas, tuvieron que responder cuestionarios antes y después de las charlas, donde debían valorar afirmaciones como «las matemáticas son más importantes para los chicos», «a los chicos se les dan mejor las matemáticas que a las chicas», o «tengo talento para las matemáticas».
La finalidad era analizar hasta qué punto la intervención —la exposición de las chicas a las charlas de mujeres de éxito de ámbitos STEM— mejoraba las creencias de las niñas acerca de que las mujeres pueden tener éxito en estos campos y si aumentaba la probabilidad de que eligieran cursar estudios STEM.
«Observamos el efecto positivo de las sesiones a la hora de neutralizar el efecto negativo que tienen los estereotipos de género, que afirman que las chicas tienen competencias peores para las matemáticas, sobre su predisposición a elegir estudios STEM», destaca Sáinz.
Así pues, según los resultados del estudio, exponer a las menores ejemplos de mujeres con éxito en ámbitos STEM tradicionalmente dominados por hombres contribuye a fomentar el interés de las chicas por esos estudios. «Además, en las sesiones con las modelos de referencia, se muestra a las chicas una realidad contraria a la de los estereotipos de género, que dicen qué tipo de persona se supone que trabaja en estos sectores y qué requisitos se necesitan para entrar», apunta la investigadora de la UOC.
El impacto de las familias y el profesorado
En este sentido, Sáinz ha publicado recientemente otro estudio, también en la revista Frontiers in Psychology, sobre cómo las valoraciones de los padres y del profesorado sobre las competencias académicas de los adolescentes, a menudo expresadas de manera inconsciente, contribuyen a reforzar estereotipos y roles de género.
Sorprendentemente, los investigadores constataron que hay un desajuste entre las notas reales y la percepción que tienen las familias y el profesorado de las competencias del alumnado.
De hecho, el estudio, en el que participaron ocho grupos compuestos por 39 padres y madres y 34 docentes de secundaria, muestra que muchos adultos desconocen que las chicas sacan mejores notas en todas las asignaturas, también en las asociadas tradicionalmente con la masculinidad, como las matemáticas, la tecnología, la física y la química.
Además, muchos de ellos continúan atribuyendo el rendimiento académico a diferencias biológicas o genéticas, sin reflexionar sobre qué implica esto y cómo estas concepciones erróneas contribuyen a reproducir los sesgos de género y perpetuar un proceso de socialización basado en enfatizar las diferencias entre hombres y mujeres.
«Aunque una parte de los progenitores y del profesorado parece que es consciente, no posee estrategias para combatir estos sesgos de género», apunta Sáinz. Por ello, los investigadores concluyen que hay que reforzar la búsqueda de estrategias que permitan combatir estos sesgos de manera efectiva con programas de formación e intervención dirigidos a las familias y la comunidad educativa.
Esta investigación de la UOC favorece los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) 4 (Educación de calidad), 5 (Igualdad de género) y 10 (Reducción de desigualdades)