LA JORNADA
Juchitán, Oax. Leticia Gallardo Martínez es oaxaqueña y directora de la banda femenil regional Mujeres del Viento Florido, creada hace 11 años como una forma de que ellas incursionen en la música tradicional y fortalecer las lenguas originarias de los pueblos de Oaxaca.
Recientemente participó en el Encuentro Internacional de Directoras de Bandas Musicales, que le permitió compartir su trayectoria profesional como directora de bandas tradicionales, además de contar la historia de su agrupación femenina, la cual implica un reto a fin de hacer visible la diversidad de género en la música mexicana.
La banda Mujeres del Viento Florido está integrada por niñas, jóvenes y adultas originarias de comunidades zapotecas, mixes y mixtecas. Es una muestra de organización en la que las mujeres aprenden, dirigen, componen y disfrutan de este arte en igualdad de oportunidades, sin críticas o discriminación.
Leticia Gallardo, de 44 años de edad, es clarinetista, directora, docente y compositora ayuujk (mixe) originaria de Tlahuitoltepec Oaxaca, localidad de la zona serrana de la entidad donde la música es una forma de vida. En este sitio también se encuentra una de las mejores escuelas de esta manifestación artística de México: el Centro de Capacitación Musical y Desarrollo de la Cultura Mixe (Cecam).
Ella conoció la música por su padre, uno de los fundadores del Cecam, centro que frecuentaba durante su niñez para observar a los estudiantes tocar los instrumentos. De ahí le surgió el gusto por este arte. Años después llegó a ser directora de bandas tradicionales.
En constante aprendizaje
Ser mujer y desenvolverse en el ambiente musical fue muy criticado, porque para la sociedad de antes no era bien visto que una mujer tocara en una banda de puros hombres, pero eso a ella no le importó y continuó en la conquista de sus sueños. Se mantiene en constante aprendizaje y busca mejorar todos los días.
A mis padres les preguntaban que cómo era posible que me dieran permiso de ir a los conciertos donde acudían puros hombres, eso no lo veían bien. Sin embargo, para mí no había diferencia entre ser mujer u hombre y tocar en una agrupación. Para mí eso era normal y así continué hasta formar la banda que ahora dirijo y que es mi total orgullo, porque puedo decir que las mujeres podemos estar donde queramos.
Con la banda regional femenil, ha recorrido gran parte del territorio oaxaqueño y algunas ciudades de la República donde entona la música tradicional, pues considera que es una de las expresiones de la cotidianidad de los pueblos que no debe morir. Además, la ropa tradicional y las lenguas originarias también se hacen presentes, afirma.
El día que ya no se toquen los sones, las canciones, los temas, morirán nuestros orígenes; por eso es que a las niñas y jóvenes les enseñamos nuestra música, ésa que entonaban en las fiestas y ceremonias los abuelos, tíos, padres. Todo eso queremos rescatar, porque significa que la cultura de Oaxaca está viva, expresa.
Asimismo, Leticia Gallardo es profesora de primaria. Combinar ambos oficios la vuelve una mujer sensible de la cotidianidad, además aprovecha para fomentar el rescate de su lengua y su cultura en todos los espacios de su vida.
La pandemia paralizó los encuentros musicales y también los ensayos presenciales, pero mostró un nuevo rostro, enseñó a las Mujeres del Viento Florido a reorganizarse, a descubrir nuevas formas de seguir con su labor y continuar aprendiendo de la música.
Cada una de las integrantes de la agrupación en su espacio graba y después lo fusiona. Se han adaptado a las nuevas herramientas tecnológicas. Sin embargo, Soledad, una de ellas, refirió que espera algún día que puedan reunirse y tocar juntas. Eso sí será un privilegio.
Gallardo Martínez resaltó que la música es el motor de su vida y eso le ha enseñado también a las integrantes de la banda, quienes desde sus espacios tocan, siguen practicando y hacen que sus hogares vibren.
Soledad toca el clarinete y junto con su hermana, quien es violinista, ha hecho de su hogar un espacio de emociones en esta emergencia sanitaria, porque siempre hay música y eso significa que se vibra en lo alto.
La energía en la casa se siente, siempre se escucha algo. Claro, debo confesar que al principio fue difícil, porque sólo nos miramos a través de una pantalla. La nueva normalidad nos trajo otra forma de organizarnos, aunque nada supera la presencia física, que en música es elemental, lo es todo.
Lo mismo narró Citlaly, una joven que ha buscado nuevas formas de adaptación para continuar con su vida, pues se quedó sin empleo y eso le generó inestabilidad económica. Ella no se detiene, sigue avanzando y aprendiendo.
Aunque la emergencia sanitaria paralizó todas las actividades, la vida de la banda es la música y lo que destaca es la fusión que hacen con la naturaleza. Aseguran que mientras haya alma e instrumento, los sonidos seguirán esparciéndose con el viento.
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