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Hace 75 años, el 6 de agosto de 1945, el ejército de Estados Unidos lanzó una bomba atómica sobre la ciudad de Hiroshima, tres días después, repitió el ataque en Nagasaki. Las dos armas atómicas, las únicas utilizadas hasta el día de hoy, dejaron más de 200.000 muertos debido a la radiación y, en décadas posteriores, sumaron 400.000 decesos más por problemas de salud relacionados con las bombas, de acuerdo con datos de la ONU.
El Secretario General de las Naciones Unidas recordó que el nacimiento de la Organización ese mismo año está ligado para siempre a la muerte sembrada en Hiroshima y Nagasaki con tan letales armas.
“Desde sus primeros días y resoluciones, la Organización ha reconocido la necesidad de eliminar por completo las armas nucleares.
Sin embargo, seguimos sin lograr ese objetivo”, dijo António Guterres en un mensaje de video que se proyectó en la ceremonia celebrada en Hiroshima para recordar a las víctimas.
A pesar de que los efectos de dichas bombas persisten hasta la fecha, el mundo no sólo no se ha desecho de esas armas, sino que ha aumentado su arsenal.
Sin aprender la lección
“Setenta y cinco años son demasiados para no haber aprendido que poseer armas nucleares disminuye la seguridad en vez de reforzarla. Hoy, un mundo sin esas armas parece alejarse más y más de nuestro alcance”, lamentó Guterres.
La red de control de armas y los instrumentos creados durante la Guerra Fría y los años que le siguieron para propiciar la confianza y la transparencia se están deshilachando, agregó.
El titular de la ONU advirtió que la división, la desconfianza y la falta de diálogo amenazan con una vuelta a la carrera balística incontrolada.
Los países con armas nucleares modernizan sus arsenales y desarrollan armamento y vehículos nuevos para utilizarlo.
Alto riesgo
“El riesgo de que las armas nucleares se usen ya sea intencionalmente, por accidente o por falta de cálculo es demasiado alto como para que continúe esa tendencia”, apuntó.
Guterres llamó una vez más a todos los Estados, especialmente a los poseedores de armas atómicas, a regresar a la senda de la eliminación total de ese armamento.
Hizo referencia al repetido compromiso de los países con esa causa y afirmó que ahora es el momento para el diálogo, las medidas de fomento de confianza y el principio de la reducción de los arsenales nucleares.
Instó a salvaguardar y fortalecer los instrumentos y políticas de no-proliferación y desarme.
“Los Estados tendrán la oportunidad de retornar a esta visión compartida el próximo año durante la conferencia para revisar el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares”, indicó, subrayando que ese instrumento es un pilar del régimen de desarme que espera que entre en vigor.
El Secretario General sostuvo que el Tratado Amplio de Prohibición de los Ensayos Nucleares también es una prioridad para institucionalizar las normas contra esas pruebas.
La pandemia expone debilidades como la amenaza nuclear
El 75 aniversario de la devastación de Hiroshima y Nagasaki ocurre en el marco de la pandemia de COVID-19, una calamidad que ha expuesto las múltiples debilidades del mundo, entre ellas la de la amenaza nuclear, añadió.
Y la única forma de acabar con esa amenaza “es eliminar totalmente las armas nucleares”, puntualizó.
Antes de terminar su mensaje, Guterres invitó a los jóvenes y a la sociedad civil en su conjunto a impulsar la causa del desarme y reiteró que las Naciones Unidas seguirán trabajando para conseguir el objetivo común de lograr un mundo libre de armas nucleares.
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