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- El país todavía enfrenta una carencia de 8 millones de viviendas.
El déficit habitacional es un desafío que afecta a millones de personas en todo el mundo y América Latina y el Caribe no es la excepción. A medida que la población crece y los patrones demográficos evolucionan, la necesidad de una vivienda digna se convierte en una prioridad crítica. Sin embargo, las soluciones a este problema son complejas y requieren un enfoque multifacético que considere factores como la estructura de los hogares, el marco político y normativo y la capacidad institucional para gestionar el desarrollo urbano.
En esta región, el 45% de las familias no dispone de una vivienda adecuada, lo que refleja la magnitud del reto al que se enfrentan tanto los gobiernos como las organizaciones internacionales, pues la carencia de casas dignas no solo es un problema de cantidad, sino también de calidad.
Tomás Bermúdez, representante del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en México, sostiene que la región enfrenta varios desafíos en este ámbito, incluyendo la lenta recuperación económica tras la pandemia y la ausencia de políticas públicas efectivas que promuevan la vivienda inclusiva y resiliente. Además, la falta de infraestructura y la débil autonomía financiera de las instituciones encargadas del desarrollo urbano son barreras que impiden un avance significativo.
El caso de México es particularmente relevante en este contexto. A pesar de los esfuerzos realizados en los últimos años, el país aún enfrenta un déficit habitacional de más de 8 millones de viviendas, de las cuales el 20% corresponde a la falta de nuevas construcciones, mientras que el 80% se refiere a la necesidad de mejoras y ampliaciones en los hogares existentes.
Según Román Meyer Falcón, titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), uno de cada cinco mexicanos vive en asentamientos irregulares, lo que subraya la gravedad del problema. Los estados del sur, como Chiapas, Tabasco y Oaxaca, son los más afectados, con un porcentaje de déficit habitacional que supera el 60%.
Durante el 3° Foro Regional de Vivienda, realizado en julio, tanto Román Meyer como Carlos Martínez Velázquez, director del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit), destacaron los avances y desafíos en materia habitacional en México. Meyer subrayó que, gracias a una estrategia de planificación territorial, alrededor de 4 millones de individuos han salido del rezago habitacional en los últimos seis años; pero, el panorama sigue siendo complejo y la próxima administración deberá continuar trabajando para reducir estos indicadores.
Por su parte, Martínez Velázquez señaló que México está adoptando medidas de vivienda observadas en otros países, con el objetivo de generar un millón de nuevas viviendas durante la administración de la presidenta, Claudia Sheinbaum. Estas estarían diseñadas para establecer un sistema de rentas que no supere el 30% del ingreso de las personas, lo que podría representar una solución significativa para muchas familias mexicanas que actualmente enfrentan dificultades para acceder a un hogar adecuado.
A pesar de estos esfuerzos, la situación habitacional sigue siendo crítica. De acuerdo a datos del Inegi, en su Encuesta Nacional de Vivienda 2020, el 70% de los mexicanos vive en una vivienda propia pagada o en proceso de pago, mientras que el 16% reside en casas o departamentos rentados y el 14% en inmuebles prestados. Además, aproximadamente 8 millones de viviendas no cumplen con las condiciones necesarias para ser habitables, afectando a 33 millones de personas.
En este mismo informe, se destaca que un elevado porcentaje de viviendas particulares habitadas en el país presenta problemas estructurales significativos que afectan la calidad de vida de sus ocupantes. Entre los más comunes se encuentran la humedad y las filtraciones de agua, que afectan al 44.2% de las viviendas, seguidas por grietas y cuarteaduras en un 40.8%. Además, un 16.2% de los hogares experimenta deformaciones en marcos, mientras que el 14.8% enfrenta levantamientos o hundimientos del piso. Los inconvenientes más graves, como fracturas o deformación de columnas, vigas o trabes, afectan al 10.6% de las viviendas, y un 7.9% sufre daños en tuberías o drenaje.
Por otro lado, la vivienda de interés social, que incluye aquellas catalogadas como económicas, populares y tradicionales, ha mantenido la mayor concentración de ventas en las principales ciudades de México durante el primer trimestre de 2024. No obstante, este segmento ha experimentado una caída constante en los últimos años.
De acuerdo con el Informe de Coyuntura Inmobiliaria de Tinsa, entre enero y marzo de este año se colocaron 18.110 unidades habitacionales, de las cuales casi 4 de cada 10 pertenecen al rubro de vivienda social. Aún así, el volumen de viviendas de interés social comercializadas ha disminuido en un 37.5% en los últimos cuatro años, lo que refleja la baja producción debido a factores como la inflación en los materiales de construcción y el incremento de las tasas de interés en el financiamiento hipotecario.
Este descenso en la venta y desarrollo de viviendas asequibles ha generado preocupación entre expertos y autoridades, quienes subrayan la necesidad de aumentar la oferta para cubrir el déficit habitacional. El informe “Situación Inmobiliaria 2023”, elaborado por economistas de BBVA, reveló que el 80.8% de la demanda potencial de vivienda se encuentra en los segmentos económico, popular y tradicional, lo que evidencia la urgencia de crear más hogares asequibles.
En cuanto al comportamiento de la vivienda por áreas metropolitanas, la Ciudad de México, Monterrey y Guadalajara son las principales urbes donde se concentra el mayor desarrollo habitacional. La Ciudad de México cuenta con un stock disponible de 24.000 unidades, de las cuales el 98% son departamentos. Monterrey, por su parte, se mantiene como líder en el desplazamiento de unidades, con un crecimiento anual del 7.2%, mientras que Guadalajara ha registrado un alza significativa en los precios unitarios debido a la escasez de unidades nuevas en segmentos de interés social.
Situación de los adultos mayores
Toda esta problemática afecta, de igual forma, a la población adulta mayor. Y es que a pesar de la percepción de que las personas de 65 años o más tienen asegurada su vivienda y bienestar gracias a sus años de trabajo y jubilación, la realidad es muy diferente. Según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), al menos el 46.1% de los adultos mayores en México viven con un ingreso menor a la Línea de Pobreza por Ingresos, lo que pone en evidencia las dificultades económicas que enfrentan.
En 2020, el Coneval también reveló que la incidencia de pobreza es mayor en la población adulta mayor en comparación con el resto de la población. Esta situación se debe en gran parte a la disminución de sus capacidades físicas, el retiro del mercado laboral, cero inversión a futuro y las crecientes necesidades de salud. La falta de recursos económicos hace que muchos adultos mayores no puedan acceder a una vivienda digna y aquellos que tienen una, a menudo enfrentan dificultades para mantenerla.
Lo cierto es que el acceso a un hogar propio no es sencillo para todos. Factores como la falta de acceso a créditos, la insuficiencia de recursos económicos y la inestabilidad laboral, especialmente durante la pandemia de COVID-19, han dificultado que muchas personas, incluyendo adultos mayores, puedan adquirir una vivienda.
Además, la organización Hábitat para la Humanidad estima que alrededor de 14 millones de familias en México no tienen los medios para comprar o construir una casa. Esta cifra incluye a muchos adultos mayores, quienes a menudo viven en condiciones de precariedad o dependen de sus familiares para obtener un techo.
En el Estado de México, por ejemplo, menos del 16% de la población adulta mayor recibía dinero por pensión en 2010, siendo las pensiones por jubilación más comunes entre los hombres y las de viudez entre las mujeres. Esto refleja una realidad en la que las mujeres mayores, que en su mayoría dedicaron gran parte de su vida a los cuidados del hogar, enfrentan mayores dificultades económicas al llegar a la vejez.
El actual programa Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores, que ofrece un apoyo bimestral de 4 mil 800 pesos, intenta aliviar parte de estas dificultades, aunque este monto es insuficiente para cubrir todos los gastos, incluyendo los relacionados con la vivienda, lo que obliga a muchos a seguir trabajando para solventar sus necesidades básicas. Por ello, este panorama requiere una mayor atención, así como políticas públicas efectivas que garanticen el bienestar en la vejez y en la población en general.