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Por ser un país multicultural, las empresas de LATAM pueden aprovechar el crossover étnico para incursionar en nuevos segmentos poblacionales aparte de los tradicionalmente atendidos. Un ejemplo de esto es el queso duro o el queso fresco típico salvadoreño, que no necesariamente es manufacturado en El Salvador sino en otros países de América Latina para su posterior exportación a EEUU.
El notable crecimiento poblacional de la comunidad hispana en EEUU – el principal importador de alimentos del mundo – ha sido mayor que el promedio estadounidense que es del 7%, está impulsando la generación de oportunidades para la comercialización de productos de nostalgia y satisfacer las necesidades de este grupo racial en específico.
LATAM puede competir en estos mercados con productos de calidad y para lograrlo uno de los principales retos es garantizar el cumplimiento de normas y protocolos de inocuidad, empaque y etiquetado de alimentos como lo explica Andrés Felipe González, autor del libro América Latina a la Conquista del Mercado de Alimentos Estadounidense
Estados Unidos es el principal importador del mundo y alberga una gran cantidad de comunidades con diversas tradiciones, quienes demandan productos y alimentos que son consumidos en sus países de origen.
“Se estima que más del 19% de la población estadounidense es de origen latinoamericano, lo cual lo convierte en un mercado muy atractivo para las empresas de LATAM que buscan incursionar en la comercialización de productos de nostalgia”, afirma Andrés Felipe González autor del libro América Latina a la Conquista del Mercado de Alimentos Estadounidense.
De acuerdo con el especialista, en la costa este de Estados Unidos existen oportunidades de negocio para incursionar en mercados étnicos predominantemente originarios de países como Cuba, República Dominicana, Puerto Rico, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Argentina.
“En contraparte, en el oeste del país existen nichos de mercado de población originaria principalmente de México, El Salvador, Honduras y Guatemala, quienes se concentran en estados como California y Texas. Se trata de grupos que, sin importar su edad, son más propensos a consumir alimentos y productos tradicionales de sus lugares de origen”, asegura González.
En su libro, el autor explica que un buen motivo para ingresar al codiciado mercado étnico es el crecimiento de la población hispana, el cual ha sido mayor que el promedio estadounidense que es del 7%, lo que representa un mercado atractivo para la comercialización de productos de nostalgia y que además, es el primer paso para las PyMEs de LATAM que quieren dar el salto hacia el mercado mainstream, donde, con la implementación de modelos globales de inocuidad alimentaria como el estándar GFSI (Global Food Safety Initiative), auditorías sociales como SMETA y adecuaciones en empaques, en declaraciones dietéticas específicas como lo que sucede con los alimentos libres de gluten, bajos en sodio o en azúcares, por mencionar algunos y finalmente, un flujo de caja más robusto gracias a la experiencia adquirida en el nicho de nostalgia, podrán ir cada vez más a la conquista de una mayor cuota del mercado de alimentos Estadounidense.
Retos para incursionar en nuevos mercados
Aunque el éxito de un producto en el país de origen no garantiza su éxito EEUU, existen alimentos que gozan de un gran posicionamiento como las tortillas, diversas clases de arepas o, por ejemplo, las empanadas, las cuales se comercializan inclusive por fuera de las comunidades hispanas.
“Lo anterior es una prueba de que LATAM puede competir en estos mercados con productos de calidad y para lograrlo uno de los principales retos es garantizar el cumplimiento de normas y protocolos de inocuidad, empaque y etiquetado, ya que es el primer paso de acceso a nuevos clientes”, advierte el autor.
Un segundo gran desafío para incursionar en estos mercados nostálgicos es entender el uso que se les da a los productos y su presentación, así como la concentración de población que los consume.
“El ejemplo más claro es la panela, un producto derivado del azúcar que tiene diferentes nombres. En Colombia es panela; en Chile y Argentina es la chancaca; en Panamá se denomina raspadura y en México se denomina piloncillo. En cada país tiene una presentación única, por lo que al momento de comercializar en EEUU debe adecuarse al nicho de mercado en específico dependiendo de la región geográfica a la que queramos llegar”, concluye Andrés González.
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