- Saldrá libre el próximo año, si se acata la sentencia dictada en su contra en el 2000
Diario de Yucatán
En siete años se reunió evidencia contra “El Bunga”
En los anales policíacos de los asesinos seriales de Yucatán destaca, por el número de homicidios que le imputaron, Alfredo Aguilar Cano, alias “El Bunga”. De acuerdo con datos de las autoridades judiciales, el delincuente ultimó a cinco personas a partir de principios de la década de los 90, y actuaba bajo un mismo patrón para privar de la vida a sus víctimas, con preferencias sexuales diferentes.
Detenido en el año 2000, después de que intentó matar a una sexta persona, “El Bunga” es uno de los asesinos seriales yucatecos de una lista de seis en la historia local que todavía permanece preso en el Centro de Reinserción Social de Mérida (Cereso) con una condena de 24 años de cárcel.
Aguilar Cano es considerado el principal asesino serial en la entidad por la cantidad de víctimas, a las que ejecutó con una pauta similar: las drogaba, las maniataba y al final las golpeaba, con excepción de dos a los que acuchilló y baleó hasta matarlas, para robarles sus pertenencias.
Las autoridades policíacas le atribuyen los asesinatos de Jorge Carlos Pizarro Barrera, en 1993; Hernán May Magaña, 1995; Rigoberto Chaviano León, 1996; Nicolás Manuel Hoil Canto y al actuario judicial Arcadio Francisco Balam Noh, estos dos últimos cometidos en 1997. Además, de acuerdo con las investigaciones, intentó asesinar en 1999 a César Manuel Antuña Sánchez y el 30 de marzo de 2000 a un abogado, a quien dio por muerto.
En un par de sus crímenes fue auxiliado por Ángel Martín Montero Solís, alias “Chistes”, y el tabasqueño Guillermo de la Cruz Silva, “Pie grande”. El primero también recibió una pena de 24 años en prisión. Aunque los representantes del Poder Judicial lo condenaron por el homicidio del modisto cubano Chaviano León, se hallaron evidencias, por el “modus operandi”, de que “El Bunga” también ultimó a otras cuatro personas más.
Si se cumple el veredicto que se le dictó, Aguilar Cano quedaría libre en 2024, cuando cumpliría 60 años. Antes, Aguilar Cano estuvo preso por lo menos en cuatro ocasiones durante ese tiempo, aunque nunca se le relacionó con esos crímenes que los agentes encargados de la entonces Comandancia de Homicidios hallaron indicios de su participación en los asesinatos.
Pájaro de cuenta
A pesar de los crímenes que cometió antes de que se le hallara culpable de dar muerte al diseñador extranjero, cuando fue detenido en el año 2000, según los archivos de Diario de Yucatán, “El Bunga” tenía ya un amplio expediente delictivo por robo.
En julio de 1998 Alfredo Aguilar fue acusado, junto con un cómplice, de apoderarse de varias piezas de automóvil propiedad de César Manuel Antuña Sánchez.
Cuatro rines de magnesio, cuatro llantas anchas, un motor de arranque, un dínamo, un acumulador, una tolva y una bomba eléctrica, entre otros accesorios, con valor de 15,000 pesos, que después vendió en un lavadero de autos en el poniente de la ciudad, sin enterar de la mala procedencia de esos objetos al dueño.
Con la reconstrucción de datos hemerográficos, Aguilar Cano aprovechó que Antuña Sánchez descuidaba un refresco que tomaba en la sala de espera de la terminal de autobús ADO y virtió en la bebida una sustancia para que se durmiera. Cuando observó que el denunciante comenzó a resentir los efectos de la droga le ofreció ayuda.
En principio “El Bunga” llevó a Antuña a su automóvil, un Nissan placas YWJ-6461, y después ofreció trasladarlo a su casa de la calle 60 con 93, pero en el trayecto el afectado se quedó totalmente dormido. Al día siguiente, cuando Antuña Sánchez recobró la conciencia, se percató de que su automóvil no estaba en el estacionamiento de su casa y habían desaparecido un equipo de sonido, una televisión de 27 pulgadas, dos videocaseteras, 400 discos compactos, una grabadora, un lote de alhajas, hamacas, tenis y varios pares de zapatos.
En la investigación por los cinco crímenes, los agentes policíacos también constataron que el 30 de marzo de 2000 “El Bunga” fue detenido por robar, de la misma forma, a un abogado, a quien también drogó, amordazó y dio por muerto, pero no fue así y el afectado lo denunció.
Ese hecho fue el hilo conductor que llevó a los agentes a dar con evidencias de los crímenes de Aguilar Cano.— Carlos F. Cámara Gutiérrez
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