Por María Beatriz Muñoz Ruiz
Ya no sé si es bueno pensar o no, me encanta pensar, ahora lo estoy haciendo, pero creo que está sobrevalorado, da dolor de cabeza y causa dolor al corazón.
Cuando me encuentro saturada de pensamientos me pongo en youtube El canto del lobo, una canción de cuna nordica “Ronja Rövardotter” escrita por Astrid Lindgren. Me encanta la versión de Jonna Jinton, la recomiendo, es como si al cerrar los ojos me transportara a un pasado de libertad, un pasado que no puedo comprender pero que sigue latente en mi espíritu y late hermoso dentro de mi ser cada vez que el mundo me ahoga, con cada aullido siento melancolía de un mundo silencioso y sencillo.
La gente está llena de malestar, e incluso yo me dejo arrastrar algunas veces por esa sensación de asfixia, pero luego comprendo que si dejo de dar importancia a quien me causa ese malestar, todo se esfuma, desaparece en una nube oscura y se traslada con su lluvia a otro lugar. He comprendido que da igual donde esté si estoy con quien quiero estar, he comprendido que en un segundo la vida puede cambiar, que las costumbres son absurdas redes de seguridad a la que la gente se aferra para sentir que tienen su vida bajo control, y he comprendido que, muchas veces puedes trasformas las lágrimas de otro en risas, si te lo propones, porque me da igual lo que piensen, me da igual que me intenten clavar puñales, porque los puñales no dañan si tienes claras tus preferencias en la vida.
¿Podría decir que soy feliz? Definitivamente sí, la felicidad se compone de momentos maravillosos llenos de risas, la felicidad es un abrazo cálido de mi hija y un mensaje dulce de mi hijo, la felicidad es bailar por la calle grabando un tik tok o bromear con las compañeras de trabajo, la felicidad es saber que mi marido me sigue amando con mis locuras y mi familia siempre va a estar ahí para lo que haga falta.
Pero también pienso que la felicidad radica en poder sentirse y expresar los sentimientos tal y como deseamos hacerlo; si necesitamos llorar ¿por qué no hacerlo? ¿por qué es tan tabú? Tenemos derecho a llorar cuando nos apetezca y a echar seguir echando de menos a esos seres queridos que se fueron, porque los seres humanos vamos aumentando las heridas con los años, en eso radica el aprendizaje del alma, no en fingir que hemos borrado nuestras heridas, sino en aceptarlas y seguir adelante con ellas.
Así que, no deseéis estar en otro lugar, no deseéis ser otra persona, no deseéis lo que tienen los demás, porque si miráis a vuestro alrededor, comprenderéis que la vida os da la oportunidad de convertir lo que os rodea en algo hermoso.
Una pequeña florecilla no es menos importante que un árbol centenario, por ambos viaja la vida, y ambos han nacido de nuestra madre Tierra, no talemos el árbol ni arranquemos la flor, porque ambos pueden vivir en este mundo sin apagar la luz del otro.