- Con todo la Semana Cultural Tlaxcala Diversa
Arturo Tecuatl
El mundo avanza, cambia, se ajusta, se perfecciona. Y la gente también evoluciona, comprende, ama, toma la mano de su hermana o hermano, y deja de ver la vida con la cuadradez del padre o el tío o el abuelo, el compadre o el vecino metiche, escandalizado porque ha visto a las muchachas tomadas de la mano. Al joven, luciendo seguro un atavío que le sienta formidable.
Saben esos renuentes que ha mucho el mundo dejó de ocultar preferencias, y hoy en estados evolucionados como el nuestro transcurre sin sobresaltos y sin irrupciones un auténtico abanico de seres genuinos, éticos, determinados a reclamar el espacio y tiempo que les asiste, les corresponden, les pertenecen, aun en contra de resistencias anacrónica y francamente ridículas.
Hemos visto, y la celebramos, una intensa Semana Cultural Tlaxcala Diversa, con tales progresos, equiparables a las ciudades más adelantadas del mundo, donde a partir de prejuicio cero, mana potencial de las minorías lesbianas, gays, transgénero, transexual, travesti, bisexual, intersexual, queen y aquellas no incluidas en este vasto colectivo (lgtbi+).
Y de aquí hacia arriba, al progreso consecuente de una sociedad diversa donde cada cual aporta a partir de sus capacidades, liberadas, integradas, determinadas a mejorar el mundo, sin violencia, sin fustigar a la naturaleza, al contrario, en un clima de libertad, dando su mejor versión.
No ha sido fácil reclamar su espacio a esta minoría. Sacerdotes erigidos en jueces viéndola como la enfermedad, de sus propias dudas pero aferrados al cero cambio pese a sus fiebres nocturnas y su gusto por la piel pura.
A políticos intransigentes, de gafas obscuras y sombrero al estilo de Don Perpetuo (Calzonzin, Arau 1974), corrupto, vil, machista, sexista, discriminatorio, desleal, polígamo, putañero, pero eso sí, liberal cuando sus tripas rebosan de licor corriente y cocacola.
A la resandera que humedece ante la solitud de templos testigos que le guían no a la santidad, sino a escenarios culposos, indescriptibles, guarros y atiborrados de cachonderías con sotanas al aire y ética solo al evadirse en larguísimas jornadas de penitencia.
Hoy, la verdad nos ha obligado a despreciar estas y otras conductas simulatorias y evasivas a lo que toda la vida fueron minorías, antes reprimidas y arrinconadas. Hoy fortísimas, cultas, temperamentales, con toda la fuerza que su ocultamiento degradó cada vez que el niño con la pierna cruzada era abofeteado por un padre machote, el cual jamás tuvo capacidades para atisbar que dio su genética a una niña en la humanidad de un niño.
Hoy en cambio, las fuerzas de las minorías LGTBIQ+ avanzan en la parte de mundo que, suelen dignificar hacer un todo con eminencias en cada disciplina, como el portento de flautista Horacio Franco, como la artista y mujer transgénero, Zemooa, cuyo mensaje de resiliencia y esperanza caló en los cientos que la ovacionaron en Tlaxcala. Como aquella coronación gay que alcanzó la dignidad y la convidó y la multiplicó en en Teatro Xicohténcatl de Tlaxcala.
Enhorabuena por el régimen, resiliente en este ámbito, que labra un sitio de avanzada, de dentro hacia afuera y del exterior hacia el estado en armonía con los grandes cambios de la humanidad.
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