EL PAÍS
- Su elaboración artesanal incluye detalles que celebran a la muerte mediante varios colores y diseños
El Día de Muertos en México está lleno de colores, sabores y olores destinados a agasajar a los difuntos. De colores rosa mexicano y azul cobalto, pasando por el negro y el morado que hacen referencia al luto, o bien con un anaranjado similar a las flores de cempasúchil: el papel picado no solo es un elemento decorativo en los altares, sino que evocan una tradición con origen prehispánico.
“En la ofrenda se representan los cuatro elementos, el fuego en las velas, el agua en recipientes, la tierra en los frutos que se ponen y el aire en el papel picado que se mueve”, dice en entrevista Yuridia Torres, artesana dedicada a la elaboración de este elemento decorativo. En la antigua tradición mexica, según lo representado en el Códice Mendoza, los mexicas usaban papel amate para representar a los dioses en la noche de los muertos. Si se usaba papel oscuro era para invocar a los espíritus del inframundo, si era claro, lo que se pedía era protección.
Hoy en día, el papel picado se reconoce a nivel mundial como un adorno nacional, usado principalmente el 1 y 2 de noviembre, pero que se extiende a las fiestas patrias y eventos privados como bodas o bautizos. El taller de la familia Torres Alfaro, ubicado muy cerca de uno de los emblemáticos embarcaderos de Xochimilco, al sur de Ciudad de México, cuenta con 33 años de experiencia en la elaboración artesanal de estos papeles.
Hoy ya no se usa papel amate, sino que se experimenta en papel de china, tela o plástico, dependiendo del uso que se le vaya a dar a los diseños. En este taller cuentan con más de 3.000 diseños, entre los que se incluyen la tradicional Catrina de José Guadalupe Posadas, calacas que andan en bicicleta o bien, los tradicionales modelos de pájaros y flores, populares para cualquier tipo de ofrenda.
La elaboración tradicional del papel picado
Aunque es más común encontrar papeles cortados con suajes industriales, para esta familia de artesanos nada da más calidad que el uso de gurbias y cinceles. “Los detalles son los que nos diferencian, algo que en el diseño como el de la Catrina no podría igualarse con una máquina”, dice Miguel Aguilar, encargado de los modelos que con paciencia se cortan en el papel.
Cada uno de los artesanos tiene la capacidad de picar noventa pliegos de papel en media hora o hasta hora y media, dependiendo del diseño que se requiera. En el área donde se cincela el papel, cada artesano echa mano de los diseños en esténciles y poco a poco, se va horadando con gurbias y a golpe de martillo. “En este trabajo hay que ponerle paciencia y atención al detalle, se trata de papel y hay que ser muy preciso en los detalles, es lo que hace la diferencia”, dice Yuquetzin Eslava Torres, artesana de este taller.
Una vez que se tienen las figuras de papel ya picado, se pueden empacar para su uso individual o se pueden colocar en lazos que se cuelgan en iglesias o en los lugares donde se colocan las ofrendas. En este taller se elaboran unos 180 hilos de metro y medio de largo que posteriormente alegran con sus colores las fiestas mexicanas de Día de Muertos.
Una tradición que trasciende a la muerte
Yuridia Torres sabe bien que el oficio que le heredó su abuelo hace 33 años lleva el espíritu y el color de las tradiciones mexicanas. “El papel hace referencia a la comida y las flores, a la diversidad de nuestro sentir, siempre estamos de fiesta a pesar de las situaciones que nos aquejan”, comenta.
El año pasado, este taller vivió las consecuencias de la pandemia por coronavirus. Al cancelarse las festividades y las fiestas privadas, los pedidos de papel picado también cayeron, pero se mantuvieron a flote con la impartición de talleres y elaboración de diversos productos que evocan los diseños del papel picado. “La tradición de Día de Muertos ha prosperado, al inicio éramos un negocio local; es muy bonito saber que nuestra labor se reconoce y que podemos seguir haciéndolo”, comenta la líder de este centro de artesanos.
Poco más de veinte personas dedican ocho y hasta 12 horas al día en el mes de octubre para poder lograr los pedidos de Día de Muertos. Ya sea que se hagan por encargo para un evento especial o bien, cuando las personas acuden por su propio pie a las fiestas.
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