El espejo contundente que es el fútbol en el que muy pocos se ven…

“SIN PRETEXTOS”

POR MINO D’BLANC

En el primer partido de Dinamarca en el campeonato de fútbol de la UEFA que actualmente se desarrolla en Europa, ocurrió un incidente que para muchos, incluyendo a la crítica especializada ha marcado un antes y un después en el fútbol, al grado que directivos y jugadores de diferentes clubes del mundo han pedido a la FIFA una revalorización de la forma en que se calendarizan las competencias internacionales en relación a los tiempos de las temporadas de las diferentes ligas.

Christian Eriksen quien tiene 29 años y que porta el número 10 en el uniforme de su selección y quien juega para la liga italiana para el Inter de Milán, cayó de manera impactante en el minuto 43 del juego que disputó Dinamarca contra Finlandia. El parte médico declaró que había sido un paro cardiaco y que se había ido por unos instantes, pero la oportuna reacción de uno de sus compañeros y el ingreso inmediato de las asistencias médicas lo salvaron. Lamentablemente, por lo que le pasó reportó el doctor que le atendió en el hospital que ya no volverá a jugar.

Lo sucedido conmocionó al planeta entero. Eriksen logró que lo que pudo ser una tragedia en el deporte fuera un ejemplo de unión en el mundo; jugadores, entrenadores, directivos, atletas de otras disciplinas (me queda claro que el fútbol dentro y fuera de la cancha muchas veces lo que menos tiene en México y otros países es disciplina, lealtad y honestidad), comunicadores, artistas, políticos, aficionados y hasta líderes religiosos se unieron al jugador a través de mensajes positivos.

Me surgió la pregunta ante el sistema que maneja la Federación Mexicana de Fútbol: si esto hubiera sucedido en nuestro país y en muchos más, ¿los jugadores o árbitros tienen la capacidad y el conocimiento en primeros auxilios para reaccionar de manera inmediata para salvar a un jugador que al fin y al cabo, jamás deja de ser un ser humano? Si un jugador falleciera de esa forma en el terreno de juego (como ha sucedido en otras ligas), los medios y la gente a través de las redes… ¿a quién culparían y qué dirían? ¿Harían memes que seguramente provocarían la molestia general del mundo?

Siempre he sostenido que en el fútbol se ve reflejada la forma de vida e ideología de un pueblo, de un país; lo fanáticamente miserables que pueden ser algunos o lo fanáticamente divertido, original y extrovertido que pueden ser otros. No por algo el mexicano es afecto a dar un grito que para las personas de la FIFA, de las otras Confederaciones y de otras naciones resulta homofóbico e insultante y que han amenazado hasta de excluir a la “gloriosa selección nacional” o a equipos mexicanos de competencias internacionales. Lo que no entienden –según muchos aficionados de nuestra patria- es que es el “caló” y que realmente no es tanto por “insultar” al arquero (la realidad es otra).

Hay gente que por ir a un partido de fútbol de su equipo favorito o hasta por apostar, gastan toda su quincena, todo su salario y al otro día recurren a las casas de empeño para intercambiar algún objeto por “morralla” (total, el dicho lo expone: “los bienes se hicieron para solucionar males”).

El espejo del fútbol es otro: hoy vi a Eriksen reflejado en un niño vendiendo dulces acompañado de su fiel amigo el firulais callejero (no el “fifirulais”), en un payasito haciendo malabares con balones de fútbol, en una mujer cargando a sus pequeños pidiendo trabajo para mantenerlos, en un limpia parabrisas de cristales subidos y bolsillo sin sueños…

Entonces escribí: “Fuerza Eriksen anónimo, que tu lucha diaria es ejemplo para un pueblo sin sueños y para gobiernos sin resultados. Que un compañero tuyo nos abra los ojos y nos detenga la lengua”.

Dios en cualquiera de tus advocaciones (Dios, Alá, Jeovah, Yahveh, Buen Hacedor, sistema, fútbol, dinero, riqueza, posesión, estrella, jugador, etc.): no permitas que esta alegoría que hago sirva para dividir mentalidades o lastimar susceptibilidades sistemáticas o partidistas. Sabes que la adversidad es la principal compañera de la pobreza y la desigualdad social.

 

 

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