Agnorante: Héctor A. Gil Müller

Agnorante
Héctor A. Gil Müller

Estamos donde estamos por lo que hemos dicho, el lenguaje es algo más que una descripción y se convierte en una construcción, y esto no es mística al contrario es lógica. Todos nuestros problemas o son heurísticos o son aritméticos. Y las dificultades son porque no decimos lo que pensamos o no hacemos lo que decimos.

La creación de palabras no es algo reservado a este tiempo. Siempre hemos buscado nombrar aquello que se vive, necesitamos un nombre para recordar, para comprender, pero también para anhelar. Antonio Machado escribió: “Hemos de vivir en un mundo sustentado sobre unas cuantas palabras, y si las destruimos, tendremos que sustituirlas por otras”

Agnorante es aquella persona que es ignorante, pero a la vez arrogante. Esta nociva combinación ya ha sido observada en el llamado “efecto Dunning-Kruger” en el cual los individuos incompetentes tienden a sobreestimar su habilidad, mientras que los individuos altamente competentes tienden a subestimar su habilidad. Esta combinación se verá en la próxima jornada electoral, en la que candidatos de partidos políticos altamente capaces enfrentaran una contienda que consideran perdida mientras que otros, sin formación alguna, exhibirán una gran seguridad edificada sobre la arena del desconocimiento.

Parece que la exhibición suficiente para acceder a un cargo público serán los méritos mexicanos, no en relación con la política, sino solo con el perfil que se ha construido desde Palacio Nacional. Esa Mexitocracia implica desechar la técnica o la formación política y exhibir sus méritos por la sola palabra. Hasta ahora el único presupuesto para constatar la honradez de un funcionario es la palabra, no hay ninguna propuesta o ejemplo para que los candidatos adopten políticas anticorrupción. Actores, cantantes, luchadores, deportistas, seductores sociales y algunos escasos constructores sociales engalanan el cartel electoral en la mayor elección organizada en el país.

Las campañas políticas están por comenzar y a tan solo setenta días de la elección se percibe un resultado no muy asombroso. Morena seguramente se llevará cientos de posiciones, la mayoría. Auspiciado en el discurso de un hombre con una filia que la política no sabe qué hacer.

Nuestro ejercicio democrático ahora es democrástisco, insertando el término cras, que significa mañana, hemos convertido a la democracia en un fenómeno del futuro, no en un antecedente del poder, sino en el futuro del mismo. Dejamos para mañana lo que hoy toca. La oposición ha elegido un discurso que le acerque al presidente, pero le separe de Morena. Parece que las campañas ahora se volverán un discurso sobre cómo estamos bien cuando estamos mal pudiendo estar mal como cuando estábamos bien”. Y uno que otro candidato empecinado en figurar en la “memeteca” popular y con esa fama después construir un discurso.

El escenario que ofrecen las campañas políticas será una batalla en muy corta distancia, la aprobación del presidente sigue tan estable que parece que la lucha será contra Morena, no contra la fuerza de Morena. Complicado para los estrategas, pero muchos de ellos ya sólo aspiran a obtener un número mínimo de votantes, nada dañará más la imagen de las elecciones que aquellos triunfadores en la derrota. La gama de candidatos políticos tan lejos de la formación y tan cerca a la seducción parece que no será suficiente. El pronóstico no es difícil de imaginar. Tenemos la necesaria política, pero ¿tenemos la suficiente política?

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