“El gran espectáculo de la vida, del que todos formamos parte…”

“Sin pretextos”
Por Mino D’Blanc

Este año ha sido caótico para el mundo entero por lo del COVID-19 y todas las consecuencias que provocó, desde miles de fallecimientos, hasta quiebras totales no solo de pequeños negocios, sino de grandes empresas de todos los rubros.

Sin duda alguna, el negocio del espectáculo fue de los primeros en detenerse y será de los últimos en volver a la nueva normalidad y seguramente pasará mucho tiempo para que se regrese a la normalidad de antes. Muchos artistas, productores, empresarios, músicos, cantantes, directores, opinan que jamás volverá a ser lo mismo.

Roberto Rodríguez Llera, quien es director del Auditorio Metropolitano en la ciudad de Puebla y de varios espacios que pertenecen y opera el gobierno del estado publicó en sus redes sociales una lista de la cantidad de empleos que se generan al realizar un espectáculo. Transcribo dicha lista:

1.- Stagehands, 2.- Eléctricos, 3.- Armadores de escenario, 4.- Seguridad, 5.- Operadores de máquinas de construcción, 6.- Personal de limpieza, 7.- Personal fijo del predio, 8.- Médicos, 9.- Bomberos, 10.- Policía, 11.- Diseñadores, 12.- Empresas de publicidad, 13.- Impresores gráficos, 14.- Arquitectos(as), 15.- Ingenieros(as), 15.- Productores generales, 16.- Productores técnicos, 17.- Productores ejecutivos, 18.- Asistentes de producción, 19.- Riggers, 20.- Stagemanager, 21.- Asistentes de músicos, 22.- Técnicos(as) de iluminación, 23.- Técnicos(as) de audio, 24.- Técnicos(as) de video, 25.- Técnicos(as) de FX, 26.-Técnicos(as) de backline, 26.- Vestuario, 27.- Maquillistas, 28.- Peinadores, 29.- Coordinadores de radiofrecuencias, 30.- Managers de artistas, 31.- Trabajadores(as) de logística, 32.- Trabajadores(as) de catering, 33.- Técnicos(as) en telefonía y redes, 32.- Bartenders, 33.- DJ’s, 34.- Restaurantes, 35.- Cocineros, 36.- Hoteles, 37.- Armadores(as) de camerinos, 38.- Conductores de fletes y camiones, 39.- Empleados(as) en oficinas / depósitos de cada empresa de servicio al show, 40.- Empleados(as) de empresas de transportes de personas y logística, 41.- Empleados de licoreras, 42.- Empleados de empresas gaseoseras, 43.- Empleados de empresas embotelladoras, 44.- Empleados de empresas de materiales desechables, 45.- Empleados de empresas procesadoras de alimentos secos, 46.- Radiodifusoras, 47.- Prensa escrita, 48.- Televisoras, 49.- Recaudadores de derechos de autor, 50.- Recaudadores de derechos fonográficos, 51.- Empresas de venta de boletería, 52.- Vendedores informales externos al evento, 53.- Taxistas, 54.- Domiciliarios, etc.

¿Se imagina, amigo lector, la cantidad de familias que dependen directa o directamente de un espectáculo?

Actualmente, ante la situación y para tratar de salir adelante, muchos artistas han decidido hacer espectáculos streaming (en línea), buscando ofrecer la mejor calidad de audio y de video al público, quienes por un precio “muy cómodo” compran su acceso.

Con un solo acceso pagado, un espectáculo en ese formato puede ser visto desde una persona hasta un grupo grande, lo que provoca si dividimos el valor del acceso entre las personas que lo ven en una casa, en un lugar, es un precio sin duda irrisorio.

La realidad es que una obra de teatro jamás se va a disfrutar igual en vivo que en streaming. Los efectos de luz, de audio, los diálogos, las intenciones, la energía del actor, por muy bien producido que esté el streaming, no se pueden disfrutar igual. El director de escena tiene que simplificar todo el trabajo magnificiente de la puesta en escena.

Hay quienes se preocupan por grabar lo mejor posible la obra, tratando de reflejar en las tomas la intensidad de las actuaciones, de las escenas y cuidando que se vean lo mejor posible las escenografías, los decorados, la editan, le ponen sonidos incidentales, etc., pero reitero, jamás va a ser lo mismo. Siempre va a hacer falta la magia que da el teatro, ese escenario con todos sus elementos escenotécnicos, esas salas con mucho o poco público, pero que al fin y al cabo es donde se logra la perfectible comunión historia-actor(es)-público.

Y de la música ni se diga. Ahora han surgido los Autoconciertos, pero, aun así, jamás será lo mismo disfrutar un espectáculo musical en vivo y en directo, aplaudiendo y coreando nuestras canciones preferidas del artista o grupo que se presenta(n); jamás va a ser lo mismo bailar escuchando al cantante, a la sonora, a la banda en vivo, que escucharlos y verlos desde el interior de un automóvil.

¡Jamás…! ¡Jamás…! ¡Jamás…! Tal vez jamás pensamos que íbamos a vivir una situación como esta, pero sí podemos comenzar a desear, a soñar, que muy pronto volveremos a la normalidad y ahora con plena conciencia de lo que vale la libertad de disfrutar al máximo un espectáculo en vivo y valoraremos y aplaudiremos a cada una de las personas que directa o indirectamente trabajan en el mismo, porque aunque pareciera que no, cuando adquirimos un boleto estamos pagando con él una mínima parte de lo que es la ardua labor de cientos de personas que llevan el sustento a sus familias gracias al espectáculo que vamos a ver. Al fin y al cabo, ¡todos formamos parte del gran espectáculo de la vida!

 

 

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