Por Albert Hernández
Se supone que el hogar es el lugar donde los niños podrán crecer y explorar el mundo sanamente y con seguridad. Pero lamentablemente para un gran porcentaje de estos inocentes, el hogar se ha vuelto una red de tortura donde han dejado enredados sus sueños y sus ganas de descubrir el mundo que los rodea.
El sentimiento infantil albergado en los juegos tradicionales como el juego a las escondidas se ha transformado en una obra teatral mal intencionada del silencio más doloroso, donde los adultos los obligan a esconder secretos mortales y amenazas, automáticamente convirtiéndoles la vida en un eterno martirio donde los pequeños son protagonistas de una obra macabra improvisada que puede durar días, meses y años hasta que estos agresores deciden sacarlos de su escenario burlesco callándolos por siempre detrás de un telón mojado de dolor y lágrimas. Siendo el antagonista alguien de su misma sangre.
Un informe sobre el estado global de la prevención de la violencia publicando en la página (www.news.un.org) en junio del 2020, por primera vez incluye cifras de homicidio infantil que se perpetraron en el año 2017. El cálculo es de 40, 150 niños en el mundo, que fueron víctima de homicidio. Al leer esto supe que es un dato alarmante y aterrador.
Este dato pone en evidencia un buen número que elementos (humanos) del mundo déspota, y la otra gran cantidad consentidores. Es sumamente preocupante que estos delitos sean perpetrados por juicios macabros de familiares, amigos cercanos y vecinos.
Afortunadamente algunas víctimas quedan “vivos” envueltos en un círculo donde creen que sentir pena, tristeza y miedo es parte de la vida. Se convierten en seres vulnerables y candidatos a estar implicados en episodios violentos, puesto que la violencia se vuelve parte de su naturaleza como víctimas o como agresores. Además pueden tomar el suicidio como una esperanza alternativa.
El segmento de edad que más sufre violencia sexual va de los 12 a 17 años, esto en gran parte porque hablar de sexualidad en los hogares se sigue viendo como tema tabú. Otra de las conductas erróneas de los padres que mal contribuyen al silencio de los niños es la falta de un equilibrio del tono de voz y la carencia de palabras adecuadas para dirigirse a sus hijos.
La ausencia de educación concienciada donde los niños se sientan en confianza para expresar sus sentimientos ha traído graves consecuencias. La falta de empatía social, vemos estos casos desde un ángulo independiente al nuestro, lo cual nos lleva a ver y callar sin darnos cuenta que nos estamos convirtiendo en cómplices de dolor y de muertes.
Todos contamos con un niño en casa, o cercano a nuestra familia, uno que nos hace gracia y reímos y que no quisiéramos que le pase nada malo por lo tanto, necesitamos actuar colectivamente, reforzar a los organismos que trabajan a favor de la protección de la niñez y la adolescencia. Los familiares, los maestros, los artistas podemos todos en conjunto convertirnos en ventanas de su cielo gris donde pueda entrar el rayo de la salvación a tiempo, no consueles a un niño con historia trágica, juntos evitemos que muchos pasen por una.
Usando la voz, los bailes, el canto la poesía, manda un mensaje a través de las redes sociales o por medio de plataformas virtuales. No al abuso infantil, cuando perforas el sueño de un niño, estás tiñendo de gris tu vejez.
La autora es escritora y poeta nicaragüense
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