75 años después de Hiroshima y Nagasaki, vuelve la amenaza nuclear

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El Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja insta a todos los Estados a poner fin a la era nuclear

Hace setenta y cinco años, en la mañana del 6 de agosto de 1945, un avión B-29 arrojó un arma nueva y aterradora sobre Hiroshima.

La bomba nuclear arrasó la ciudad, causó instantáneamente la muerte de unas 70.000 personas y dejó a otras decenas de miles más con heridas horrendas. Tres días más tarde, el 9 de agosto, una segunda bomba nuclear devastó la ciudad de Nagasaki y causó la muerte inmediata de 39.000 personas.

Se calcula que en 1950 habían fallecido 340.000 personas a causa de los efectos de las bombas, en particular de enfermedades causadas por la exposición a la radiación ionizante. El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y la Cruz Roja Japonesa fueron testigos del sufrimiento y la devastación cuando su personal médico y humanitario intentó, en condiciones casi imposibles, asistir a las personas agonizantes y heridas.

El 75° aniversario de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki llega cuando el riesgo del uso de armas nucleares ha alcanzado un nivel nunca antes visto desde el fin de la Guerra Fría. Ha aumentado la frecuencia de incidentes militares que involucran a Estados que poseen armas nucleares y a sus aliados, y los Estados con arsenales nucleares han amenazado explícitamente con usarlos.

Además, los acuerdos para eliminar los arsenales existentes están siendo abandonados, mientras se desarrollan nuevas armas nucleares, lo que pone al mundo en el peligroso camino hacia una nueva carrera armamentística. Estos hechos incrementan la urgencia de los esfuerzos de la comunidad internacional por prohibir y eliminar esas armas inaceptables. Dada la evidencia incuestionable de su catastrófico impacto, es extremadamente dudoso que su uso pueda siquiera cumplir con el derecho internacional humanitario.

“El horror de una detonación nuclear puede verse como algo lejano. Pero, hoy en día, el riesgo de que vuelvan a usarse armas nucleares es alto. Los tratados para reducir los arsenales nucleares y los riesgos de su proliferación se están abandonando, al tiempo que se producen nuevos tipos de armas nucleares y se formulan graves amenazas. Es una carrera armamentística, y es aterradora. Debemos instar a todos los Estados a prohibir las armas nucleares e impulsar a los Estados con arsenales nucleares a que negocien, de buena fe, una serie de medidas para su eliminación”, dijo Peter Maurer, presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).

“La comunidad internacional no tiene capacidad de ayudar a todos los que necesitarían asistencia después de un estallido nuclear. Las enfermedades causadas por la radiación, la disminución de la producción de alimentos y la enorme magnitud de la destrucción y la contaminación volverían insuficiente cualquier respuesta humanitaria significativa”, dijo Francesco Rocca, presidente de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.

En un gesto de amplio apoyo a un mundo libre de armas nucleares, 122 Estados adoptaron, en julio de 2017, el Tratado sobre la prohibición de las armas nucleares. Este instrumento será jurídicamente vinculante para los Estados que lo ratifiquen luego de alcanzar las 50 ratificaciones. Hasta la fecha, 40 Estados lo han ratificado. Para los Estados que poseen armas nucleares y que se adhieran al tratado, se establece un plazo para la eliminación verificada de sus programas de armas nucleares.

Los señores Maurer y Rocca encomiaron a los Estados que ya se han adherido al Tratado y alentaron a todos los demás a que sigan sus pasos, para que los hechos de 1945 no se repitan nunca más. Para ambos presidentes, es crucial que el Tratado se convierta en una nueva norma del derecho internacional humanitario.

“Desde el término de la Guerra Fría, nunca ha sido tan urgente enfatizar las consecuencias catastróficas y la profunda inhumanidad de las armas nucleares. Debemos señalar, con toda claridad y sin ambigüedades, que su uso, en cualquier circunstancia, sería inaceptable en los planos humanitario, moral y jurídico”, dijo el señor Rocca.

En el mundo hay más de 14.000 bombas nucleares, miles de las cuales están listas para ser lanzadas en un instante. El poder de muchas de esas ojivas nucleares es decenas de veces más grande que el de las armas lanzadas sobre Nagasaki e Hiroshima.

“Sin lugar a dudas, las armas que tienen consecuencias humanitarias catastróficas no pueden ser vistas como instrumentos de seguridad”, dijo el señor Maurer.

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