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La enfermedad que provoca el coronavirus, conocida como covid-19, es un temible recordatorio de la inminente amenaza global que representan las enfermedades infecciosas emergentes.
Aunque las epidemias han surgido a lo largo de la historia de la humanidad, ahora parecieran estar en aumento.
En los últimos 20 años, solo los coronavirus han causado tres brotes importantes en todo el mundo. Y algo aún más preocupante: el lapso de tiempo entre estas tres pandemias se ha acortado.
Soy virólogo y director asociado del Laboratorio de Diagnóstico de Animales de la Universidad Estatal de Pensilvania, en Estados Unidos, que estudia los virus zoonóticos, aquellos que saltan de los animales e infectan a las personas.
La mayoría de las pandemias tienen al menos una cosa en común: comenzaron su trabajo mortal en Asia o África.
Explosión de la población y cambios en el paisaje urbano
Un cambio sin precedentes en la población humana es una de las razones por las que se originan más enfermedades en Asia y África.
Una urbanización rápida está teniendo lugar en Asia y las regiones del Pacífico, donde ya vive el 60% de la población.
Según el Banco Mundial, cerca de 200 millones de personas se mudaron a áreas urbanas en el este de Asia durante la primera década del siglo XXI.
Una migración a esa escala significa que se destruyen tierras forestales para crear áreas residenciales.
Los animales salvajes, obligados a estar en mayor proximidad de pueblos y ciudades, se encuentran inevitablemente con animales domésticos y con la población humana.
Los animales salvajes a menudo albergan virus; los murciélagos, por ejemplo, pueden transportar cientos de ellos. Y los virus, que saltan de especie en especie, pueden finalmente infectar a las personas.
En última instancia, la urbanización extrema se convierte en un círculo vicioso: más personas traen más deforestación, y la expansión humana y la pérdida de hábitat finalmente matan a los depredadores, incluidos los que se alimentan de roedores.
Con la desaparición de los depredadores, o al menos con un número muy reducido, la población de roedores explota.
Y como demuestran estudios llevados a cabo en África, también lo hace el riesgo de la aparición de enfermedades zoonóticas.
La situación solo puede empeorar. Una proporción importante de la población del este de Asia todavía vive en zonas rurales y se espera que el proceso de urbanización continúe por décadas.
Agricultura de subsistencia y mercados de animales
Las regiones tropicales, ricas en biodiversidad, ya albergan numerosos patógenos, lo cual incrementa enormemente las posibilidades de que surja un nuevo patógeno.
El sistema agrícola en África y Asia no ayuda.
En ambos continentes, muchas familias dependen de la agricultura de subsistencia y de un suministro minúsculo de ganado.
El control de enfermedades, los suplementos alimenticios y los espacios disponibles para estos animales son muy limitados
El ganado vacuno, las gallinas y los cerdos, que pueden transmitir enfermedades endémicas, están a menudo en contacto cercano entre sí, y con una variedad de animales no domésticos así como con seres humanos.
Y no solo en las granjas: los mercados de animales vivos, muy comunes en Asia y África, suelen estar abarrotados. Allí se mezclan múltiples especies, incluidos los humanos.
Esto juega un rol clave en cómo un patógeno mortal puede surgir y propagarse entre especies.
Otro riesgo es lacaza y la matanza de animales silvestres, que está particularmente extendida en África subsahariana.
Estas actividades, que amenazan a las especies y cambian irrevocablemente los ecosistemas, también acercan a las personas a los animales salvajes.
La caza de animales silvestres es un camino primario para la transmisión de enfermedades zoonóticas.
Medicina china
También lo es la medicina tradicional china, que promete remedios para un sinnúmero de afecciones como la artritis, la epilepsia y la disfunción eréctil.
Aunque no hay evidencia científica para apoyar la mayoría de estas aseveraciones, Asia en un gran consumidor de productos de la medicina tradicional china.
Tigres, osos, rinocerontes, pangolines y otras especies animales son cazados de forma ilegal para mezclar partes de sus cuerpos con estos medicamentos cuestionables.
Esto, también, es un factor importante en el aumento de la interacción entre animales y humanos.
Es más, es probable que se incremente la demanda de estos productos con el inexorable crecimiento económico de Asia.
Cuestión de tiempo
Los virus, miles de ellos, continúan evolucionando.
Es solo cuestión de tiempo antes de que ocurra otro brote importante en esta región del mundo.
Todos los coronavirus que causaron epidemias recientes, pasaron de murciélagos a otro animal antes de infectar a los humanos.
Es difícil predecir con precisión que cadena de eventos desembocará en una pandemia. pero algo es seguro: los riesgos pueden mitigarse desarrollando estrategias para minimizar los efectos humanos que contribuyen a las perturbaciones ecológicas.
Como lo ha demostrado el brote actual, una enfermedad infecciosa puede empezar en una parte del mundo y propagarse rápidamente por todo el globo.
Se necesitan con urgencia estrategias constructivas de conservación para prevenir la deforestación y reducir las interacciones entre animales y humanos.
Y un sistema de vigilancia global para monitorear el surgimiento de estas enfermedades —que ahora no hay— sería una herramienta indispensable para ayudarnos a combatir estas epidemias aterradoras y mortales.
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