Faltan oportunidades en 73% de países, por baja inversión en investigación

Dr. Alfredo Sandoval Villalbazo

Académico del Departamento de Física y Matemáticas de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México e Investigador Nacional

· De acuerdo a la UNESCO, menos del 30% de los países superan 1% de inversión de su riqueza en áreas de investigación y desarrollo.

La falta de inversión en investigación y desarrollo en cualquier país se traduce en dependencia tecnológica, bajos salarios, desempleo, altos niveles de pobreza, migración forzada y delincuencia.

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) ha hecho ver que todo país debe invertir al menos el 1% de su riqueza (Producto Interno Bruto) en estas áreas, y ha proporcionado datos públicos sobre el estado de este importante indicador en 126 naciones.

En este contexto, la Ley de Ciencia y Tecnología vigente en México, en su artículo 9 BIS establece que: “El monto anual que el Estado-Federación, entidades federativas y municipios destinen a las actividades de investigación científica y desarrollo tecnológico, deberá ser tal que el gasto nacional en este rubro no podrá ser menor al 1% del producto interno bruto del país mediante los apoyos, mecanismos e instrumentos previstos en la presente ley”. Actualmente, en México sólo se invierte el 0.5% del PIB en investigación y desarrollo.

Más allá de la evidente necesidad de que se incremente el porcentaje de la participación privada en investigación y desarrollo en México , es importante reflexionar sobre la falta de recursos dedicados a este importante rubro a nivel global. Los datos muestran que 92 de 126 países documentados por la UNESCO invierten menos del 1% de su producto interno bruto en estas áreas, ignorando en la práctica la recomendación de este organismo y poniendo en entredicho el futuro de sus poblaciones.

Estas cifras implican que menos del 30% de los países atienden a las indicaciones de las Naciones Unidas sobre los gastos mínimos que cada país debe ejercer para garantizar la existencia de infraestructuras sólidas en sus áreas de ciencia y tecnología. De hecho, sólo Corea del Sur e Israel invierten más del 4% de su riqueza en estos sectores, mientras que siete países del mundo llegan al extremo de invertir menos del 0.1%.

La información correspondiente a Centroamérica es particularmente alarmante. Nicaragua y Belice no proporcionan datos a la UNESCO; mientras que oficialmente Honduras y Guatemala tienen una inversión nula en investigación y desarrollo. Es interesante observar que Costa Rica supera a México en este indicador por una décima de punto porcentual y Panamá únicamente invierte el 0.1% de su PIB en investigación y desarrollo. Estas cifras coinciden con la falta de oportunidades para las poblaciones respectivas, lo que a su vez acentúa los crecientes flujos migratorios en la región.

La inversión pública y/o privada en investigación y desarrollo no es un simple lujo, más aún si se considera la crisis climática por la cual atraviesa el planeta. Amplias regiones de América Central son especialmente vulnerables a fenómenos extremos tales como las ondas de calor mortales.

Sin la decidida inversión encaminada al desarrollo tecnológico, incluyendo soluciones creativas para mitigar los efectos del calentamiento global, la crisis migratoria se agudizará hasta alcanzar niveles críticos. Es indispensable que este tipo de retos sea abordado en el corto plazo a nivel global.

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