Ricardo Homs
La Cámara de Diputados prepara ya la eliminación del Consejo de Promoción Turística, el organismo responsable de la promoción turística en los mercados internacionales. El argumento para desaparecer es la necesidad de bajar el gasto federal y combatir la corrupción.
Bajar gastos desapareciendo organismos productivos, es una visión simplista que puede tener graves consecuencias en la productividad de varios rubros de importancia estratégica para el país, como el turismo.
No es lo mismo gasto que inversión.
Cuando el dinero que se eroga no genera dividendos, efectivamente es un gasto, pero cuando ese dinero tiene un retorno y produce utilidades, se convierte en una inversión.
Cuando la rentabilidad de lo invertido no cubre las expectativas, siempre existe la posibilidad de hacer ajustes para mejorar la eficiencia.
Ahorrar cerrando organismos productivos, tarde que temprano trae graves consecuencias, pues se desestimula la productividad.
Si la vaca come mucho, ¿mejor dejarla morir?. Ese parece ser el criterio que hoy prevalece.
Lo correcto sería vigilar su alimentación para mejorar la correlación entre lo que consume y la rentabilidad de lo que produce y tomar las decisiones que optimicen la inversión.
De que hubiese un alto grado de corrupción en el CPT, es una posibilidad bastante alta dado lo sucedido en otros organismos gubernamentales. Sin embargo, eso no justifica su cierre, pues esto significará una disminución en los esfuerzos promocionales para atraer turismo.
Esta respuesta es la misma que se dio a las estancias infantiles cuando se descubrieron unos casos de corrupción… la respuesta fue tajante, el cierre.
Hoy sabemos que fue una respuesta apresurada pues el número de estancias mal administradas y opacas no justificó el daño a miles de madres que vieron complicar su vida laboral por no tener a quien dejar a sus hijos.
Ejemplos particulares, no deben generar respuestas superficiales.
Seguramente en el plazo inmediato el ahorro se verá reflejado en los números económicos de este gobierno y parecerá que la decisión fue correcta, por lo que veremos un gran despliegue gubernamental vanagloriándose de estar dando resultados.
Sin embargo, cuando lentamente se empiecen a percibir los daños con una disminución en la productividad del sector turístico, quizá a lo largo de tres años, no habrá remedio, pues otros países capitalizarán a su favor los espacios que los mexicanos dejamos de ocupar en la promoción de nuestra oferta turística. Rescatar lo perdido va a ser muy difícil.
Los ahorros mal aplicados en actividades comerciales suelen tener funestas consecuencias.
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