Por: Dr. Alfredo Sandoval Villalbazo
Académico del Departamento de Física y Matemáticas de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México e Investigador Nacional
· La imagen directa del escenario astrofísico del agujero negro supermasivo constituye un ícono que representa una gesta de rebeldía histórica
Nuevamente, los medios tradicionales de comunicación han quedado a deber ante un gran logro científico. Reducir la histórica imagen fotográfica de la frontera de un agujero negro a un simple “Einstein tenía razón”, es el equivalente a que en un partido clave de futbol se dispare un balón por arriba del arco sin portero y sin marca de por medio. Las repercusiones de este éxito tampoco pueden limitarse a otorgar premios y reconocimientos a la labor de los numerosos grupos participantes, debe enfatizarse la trascendencia del proyecto hacia la sociedad en general.
Una de las mayores virtudes de Einstein fue su honestidad intelectual, la cual se tradujo en un enfoque hacia el quehacer científico que desafortunadamente no es frecuente en nuestros días. Este enfoque consiste en identificar aspectos simples y armónicos en la naturaleza, accesibles a cualquier persona y establecer consecuencias verificables con el uso del razonamiento matemático.
La idea de que no existen observadores privilegiados al describirse eventos reproducibles experimentalmente es clara y comprensible; las matemáticas involucradas para establecer las implicaciones de esta idea obedecen a una lógica sistemática que involucra simbología cuyo manejo parece limitado a un angosto grupo de nerds, pero cuya comprensión sólo requiere de estudio disciplinado y deseo de profundizar sobre la realidad objetiva.
En 1915, Einstein logró enlazar los fenómenos gravitacionales con el tema metodológico de la objetividad del trabajo experimental. Las ecuaciones obtenidas predicen la observación de fenómenos que en su momento eran considerados aventurados y que han sido verificados gracias a tecnología desarrollada por más de un siglo. Entre estos fenómenos destacan la desviación de la trayectoria de los rayos de luz al pasar cerca de las estrellas (1919), la expansión del universo visualizada a través del corrimiento al rojo de la luz proveniente de galaxias lejanas (1929), las ondas gravitacionales (1974, 2016) y los agujeros negros (2019).
Verificar la teoría de la relatividad va mucho más allá de la búsqueda de reconocimientos académicos, intereses económicos o ‘interesantes’ impactos mediáticos. En la práctica, el enfoque einsteniano para acercarse a la realidad física es común desde nuestra infancia y en buena parte es reprimido por un entorno orientado a un mal entendido ‘éxito social’.
La evidencia fotográfica directa de la existencia de objetos astrofísicos extraordinarios inicialmente concebidos con base en cálculos realizados con papel y lápiz hace más de un siglo debe ser motivo de reflexión social y de nuevas iniciativas para reposicionar a la ciencia en la cultura humana, lo cual es urgente en el contexto de la crisis climática por la que atraviesa el planeta.
Actualmente, la física relativista suele ser caricaturizada en los medios electrónicos con imágenes de pizarrones poco comprensibles, personajes estereotipados y tecnología inverosímil. Este tipo de estrategia mercantil ha alejado a una proporción significativa de jóvenes de las ciencias formales en países como México.
Las escuelas en los niveles básicos tampoco motivan con efectividad el estudio y desarrollo de las ideas básicas de la física fundamental. Si bien es frecuente que en las aulas se valore verbalmente el trabajo científico, el temor al manejo del lenguaje matemático, la mecanización, la sobrevalorización de las calificaciones y las inadecuadas condiciones de trabajo de numerosos docentes causan indiferencia hacia el alumnado y los acerca a actividades ‘redituables’ que en los peores casos se llegan a vincular con la delincuencia.
Contrario a lo que comúnmente se sugiere en la televisión, la ciencia contemporánea con pertinencia social es accesible, no implica costos económicos prohibitivos y no depende de la existencia de genios superdotados.
Hoy, computadoras y celulares convencionales cuentan con capacidades de cálculo, visualización y comunicación que constituyen verdaderos laboratorios de análisis de datos que permiten establecer verdades no evidentes y hacen posibles aportaciones puras y aplicadas desde trincheras anónimas e insospechadas.
La imagen directa del escenario astrofísico del agujero negro supermasivo constituye un icono que representa una gesta de rebeldía histórica que parte del uso del papel y el lápiz para desarrollar la imaginación a través de la metodología científica e inspira para crear nuevos paradigmas en la búsqueda de la trascendencia.
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