Universitat Oberta de Catalunya
Más allá del uso de la tecnología, el profesional sanitario debe entender que forma parte de toda una política de transformación del sistema de salud.
Los profesionales de la salud han interiorizado la importancia de la teleconsulta, pero queda mucho camino para implantar la salud digital.
Con la COVID-19, el uso de herramientas tecnológicas enfocadas a la atención en salud ha ganado terreno. La incertidumbre, los nervios y el estrés que genera acercarse a un centro de salud ante un posible contagio han convertido a la teleconsulta, de repente, en la nueva forma de acceder a los servicios de atención primaria. Sin embargo, esta transición de presencialidad a remoto, sin los conocimientos ni recursos digitales, administrativos y humanos adecuados, podría ser un retroceso en lugar de un avance para el campo de la salud una vez volvamos a la normalidad. «La salud digital no es “nosotros hacemos y luego preguntamos a los pacientes si les gusta”. Debemos poner a los pacientes y los profesionales desde el principio, y creo que eso a veces se nos olvida. Ahora, el problema no es que esté implantándose porque está de moda, porque había una situación excepcional, sino que se consolide.
Los médicos no tenían otro remedio y han comenzado a hacer videollamadas, teleconsultas, etc., pero eso no es necesariamente salud digital», asegura Albert Barberà, director del eHealth Center de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
A través de internet y las aplicaciones móviles, los centros de salud han podido optimizar y mejorar la prestación de algunos servicios médicos. Y aunque en un principio eran varios los interrogantes en pacientes y profesionales frente al uso de herramientas digitales y la calidad de la consulta en cuanto a la comunicación y el trato humano ―ante la falta de acercamiento en un mismo espacio―, esta crisis sanitaria ha obligado a cambiar muchos de los paradigmas en la atención.
«Está muy ligado a un reto: el reto ético. La salud digital no es un problema tecnológico, la tecnología es una herramienta que está allí», asegura el director del eHealth Center, que añade: «El profesional está inmerso en un sistema y no solo debe saber cómo utilizar la app para preguntar al paciente si se encuentra mejor del dolor, si ha aumentado o disminuido, etc., sino que debe entender que forma parte de toda una política de transformación de la salud».
La transformación digital en el ámbito de la salud tiene aún mucho camino por recorrer, pero el uso de esta tecnología durante
la pandemia debe evaluarse para mejorar los conocimientos y las habilidades de los profesionales en salud, de forma que garanticen la eficiencia y la seguridad de los pacientes. Según explica Barberà, las herramientas digitales deben acompañarse de un cambio del sistema que agilice y garantice el cambio, lo cual va ligado a una mayor capacitación de los profesionales sanitarios y una ampliación de la alfabetización digital que faciliten posteriormente la humanización en la atención.
Aunque las herramientas tecnológicas han permitido innovar, para el experto de la UOC es necesario empezar a agruparlas por objetivos y por lo que se pretende hacer con ellas. Entender el estado actual de implantación de esta tecnología y analizar cuál es la percepción de los profesionales sanitarios sobre la eficiencia, la eficacia y la accesibilidad de estas herramientas será fundamental para que en la formación profesional se comience a incluir cómo hay que usar la tecnología en clínica práctica. «Esto va del uso de la receta clínica electrónica, la prescripción, el uso de las apps, las videoconferencias, las visitas sincrónicas y no sincrónicas, etc. Es la visión según la cual el profesional debe entender dónde está, lo que requiere en muchos casos aprender y practicar nuevas habilidades relacionadas con la dimensión digital».