Bitácora de futuro. Relato: Confesé lleno de miserias 

Bayardo Quinto Núñez

Pensamientos

“Si te necesito dónde  te busco. No me necesitas nunca más. Sólo creo lo que las personas me demuestran. Y cuando sueltas algo es porque llegará algo mejor.” 

“En un futuro llegará a ser, lo que era grotesco,  feo en la “Cultura de las Artes” será lo más bello que parió la humanidad. En ese momento comprenderá la humanidad del gran error que cometieron los “críticos literarios y no, sabelotodos y mal intencionados. Es, loable, no dejar nada de fuera”

La imaginación es tan extraordinaria como la realidad, aunque a posteriori te diré por qué. La abuela con rostro inexpresivo, y con respuesta corta en su interior, a su nieto Matías,  bajo una incertidumbre sin precedentes le exteriorizaba: ya vine de la iglesia, no me confesé, vengo llena de miseria. Le dije al sacerdote: traigo pecados, él me respondió,  usted ya no puede cometer más pecados, ya agotó su cuota, ya no puedes ocasionar ningún perjuicio, ese es tu castigo ahora en vida, debes esperar tu hora. Pero que barbaridad le ha expresado ese sacerdote, le arguye Matías a su abuela. En fin, Matías  déjame decirte esto: mira, era muy lejano, allá  se notaba lo que se anhela, verse en alguno de los senderos de la eternidad, para poder volver a vernos. No es locura, ya no creía nada. Iré  después. El manantial de agua se desbordaba desde los cielos, daba vueltas y vueltas rebosando en las hendidura de la puerta y ventanas corroídas por el tiempo.

La tormenta estaba a punto de cesar, sus últimos suspiros empañaban, iniciaba a sacudir sus alas, pero antes la lluvia había desenterrado todo tipo de bichos. La tierra mordazmente se bebía el agua a grandes sorbos, se atragantaba, era como una mordedura de culebra.

El viento descorría la lluvia que ya cesaba, haciendo crujidos indómito, entonces, la lluvia se metió en su nido, allá,  y más  allá  de las nubes, dónde están resguardados mi madre, padre y hermano, donde ahora no puedo verles, alcanzarlos, ni llegan mis artes, pero sí la imaginación y la esperanza, fe si logran llegar, eso es por ahora eterno disfrute.

Aunque, nunca salen las cosas como uno las desea, mientras tanto las flores del jardín, el jazmín alegraba el ambiente con su exquisito aroma, era como saborear un (os) bocados de comida. En ese impase, ya eran las siete de la noche, no había ni una luz encendida en el manto del cielo, todo era color azabache, volvió  a llover, se escuchaba el crujir de los árboles y el barbotear de las gotas de agua que descendían de allá. Y, por los contornos de la madrugada, solamente se escuchaba una ligera llovizna, el ladrido de perros,  el caracoleo de varios caballos, una que otra carreta que pasaban para el mercado, daba un poco de miedo. Era como el perdón  de los pecados y la resurrección de la carne, en ese momento, se apagaba la luz noctámbula y se avizoraba la luz del nuevo amanecer. Ahora la lluvia se había metamorfoseado en murmullo. 

Los sollozos del alma continuaron oyéndose confundidos con revoloteo del siseo de la lluvia , era todo un espectáculo musical, eran violines, trompetas, flauta, guitarra, piano, violonchelo, contra bajo, en fin, era la era de la sinfonía natural, sin bemoles ni sostenidos. El golpeteo del tiempo era una maravilla. Sonaba y resonaba en el ambiente, la abuela así lo estimuló  en los recovecos, paredes de su mente. Era como ir y venir de cartas de otro mundo, y era como estar platicando, soñando, hablando con ese nacimiento de sonidos.

En si, la (s) lluvias es evidentemente un rondín y miel derramada hasta que los inocentes y humildes  ojos, el alma se endureció por la humillación del destino tiempo, pero vino un ángel proporcionando. Pues, nunca prestaron la debida atención, dejaron que muriese en vida. Quizá era el sabor del azahar en el tiempo, y el tiempo ido. Pero, es hora que te larguen pecado a propósito, que seas mejor un rumor lejano y come de tu propio pecado por maledicente, traga tu propio veneno, acostúmbrate y sabelotodo  que todo se sabe, las maldades que haces, no puedes con tus remordimientos, eso incinera. Se sabe el día  que murió, antes, expresó: escuchó el caracoleo de varios caballos, que los perros ladran, que el gallo canta, que los grillos emiten sus sonidos y que el alacrán huye lejos dónde no lo alcancen. Mira Matías, si todo esto lo comentara a otros, dirían quizás  que estoy loca, aunque siempre lo dicen.

Entonces, el corazón humano es como la profundidad del mar, es un  hoyo sin límites de profundidad de misterios, de sabores, en donde, se ama, disculpamos quizá perdonamos e infligimos a cada momento los mismos y más errores, aquí  vemos y encontramos la existencia y el significado de la vida y muerte y de nuestra propia existencia, y la vida y vivir es donde se aprende a caminar por los caminos tortuosos del alma, para  sanar y volver hacer uno mismo, y lo primordial volver a tener fe, esperanza para  amar.

Aunque el cielo sea el dueño absoluto del día, la noche y no sé qué quizá las sombras lo disuadan y sólo las preciosas estrellas fugaces se mantengan encendidas, esa podría ser la ganancia del cielo para poder obtener su mirada y servir a los semejantes como una nova luz..

Aunque, estemos llenos de ecos, esperanza, alegría y el tiempo nos vaya pisando los pasos, con risas agotadas, viejas de andar por ahí y por el uso cuasi desgastadas. Pienso mi querido nieto Matías, que,  llegará el día que se tiene que apagar y ser un féretro impensado pero realizado como parte de la naturaleza del ser, todo acaba, todo nace. Esa es una ley de la vida, incluyendo todo lo que te he ido relatando, comentando. Por ejemplo, hace años viste en mi hacienda muchos arboles, ahora ya no existen. En fin, y muchas cosas más. Ni más ni menos.

Fíjate Matías, antier que venía del mercado, me encontré con un velorio, me detuve, entonces, una mujer se me acercó  y me dijo: rece por la difunta, ésta se quitó el sombrero y su suéter, y de ipso facto reconocí  el rostro de mi mamá Fidelina, le pregunté qué haces aquí. Mi madre salió corriendo y se escondió  en el tumulto de los que asistían a la vela, y sabes querido nieto, mi madre murió hace 20 años, y mira aún vagando por los contornos de este mundo, no te asombres, si escuchas reverberación diferente o conocida.

-Cómo es que usted me encontró-preguntó Matías a la abuela-.

-Bueno, estaba en la calle de transeúnte y te abordé, pero yo soy una reverberación, no existo, pero existo, la muerte no es un reparto de bien, respondió la abuela que hacía 30 años había fallecido-. El nieto salió corriendo, los perros le ladraban, y en la esquina un par de muchachas, asombradas, le dijeron: oye vos, por qué corres, ven, toma un poco de agua. El nieto, se le acercó, quiso hablar, pero quedó mudo, nunca más volvió a gesticular palabras, pero, vivió  feliz el resto de sus días porque aunque su madre y abuela estaban muertas, había hablado por última vez con ellas.

Matías, se fue a vivir al pueblo “DEL FULGOR” ubicado a 70 kilómetros dónde vivió anteriormente. Ahora él se despertaba todas las madrugadas hacer sus labores en su hacienda que compró con la herencia de su madre, y siempre escuchaba como temblaba la calle con el pasar de los carretones jaladas a mano por las personas que van al mercado y por las carretas de bueyes que llegaban de tierra adentro con un sinfín de productos cosechas por sus tierras. Incluso, se escuchaba el rechinar de las ruedas que hacen temblar las puertas, ventanas, los asientos, esa era la hora que el ambiente se impregnada de olores exquisitos a pan, pues, las panaderías era la hora que horneaba. Era todo un espectáculo ver las sombras de la noche que se iba y de su eco con los de repentes del tiempo

De esa manera a Matías se le iban a cavando sus recuerdos, ya se había casado con NATACHA  y habían procreado tres hijos, tenía 67 años, vivía  feliz, y a veces oía voces sin sonido, era algo extraño, como las voces que se escuchan cuando se sueña y después se olvidan.

En otras ocasiones balbuceaba, una ocasión  dijo, NATACHA, ella un poco más  y se desmaya, al oír de la boca de su esposo su nombre. Recapacitó, si todo es imaginario.

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☆Biodatos de Bayardo Quinto Núñez, Escritor, Pintor, siempre estudio Música, Artesano del calzado, Profesor de educación física en instructor deportivo baloncesto, Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales. Y Nicaragüense☆.

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