Héctor A. Gil Müller
Aunque el futuro puede ser estudiado bajo la disciplina de la ciencia, de ahí la estadística, la probabilidad, la proferencia y la planeación, ser oráculo en tiempos inciertos parece mas profecía que discurso académico. Nos es dada la gracia de almacenar el pasado pero aunque podemos guardar mucho del futuro en el optimismo o el pesimismo, conocerlo no es descripción sino desconcierto. El futuro lo opacamos con lo que queremos y lo suavizamos por lo que podemos, pero nos entrega siempre algo más. En 1956 cantaba Doris Day; ¿qué será, será?, reconociendo que el futuro llega y es difícil prever e inútil pensar que por nuestra premura el tiempo se apurará. Qué paradójico que la canción ganara fama en medio de la cinta “el hombre que sabía demasiado” del genial Alfred Hitchcock y que le hizo ganar el Oscar como mejor canción.
Recientemente el candidato Donald Trump en su gira de campaña alertó sobre el crecimiento industrial en México como consecuencia de su mano de obra, sus esquemas de inversión y el contexto económico han permitido a la inversión llevarse buenos dividendos. Esta migración industrial eocasiona que la producción americana, con los costos y deficiencias conocidas, se mude a otros países, siendo México el actual evidente. Un discurso salvador para la clase trabajadora que ha dejado un trabajo manual y no encuentra ocupación. Varios factores han brillado a pesar de la opacidad que generan otros, México ha recibido mucha inversión extranjera, con algo de desprecio lo adjudicamos a la geografía, pero en realidad son elementos virtuosos que han hecho de nuestro país un entorno competitivo, lento en su transformación, pero competitivo.
En tiempos como los actuales, los partidos ya no son oposición ya sea por su número reducido en un modelo representativo o por la esterilidad de su discurso en una población embelezada. Ahora vivimos una ecología política de movimientos y no de partes. Ese cambio no es novedoso pero si es mayor. Porque sobre la disciplina la seducción, ante la rutina la innovación. A la falta de contrapesos otros se levantarán como oposición. Es humano tener oposición, en los regímenes totalitarios la oposición no siempre vino del mismo terreno, en su momento se levantó la Iglesia, y cuando esta fue soberana se levantó la escuela. La oposición surge aun y cuando los actores no sean iguales.
Ante la escasa oposición política futura del régimen otros elementos ocuparán ese papel, entre ellos y con mayor relevancia EUA y Canadá, nuestros socios y vecinos, mediante el Tratado de Libre Comercio TMEC. El tratado en su más reciente revisión estableció mecanismos de alarma por la violación de derechos sindicales, modificó nuestro esquema de justicia laboral y también incrementó el salario mínimo. La próxima revisión del tratado ocurrirá en 2026, pero empieza desde que ambos mandatarios tomen la silla en cada país, seguramente como resultado de esas negociaciones, imposiciones y sanciones sabremos que viene. Será un tamiz entre ocurrencias e ideas, entre deseos y acciones entre posibilidades y aspiraciones.
Seguramente sobre la mesa de negociación del TMEC estará la reforma judicial, las reformas laborales y seguramente muchos otros compromisos ambientales y sociales. Claudia Sheinbaum, que aunque tiene la misma ideología no tiene el mismo estilo de gobierno que su antecesor, debe ser cauta y astuta para separar las ideas y las ocurrencias en términos de construcción del país, si no lo hace; ¿qué será, será?.
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