Por el Mtro. Salvador Echeagaray, Académico de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG)
Ya hemos realizado varios artículos sobre la verdad. Ninguno sobre la mentira. Hemos dicho que la verdad es la adecuación de la mente con la realidad. Entonces ¿se podrá concluir que la mentira es la inadecuación de la mente con la realidad? Pues no. Eso sería la falsedad, el error o la equivocación.
En la mentira hay también, como en la verdad, adecuación de la mente y la realidad, sin embargo, se dice lo contrario. Quien dice una mentira está consciente de que piensa una cosa – pero dice otra -. Ese detalle es la diferencia con la falsedad o error.
En la mentira existe la intención de engañar. Hay entonces, cierto grado de maldad en la mentira. Luego, el mentiroso actúa mal, pues está consciente de que miente, ya sea por sacar algún provecho o hacer un daño. Bueno, se dirá que existen diferentes grados de mentira, y sí.
Está la mentira jocosa, la de los chistes o bromas. La mentira piadosa, que se dice para ocultar un mal mayor. Esas tienen un factor de tolerancia o atenuante. Lo ideal sería no decirlas pero, “a veces es necesario”.
Pero, la mentira que si conlleva una gran dosis de maldad es la mentira dañosa. Ésta, es la que se dice para lastimar, perjudicar o sacar provecho, a veces, para calumniar.
Esta mentira es mala y tenemos la obligación moral de evitarla para el correcto funcionamiento de nuestra sociedad.
El autor es Director del Departamento de Filosofía de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG).
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