Universitat Oberta de Catalunya
Para 2025, unos 85 millones de puestos de trabajo pueden ser reemplazados por máquinas, pero también surgirán 97 millones adaptados a esta nueva configuración de pareja laboral: máquina-humano.
“Es fundamental entender que ante esta nueva situación laboral se requieren profesionales con amplias competencias para adaptarse rápido a las nuevas maneras de trabajar y a las nuevas profesiones” (Eva Rimbau)
De acuerdo con las nuevas dinámicas sociales, nos encontramos frente a lo que denominamos mundo BANI, es decir, un mundo frágil, ansioso, no lineal e incomprensible (en inglés, brittle, anxious, nonlinear e incomprehensible), que afecta todos los entornos, hoy más que nunca.
En este contexto, las organizaciones han tenido que acelerar su proceso de transformación digital y responder a los nuevos retos económicos y sociales. A su vez, los trabajos han cambiado y existen nuevas tecnologías y herramientas que pueden generar temor porque facilitan el reemplazo de la mano de obra. Según el informe de 2020 del World Economic Forum sobre el futuro del trabajo, para 2025, unos 85 millones de puestos de trabajo pueden ser reemplazados por máquinas, pero también surgirán 97 millones adaptados a esta nueva configuración de pareja laboral: máquina-humano. Desde este punto de vista, lo que se necesita es una real transformación del sector laboral.
Ante este panorama, Eva Rimbau Gilabert, profesora agregada de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), señala que las organizaciones deben planificar de modo estratégico todo el proceso de transformación digital y la gestión del talento humano. “Hay que planificar no solo cuántas personas voy a necesitar, además de las que ahora tengo, sino precisamente cómo se van a transformar esos puestos de trabajo, que cada vez van a ser más digitales. Quizás no todas las empresas tengan la capacidad para hacerlo, pero hay que ayudarlas en la medida de lo posible. Primero, a plantear el reto de esa planificación estratégica de las transformaciones de los puestos de trabajo ante la digitalización y, luego, a gestionar el talento”, afirma la experta.
Habilidades blandas y digitales para el nuevo mundo laboral
Si bien es cierto que diferentes tareas y funciones pasarán a ser realizadas por softwares y robots, también es cierto que los profesionales deben conocer estas nuevas herramientas, apropiarse de ellas e implementarlas y, aún más importante, enfocarse en las soft skills o habilidades blandas, en aquellas cualidades humanas que, ante tanta competencia técnica, se convierten en diferenciadores claves durante un proceso de selección.
De acuerdo con el estudio “Soft skills 4 talent 2016”, de la empresa especializada en estrategia del talento ManpowerGroup, en el que han participado 3.791 empresas de ocho países europeos, estas habilidades “son útiles para afrontar los desafíos competitivos que presentan los diversos sectores y mercados”. Asimismo, indica que el perfil del candidato ideal debe ser diverso y tener habilidades como “la resolución de problemas, la orientación a objetivos y la colaboración”.
La actualidad laboral exige poner foco en aquellas capacidades humanas que permiten aprender y adaptarse a un entorno cambiante con gran velocidad; y es justo esta velocidad frente a la que se hace necesario fortalecer la escucha activa, la capacidad de análisis, la flexibilidad, el trabajo en equipo y la resiliencia. De acuerdo con Guillermo Scorza, director de la Soft Skills Academy de la Universidad Blas Pascal, de Argentina, “a veces es necesario tener rapidez, pero la agilidad tiene que ver con la flexibilidad y la capacidad de respuesta a una necesidad del mercado, y a veces no hay que correr, a veces hay que ser prudente, analizar y dar la respuesta adecuada en la medida en que se requiera un análisis previo, para hacer el aporte necesario. Entonces, es la capacidad que tenemos de poder dar respuesta a la complejidad y a la simultaneidad de situaciones”.
Hasta hace algún tiempo, las universidades se ocupaban de impartir conocimientos específicos y técnicos para cada profesión y, al garantizar ese currículo, entregaban a la sociedad profesionales cualificados para las necesidades existentes. No obstante, la sociedad del conocimiento del siglo xxi ha cambiado las necesidades de aprendizaje, y las instituciones de educación superior reconocen que el éxito profesional no solo trata de las hard skills o habilidades duras, sino que también incluye otras capacidades como las soft skills.
En este contexto, Rimbau propone un modelo formativo en el que las universidades proporcionen las habilidades y conocimientos a un nivel elevado y de aplicabilidad genérica, y las empresas y otras entidades educativas proporcionen la aplicabilidad más específica.
“Las organizaciones se quejan de que no encuentran el talento que necesitan, y mi respuesta es: pues claro que no, debes prepararte para formarlo, precisamente porque las cosas cambian tan rápido y cada organización tiene unas necesidades específicas en la que sus sistemas están adaptados a sus rutinas, sus productos y su modelo de negocio. Cada vez más, las organizaciones tienen que estar dispuestas a recorrer esa última milla de la formación y tienen que estar dispuestas a incorporar personas que deben tener las actitudes correctas, los conocimientos adecuados, pero que nunca van a tener el conocimiento exacto para ponerles en el puesto de trabajo y que empiecen a funcionar mañana, porque esa última milla, esa medida de cada organización la deben dar ellas, de manera directa”, apunta la experta.
Oscar Gencarelli, coordinador de la Digital Skills Academy de la Universidad Blas Pascal, habla sobre la prioridad que debe darse a la construcción de un modelo equilibrado de formación basado en las soft skills y las hard skills. También destaca la importancia de la inteligencia artificial y cómo usar estas herramientas para apalancar el trabajo diario. “La inteligencia artificial nos va a asistir, ya está entre nosotros ayudándonos a mejorar nuestro nivel de productividad. Entonces ¿cuál es la siguiente carrera o la siguiente perspectiva? Va a haber quienes sean más productivos, más ágiles que otros, a partir del uso de estas herramientas que mejoran la calidad y la productividad, y esto forma parte del mismo proceso de aprendizaje de habilidades; no es una ciencia nueva o un modelo nuevo, es simplemente saber cómo aprovechar esas herramientas para mi trabajo”, enfatiza el profesor Gencarelli.
También surge la exigencia del análisis de datos y los datos masivos, que permiten reconocer las oportunidades y sacar las conclusiones más efectivas. Ante esto, el profesor Scorza destaca: “Ahora puede extraerse información y a partir de ella puede definirse qué hacer. Esto nos sirve para tomar decisiones con una visión sistémica y estratégica frente a la visión de negocio que tenemos y cómo esto va a repercutir en el corto, mediano y largo plazo. ¿A quién va a favorecer o a quién va a afectar? Y tener esta capacidad será un valor agregado del ser humano”.
Sin lugar a dudas, la academia también tiene el reto de ayudar a los futuros profesionales a construir esa capacidad de discernimiento para poder analizar y determinar, ante la gran cantidad de información que los satura, cuál es el tipo de preguntas que deben plantearse y, ante la multiplicidad de respuestas, seleccionar la información que realmente aplica al contexto en el cual se encuentra inmerso. Y, aunque el nuevo paradigma quizás pueda ser el de qué manejo darle a toda esa información, no puede dejarse de lado la ventaja de esa construcción de conocimiento colectivo que está superando las barreras de ese conocimiento privado al cual unos pocos podían acceder. Se ha dado paso a un conocimiento solidario o compartido en el cual se dispone de mayor cantidad de datos, bien sea para la toma de decisiones o para los procesos de formación personal y profesional. Hoy en día, la información está al alcance de todos y depende de qué uso le dan a esta la academia, las organizaciones y los profesionales.
“Tenemos tecnología que complementa las capacidades humanas de alto nivel, y también tenemos tecnología que sustituye las capacidades humanas. Lo que hay que hacer es formarse y estar al máximo de las capacidades estrictamente humanas, que en este caso tienen mucho que ver con la ética, por ejemplo, con la reflexión crítica, con la empatía o con la capacidad de ver más allá de lo que tenemos delante, porque al final la inteligencia artificial lo que hace es trabajar con información que ya existe y a partir de un entrenamiento que ya le hemos dado, no con información nueva. Entonces es ir precisamente a eso que nos hace específicamente humanos y que podemos encontrar en las soft kills y en el buen uso complementario de la IA”, puntualiza el profesor Gencarelli.
Los tres expertos que se encontraron durante el seminario web Digital & Soft Skill para el nuevo mundo laboral, organizado por la Red de Educación Continua de Latinoamérica y Europa (RECLA), destacaron algunas habilidades blandas o capacidades humanas más demandadas en los puestos de trabajo actuales:
Adaptación. La transformación digital ya es un hecho y, para afrontar esta nueva situación, los profesionales deben ser capaces de adaptarse a un entorno de constantes cambios, así como de responder de forma flexible, asertiva y eficiente en cada contexto. Para ello, el aprendizaje ágil y la formación continua son las claves para conseguirlo.
Resiliencia. En una situación como la actual, además de lo anterior, es necesario mantenerse fuerte, paciente y calmado en un entorno de crisis.
Pensamiento crítico. Esta habilidad posibilita la generación de nuevas ideas, además de adquirir la capacidad para ser más analíticos, investigadores y curiosos, lo cual repercute en la resolución de conflictos de una mejor manera.
Tomar decisiones con base en los datos. El análisis de datos se ha convertido en una competencia imprescindible a la hora de reconocer las oportunidades de mejora, las opciones de inversión y la generación de conclusiones más efectivas.
Competencias digitales. Conocimientos y habilidades que permiten hacer uso eficiente de las tecnologías de la información y la comunicación, así como ser más proactivos y eficientes.
Inteligencia emocional. Vista como la capacidad de regular y controlar las acciones, sentimientos y pensamientos de cada uno. Esto permite que los profesionales sean capaces de percibir, razonar, comprender y gestionar sus emociones y las de los demás para reaccionar ante un problema de forma inteligente y generando empatía.
Creatividad. No solo se trata de una habilidad artística, sino de la capacidad para apostar por conceptos o retos innovadores. La creatividad es una de las pocas cosas que diferencia la inteligencia artificial de los humanos, por lo que es fundamental en los profesionales. Aquellos que tengan la capacidad de proponer ideas nuevas, métodos y procesos que faciliten el trabajo o soluciones innovadoras ante problemas de la empresa serán especialmente valiosos y relevantes, sobre todo en estos tiempos.
Habilidades de comunicación. Una buena comunicación impulsa el trabajo en equipo y una mejor colaboración de cara a realizar un proyecto común.