Tina de agua con flores y perfume

Autor Bayardo Quinto Núñez

A Bárbara Schultz, amiga alemana (Ex RDA)

Mi Bitácora de Futuro

Se iba viajando en tren eléctrico a la ciudad de Oranienburg, la noche había descendido. En esa época, las calles de Alemania la “Ex RDA”, allá por los años 1984 en el mes de octubre e inicios del primer mes del año 1985, se encontraban repletas de abundante nieve, los vehículos en parte atascados por la nieve, las personas transeúntes muy bien abrigadas, pues el clima era caliginoso, y los aposentos de la noble clínica alemana (Ex RDA), los pasillos se encontraban en un sagrado silencio sepulcral. Mientras tanto, Bárbara y el amigo extranjero internado, dialogaban los días que tocaba turno a Bárbara, pero cierto día en la entrada de la clínica ortopédica de “Wikemberder” así se pronuncia, se ha olvidado como se escribe.

Era el filo de la medianoche, la memoria rememoraba, aquella calle de Alemania de la RDA, del año 1985, llenas de nieve, los pocos árboles, sus ramificaciones igual de repletas, mientras disfrutaban del viaje en tren. En ese instante, el tren eléctrico llegaba a su destino, bajaron, y se enrumbaron al apartamento de la amiga Bárbara-alemana enfermera-”, que había invitado almorzar cerdo y pescado. Caminaron como unas siete cuadras, llegaron al destino, subieron dos pisos de escaleras de madera, las paredes bastantes corroídas, las escaleras repletas de desperdicios de nieve, eran pisadas por la gente vivía ahí que, subían y bajaban, La amiga abrió la puerta de su apartamento, hizo pasar, y sentados en un sofá color rojo corinto. En la sala habían muchos adornos lindos.

Ella llevó dos cervezas cruda, y posterior unos tragos de coñac. Y, en momentos que se almorzaba se observaba desde el comedor cocina su aposento, una tina de porcelana color blanca llena de agua, con flores y perfumada, la que fue usada por la amiga, que sin más preámbulo se desnudó, y se duchó, con que naturalidad entró y salió y se vistió.

Era un pleno ambiente de libertad. Pero al calor del coñac, el invitado tuvo que usar la tina de agua, porque los tragos penetraban vorazmente en su mente y, entre, agua, flores y perfúmenes que lucían su vanidad natural, y los peludos pétalos desgajándose por borbotones, y se preparaban ver aparecer la aurora como algo nuevo que nacía proliferándose en el tiempo para condecorarlo.

-Está es la sutil suerte para aquellos que poseen una viva imaginación. Digan lo que digan- comentaba en esa oportunidad Bárbara a su invitado, pues, nada de lo humano me es ajeno-.

-Siempre susurrarán, en la belleza hierba sueño, ni modo. La vida continúa. En fin, todo resulta ser como un espejismo, con la inmensa diferencia que, no es sueño, es una realidad vivida en esa época, añorada con gratos recuerdo de amistad, así es amiga Bárbara-exteriorizó el amigo extranjero y paciente.-

Todo fue como sumergirse en un oasis de paz y tranquilidad profunda, el resto estaba sobrando, era pura nimiedades.

Acerca del autor Bayardo Quinto Núñez, abogado y notario público, escritor, pintor, músico y columnista internacional

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