Mantener al INE como árbitro imparcial

Fauna Política

Por Rodolfo Herrera Charolet

Una de las tres temas que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha puesto sobre la mesa, es la reforma electoral en donde pretende desaparecer o reducir el número de diputados plurinominales, además de cambios en el Instituto Nacional Electoral.

Uno de los problemas que se enfrentará el presidente es precisamente lo que tiene que ver con la reforma electoral, es el hecho de que Morena y aliados requieren de las otras fuerzas políticas para modificar la Constitución. Así como la pretensión de que el Instituto Electoral pierda su autonomía y pase a la tutela del Poder Ejecutivo. Lo que representa un retroceso histórico que le dio sentido y conducción a la vida democrática de alternancia en México. La pretensión presidencial de concentrar mayor poder público, como parte de un principio de la autocracia, se confirma bajo el pretexto del costo excesivo de las elecciones.

Antes del colapso del sistema y que llevó al poder a Carlos Salinas de Gortari, cuando en los viejos tiempos el Partido Revolucionario Institucional (PRI) era hegemónico y desde la Secretaría de Gobernación se organizaban los procesos, podía negociarse con otras fuerzas políticas y a cambio de salvar la elección presidencial se otorgaron gubernaturas. Pero lejos de culpar en este tiempo a PRIístas y PANistas como se hace o lo hacía el actual gobierno y simpatizantes, olvidan que esos viejos políticos, son ahora los que dirigen el país, pero con las siglas de Morena.

¿Es su deseo regresar al Pasado?

Bajo la premisa de que es necesario reducir los costos de las elecciones y, de paso, el de los partidos políticos, para con ello destinarlo a incrementar su clientela electoral al destinar esos recursos para “combatir” la pobreza, al menos ese es uno de los motivos de los programas sociales que se impulsan en este mandato; la estrategia apunta hacia la modificación de la composición legislativa y del órgano institucional que valida las elecciones.

Tras demostrarse que la popularidad del presidente, en el corazón de la República no está del todo fortalecida, al perder Morena 8 de 16 alcaldías en la Ciudad de México; una forma de recuperar los puntos porcentuales para el 2024, es disminuir el número de legisladores tanto de diputados como de senadores, en la parte plurinominal que le otorga a las otras fuerzas políticas el contrapeso político para obligar a la mayoría parlamentaria a establecer acuerdos y en su caso modificar la Constitución. Así que la iniciativa que el ejecutivo enviará al legislativo, reforma en su propio perjuicio, será la de desaparecer a los 200 diputados plurinominales y a la mitad de los senadores, de esta forma quedarán únicamente los que son electores por mayoría relativa, en donde Morena lleva mano como partido en el poder con un presidente popular.

En esa transformación legislativa, los números de Morena le otorgaría sin mayor problema la mayoría calificada para hacer cambios constitucionales sin necesidad de tomar en cuenta a la oposición.

Ante la estrategia presidencial y una negociación forzada con los partidos contrarios a la 4T, sería que se reduzcan a 100 diputados plurinominales y a tres cuartas partes los senadores en donde podrían desaparecer los senadores de primera minoría o los de lista plurinominal.

En cuanto al órgano electoral, sería poco probable que se modifique su independencia, porque en una lucha democrática entre los contendientes, lo más importante es mantener al INE como árbitro imparcial.

 

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