Ricardo Homs
La llegada de Evo Morales a México pareció más la bienvenida para un rockstar, que el recibimiento de un refugiado a quien se le otorga asilo político por razones humanitarias.
Los grandes funcionarios públicos de nuestro país, incluidos la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, lo recibieron como una figura de culto, mostrando admiración por su figura. Por ello el gobierno de la Ciudad de México le dio nombramiento de huésped distinguido
Más allá de lo anecdótico de este show mediático, debemos reconocer que desde el punto de vista jurídico el gobierno mexicano actuó correctamente, siguiendo la tradición diplomática que ha generado reconocimiento mundial para nuestro país. Aún se recuerda el gesto generoso del gobierno del presidente Lázaro Cárdenas, quien dio asilo a víctimas de la guerra civil española. Años después, también se dio asilo a víctimas de la represión perpetrada por las dictaduras chilena, brasileña y argentina, entre otras. La visión humanitaria que está detrás de la política exterior de México, quizá ha colaborado para despresurizar un poco la tensión social y política existente en Bolivia.
Sin embargo, lo que debemos analizar es el posible impacto de la presencia de Evo Morales en nuestro país.
Es necesario que el gobierno federal garantice que su huésped no participará en política en nuestro país, lo cual es una muy alta posibilidad, en respuesta a la admiración que siente por este político boliviano el gabinete y en general la militancia del partido en el poder, MORENA.
En el ámbito económico se reconocen los buenos resultados de la gestión de Evo en sus 14 años de gobierno. Mejoró la calidad de vida de los bolivianos y combatió la pobreza con buenos resultados.
Sin embargo, es necesario destacar que para llegar a estos buenos números económicos tuvo el apoyo de un contexto externo favorable. Además, es un país que teniendo una superficie territorial de casi la mitad de lo que tiene México, o sea un millón 98 mil kilómetros cuadrados, tiene una población de poco más de once millones y trescientas mil personas.
Un gran territorio, con grandes recursos naturales, pero con muy baja población permite tener un gran control de las variables macroeconómicas.
Sin duda desde el gobierno de Evo Morales tomaron decisiones correctas, pero con variables macroeconómicas a su favor, lo cual contrasta con la realidad de México, que con solo el doble del territorio, posee una población de 126 millones, o sea, casi doce veces mayor. Esto significa en números comparados con Bolivia una diferencia de seis a uno, o sea que en las mismas circunstancias en el territorio donde vive una persona en Bolivia, en México radican seis mexicanos, lo cual complica brindar oportunidades a todos. Los países que ofrecen a su población mayor calidad de vida y a la vez tienen menos desigualdades sociales, poseen muy bajo índice poblacional.
En Bolivia los recursos naturales que son propiedad del estado permitieron financiar los programas sociales.
En contraste, en el ámbito político, Evo Morales llevaba el camino de la consolidación de una dictadura, lo cual quedó en evidencia cuando convocó a un referéndum para revocación de mandato en 2016, el cual perdió. En lugar de renunciar, se inconformó con el resultado hasta lograr que el Tribunal Constitucional de Bolivia, invocando a que esta revocación de su mandato constituía una violación de sus derechos, le eximió de cumplir con ese compromiso que él pactó con el electorado boliviano. Falló a su palabra.
A partir de ello es que se explica el fraude electoral cometido por él en octubre pasado, para evitar tener que ir a una segunda vuelta con el riesgo de perder la elección y tener que dejar el poder.
Considerando la admiración que la izquierda mexicana siente por Evo Morales, se vuelve peligroso que nuestro presidente le adopte como un asesor muy cercano y trate de instrumentar en México las estrategias que fueron exitosas en otras condiciones sociales, culturales, territoriales, políticas y económicas, como las que tiene Bolivia, por citar solo algunas de las diferencias.
La realidad del México de hoy es mucho más compleja que la de Bolivia y por tanto, se requiere un mayor soporte técnico, grandes conocimientos y experiencia para incidir en las decisiones que debe tomar nuestro presidente para superar los retos que hoy tiene México, que hoy sigue siendo una de las 20 economías más grandes del mundo.
Debemos exigir que la actitud de Evo Morales, mientras viva exiliado en México, sea respetuosa de su condición de huésped y no realice activismo político para apoyar a quienes de forma directa lo trajeron a México, respondiendo a la vocación humanitaria de nuestro país.
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