Autor Bayardo Quinto Núñez
Me siento feliz haber logrado este descubrimiento personal que he pretendido durante muchos años. Saberlo me ha llenado de mucha satisfacción. En enero del año 1978 viajé a Costa Rica, llevaba conmigo una carta sellada que me dio don Eduardo Paniagua primer violín de la Sinfónica de Nicaragua, dirigida al Director de la Orquesta Sinfónica Juvenil para que me atendiera. Ya había cursado 9 meses en la escuela de Música del Instituto de Masaya Nacional Nicaragua, tenía 15 años, después la escuela desapareció y don Alberto Gutiérrez Laguna, que había sido el Director de la escuela referida, varios años después me invitó que asistiera a recibir clases a su casa, tuve aproximadamente 10 o 11 meses. Viajé.
Había aprendido el arte de hacer calzado. Antes de partir en los buses de “Sirca” mi hermano Amando (q.e.p.d) me dijo: “te vas donde la Panga Panga, vive en la vecindad de “Paso Ancho” y le decís que yo te mando para que te dé trabajo” Así fue, pero sólo estuve una semana, después, en el Cantón de Moravia conseguí un mejor trabajo, ahí trabajé 5 meses, en ese ínterin asistí dos meses y días al conservatorio, el Director me atendió, iba dos veces a la semana. Un día, se apareció golpeando la puerta donde residía en Moravia un amigo de Masaya.
-Lo buscan-me dijo el patrón-. Salí y me asombré.
-Ya nos vamos de aquí Quinto-me dijo-. Él habló con el patrón. Y acto seguido en una maleta que le llamamos muerto color anaranjado y negro metió mi ropa, mi violín y un álbum de recortes de periódicos que mi hermana Aminta me había dado, en esos recortes, mencionaban a mi papá Amando Quinto Jirón, quien fue músico violinista de la orquesta Alejandro Vega Matus de Masaya Nicaragua. El amigo que llegó a traerme fue enviado presuntamente para irme a rescatar, porque ahí me tenían jodido. En fin, yo me fui.
Pero vino el dichoso tiempo con sus destinos. Fueron tiempos difíciles, con reglas difíciles, a mi mente algo le había sucedido, porque desapareció de mi mente el amor que tenia, la pasión a la música. Pasaron los años.
A la luz de los tiempos no hay nada oculto, algún día aparece la verdad de verdades, nada queda sepultado para siempre. El instinto, más que la razón, acudió en mi ayuda. No les molestaré ahora con esto, si discurrimos con cuidado, quizá lo descubrirán ustedes mismos entre todo lo que voy a decir. Pero, por pequeño que fuera, no dejaba de tener la misteriosa propiedad. Mi mente volvió a la mente, en seguida se tornó muy emocionante e importante, y al buscar, preguntar, brincar y caer, y ver de un lado a otro, todo indicaba una señal, un cabo que atar.
Por fin, le veo los ojos, el cuerpo desnudo a la noche, al día en cada momento, estamos cerca del camino del milagro, aunque el soplido del viento trae entorpecido el alba, pero no es miedo de hacer algo distinto. Por más de cuatro décadas la santa noche ha caminado inquieta en búsqueda de algo, igual el sol y todos esos días en calles y bocacalles, senderos y destinos. Aunque siempre imperaba la llanura en el horizonte, en terreno baldío y de nuevo luna nueva de ayer tarde. Nunca perdí la esperanza de saber quién o quiénes habían robado mi violín. Era la promesa que constantemente le hacia a mi mente, que atestiguaría siempre, ahora ya la luz raya el aire.
Casualmente el 31/12/2023 a las 7:45 minutos de la noche, recibí una llamada telefónica del amigo residente en Costa Rica, que en el año 1978 llegó a traerme dónde vivía en el Cantón de Moravia, y en la conversación yo le hice ciertos recuerdos del pasado incluyendo su llegada a traer al Cantón de Moravia, y lo de mi violín.
-Ve Quinto, te voy a decir la verdad, después de 45 años, voy a develizar ese secreto. Cuando vos no estabas los músicos preguntaban y ese violín, se le respondía es de Quinto, y a veces nos poníamos a tocarlo, pero nadie sabía hacerlo. Y fue vendido por los amigos músicos nicaragüense que andaban en esa época-me señaló el amigo-.
La noticia me sorprendió quienes habían tomado en un descuido mi violín de estudio que viajó conmigo en 1978 a Costa Rica, no supe nunca más, y ahora saberlo me decepcionó ese grupo de amigos, que creí eran mis amigos nunca fueron mis amigos; con razón ya estando en Nicaragua con el triunfo de la Revolución el 19 de julio de 1979, todos estos “músico amigos” me esquivaban, no me soportaban tenerme de frente. Solamente tres de ellos no eran músicos. Por supuesto, me reservo el nombre de todos esos.
Esto es una muestra más que, nada queda en el misterio, algún día se saben las cosas, en este mundo. Conforme transcurre el tiempo va saliendo a la luz de los tiempos la realidad, la verdad de verdades. Ahora me siento feliz saber quiénes fueron los delincuentes, ladrones de mi instrumento.
Biodatos de Bayardo Quinto Núñez. ESCRITOR, PINTOR, MÚSICO Y NICARAGÜENSE. (Bayquinú)
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