Staff/Rossi
- La Dra. Ana Paola Sáenz señala que uno de los factores fue que el confinamiento encerró a las mujeres con sus violentadores
La pandemia por COVID-19 agudizó las distintas formas de violencia contra las mujeres debido a que el confinamiento implicó estar más tiempo con las personas que ejercen maltrato; además, aumentó la violencia digital, hubo limitación en los servicios de violencia de género, se multiplicaron los roles de cuidado, hubo sobrecarga de trabajo y de labores en el hogar, señaló la Dra. Ana Paola Sáenz, académica del Departamento de Psicología de la IBERO.
Asimismo, la especialista destacó que datos de organismos internacionales alertan que desde que inició la pandemia en muchos países se han incrementado las llamadas a las líneas de atención de casos de violencia en el hogar. De acuerdo con ONU Mujeres, desde antes del confinamiento, una de cada tres mujeres sufre violencia física o sexual, en su mayoría, por parte de la pareja.
La docente también recordó que, durante este periodo, hubo un impacto en la ocupación y en las condiciones de trabajo de las mujeres al registrarse una contundente salida del mercado laboral, pues tuvieron que atender las demandas de cuidados en el hogar.
De acuerdo con el informe La autonomía económica de las mujeres en la recuperación sostenible y con igualdad de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en 2020 la tasa de participación laboral de las mujeres se situó en 46%, mientras que la de los hombres en 69%. Se calcula, además, que la tasa de desocupación de las mujeres llegó al 12% en ese mismo año, porcentaje que se eleva al 22.2% si se asume la misma tasa de participación laboral de las mujeres en 2019.
La académica dijo que en nuestra sociedad tenemos patrones que regulan la violencia. Por lo cual, es importante destacar que la violencia de género tendrá menos connotaciones individuales y más sociales, por eso es tan difícil erradicarla, porque es una cuestión estructural, no un problema de unas cuantas personas.
“Quienes nos dedicamos a la salud mental, debemos tener en cuenta esto a la hora de hacer las estrategias de abordaje con las mujeres que viven o sufrieron violencia de género. No podemos poner las causas de violencia en las mujeres, tampoco en los hombres de manera individual, como una patología de quien la ejerce”, explicó.
Detalló que, desde la mirada de la salud mental, la violencia de género es un problema estructural. En realidad, las personas que ejercen violencia, tendrán un comportamiento normal y un desarrollo habitual en sus ámbitos, por lo que existe un sesgo de trato hacia las mujeres porque la sociedad lo permite y lo consiente.
Trabajo terapéutico con mujeres víctimas de violencia
La Dra. Sáenz dijo que estos efectos estructurales de trato diferenciado en las mujeres provocan un impacto a nivel individual en su salud mental, ya que muchas no llegan a terapia directamente por violencia de género, sino por sus efectos.
De acuerdo con la psicóloga, usualmente las mujeres llegan por problemas del estado de ánimo, depresión, ansiedad o enojo; así como por problemas en las relaciones (principalmente de pareja) y por temas de identidad, es decir, experiencias traumáticas que se vivieron en la infancia y que quieren resignificar o superar, o por la pérdida afectiva, la soledad o la inseguridad.
Pero pocas mujeres, según la especialista, tocan el tema de violencia y cuando lo hacen es porque es de tipo físico o sexual, las formas de violencia más evidentes. Pero también por la infidelidad, que es violentar el pacto amoroso.
En ese sentido, la recomendación que hizo la investigadora a quienes se dedican a la salud mental es detectar, independientemente del motivo de la consulta, si las mujeres tienen registros de vivir algún tipo de violencia porque eso va a permitir hacer una intervención mucho más específica y eficiente.
Asimismo, advirtió sobre evitar la revictimización en terapia como realizar preguntas o intervenciones que puedan provocar que las mujeres vivan un trauma adicional al que ya tienen.
“Para evitar la revictimización en la terapia tenemos que ser muy cuidadosas con no iniciar intervenciones prematuras. Ser cuidadosas en cuanto a que los marcos teóricos que se utilizan para la intervención terapéutica con mujeres que han vivido violencia tengan perspectiva de género. Y darnos cuenta si tenemos el perfil para acompañar”, explicó.
Frente a la violencia sexual, señaló, cada narración del incidente de violencia sexual duele muchísimo porque vuelven a situar a las mujeres en ese evento. Por lo cual, se debe tomar nota y solicitar permiso de grabación para garantizar que vamos a poder generar un reporte que la paciente lleve a otros lugares y no tenga que volver a narrar desde el principio todo el tiempo.
Esto es particularmente importante cuando se trabaja en instituciones. Asimismo, recomendó tener en cuenta la personalización de las intervenciones y que quienes ejercen en el ámbito privado evalúen los riesgos.
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