La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, aseguró que México tendrá un buen año en materia económica gracias a la unidad de los mexicanos.

Gobernar con estrategia, no con dogmas: claves para un gobierno eficaz

Por México Evalúa

La relación bilateral con Estados Unidos lo demuestra con claridad: cuando México propone, Washington responde. Así ocurrió con el TLC en los ochenta y podría repetirse en áreas tan sensibles como la seguridad o la migración. Pero para ello, es indispensable que México mantenga una presencia constante con soluciones viables, no con posicionamientos simbólicos. Esto implica romper con el discurso reactivo y asumir que nuestros intereses no se defienden solos: se negocian, se proyectan y se sostienen con hechos.

Esa misma firmeza y claridad estratégica debe replicarse en la política interna: Por ejemplo, a pesar del respaldo oficial, Pemex sigue siendo una carga, no una palanca en nuestra economía. Si el nuevo gobierno quiere reactivar la economía, tendrá que hacerlo con más inversión, mejor gasto y decisiones menos subordinadas al mito energético heredado.

En el terreno de la justicia, proponer una reforma judicial sin fortalecer antes a las fiscalías ni mejorar la coordinación policial fue apostar al fracaso. La impunidad no se resolverá removiendo jueces si no se investiga bien, se denuncia más y se fortalece al Ministerio Público.

Un último ejemplo: la nueva ley de obras públicas: en ella hay buenas ideas —como trazabilidad digital o mecanismos de competencia—, pero también retrocesos graves, como el fortalecimiento del rol de las Fuerzas Armadas sin contrapesos. El nuevo gobierno debe corregir esto. No puede haber obra pública eficiente sin planeación, fiscalización y participación ciudadana. La transparencia no debe ser negociable.

Dos últimos ejemplos: la nueva ley de obras públicas y la reforma a la ley de competencia económica. En ambas hay buenas ideas, pero también retrocesos graves. La primera fortalece el rol de las Fuerzas Armadas sin contrapesos. La segunda, abre espacio a nuevos monopolios que no podrían ser regulados. El nuevo gobierno debe corregir ambos desatinos. No puede haber reformas sin planeación, fiscalización y participación ciudadana. La transparencia no debe ser negociable.

Hoy México no necesita un gobierno que administre inercias, sino que actúe con base en datos, no dogmas; que priorice el bien común, no las lealtades del pasado.

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