Corrupción v/s prevención

Por Alex Siles Co founder Snap Compliance

El reciente escándalo de corrupción que involucra a la diputada Karol Cariola y a la ex alcaldesa de Santiago, Irací Hassler, centrada en la fallida adquisición de la Clínica Sierra Bella por parte de la Municipalidad de Santiago, es un recordatorio más de cómo la corrupción sigue socavando la confianza pública y debilitando las instituciones. Casos como éste no solo generan indignación, sino que también abren una pregunta clave: ¿se puede prevenir antes de que ocurra? La respuesta es sí, y la tecnología juega un rol fundamental en ello.

Durante mucho tiempo, la corrupción se ha combatido con medidas reactivas, esperando que los organismos fiscalizadores detecten irregularidades o que un escándalo salga a la luz para que se tomen cartas en el asunto. Sin embargo, hoy las empresas, tanto públicas como privadas, cuentan con herramientas accesibles que permiten detectar y mitigar riesgos en tiempo real, que van desde identificar patrones irregulares en transacciones, y contratos hasta decisiones administrativas. Estas soluciones permiten detectar alertas tempranas de posibles conflictos de interés, sobreprecios o adjudicaciones irregulares, previniendo que las malas prácticas se concreten en hechos de corrupción.

Un componente clave en la lucha contra la corrupción es la automatización de procesos en la administración pública y en el sector privado. La digitalización de licitaciones, por ejemplo, no solo garantiza mayor transparencia, sino que también reduce la intervención humana en puntos vulnerables del proceso, minimizando la posibilidad de manipulaciones. Asimismo, el uso de blockchain en contratos y adquisiciones públicas asegura la inmutabilidad de la información y permite auditorías trazables.

La implementación de sistemas de compliance basados en inteligencia artificial y análisis de datos permite identificar patrones sospechosos de manera inmediata. Estas soluciones no solo están al alcance de grandes corporaciones, sino que también son asequibles para pequeñas y medianas empresas. Gracias a la digitalización, cualquier organización puede contar con plataformas que analizan transacciones, evalúan conflictos de interés y detectan irregularidades con solo un clic.

El verdadero desafío no es la falta de tecnología, sino la voluntad de adoptarla. La transparencia no debe ser solo un discurso político o corporativo, sino una práctica activa dentro de las organizaciones. Las herramientas están disponibles y su implementación es más sencilla que nunca. Lo que necesitamos es un cambio de mentalidad: entender que la prevención es la mejor defensa contra la corrupción y que la tecnología es nuestra mejor aliada en esta lucha.

El caso de Irací Hassler y Karol Cariola es una señal de alerta. No basta con reaccionar cuando el daño está hecho. La integridad institucional requiere anticiparse, actuar con responsabilidad y poner la tecnología al servicio de una gestión pública ética y transparente. La corrupción no solo se combate con sanciones, sino con prevención y tecnología al servicio de la transparencia.

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