Héctor A. Gil Müller
A lo largo de años liderando equipos, por más distraído que se sea, uno aprende a identificar ciertos malestares organizacionales, enfermedades rápidamente contagiosas y que expresan una sintomatología evidente al igual que con los individuos. Las dolencias en un equipo llevan a una crisis, una organización sana no es la que está exenta de la enfermedad, sino que la crisis, al aparecer, no compromete lo vital.
Malestares como la desorientación es consecuencia de una falta de visión, escrito de otra manera; es la imposibilidad de responder: ¿a dónde vamos? La frustración implica una falta de competencias; ¿cómo lo hago? La ansiedad tiene que ver con los recursos; ¿con qué lo hago?. Todas las anteriores nos llevan a lugares angostos, lugares apretados en los que perdemos la libertad de movimiento. Los lugares angostos nos generan “angustia” al igual que los lugares estrechos el “estrés”. Momentos aciagos cuando no sabemos, podemos o debemos comportarnos con la libertad de movimiento que en otros lugares tendríamos. Entre todas esas dolencias hay una particular que resulta común, la resistencia al cambio. Nos resistimos a cambiar ante la falta de motivación por hacer algo y en la lógica usada la resistencia al cambio surge cuando no podemos responder a la pregunta ¿por qué?
La reforma judicial no ha podido responder un ¿por qué?, y el silencio nos recuerda que los vacíos se llenan de contenido real o irreal. La reforma se ha visto como una estrategia perversa para debilitar un poder, como un instrumento para eliminar el amparo ante leyes, como un mecanismo de combate a la corrupción y también como una estrategia para ampliar la corrupción. Entre todos los decires la pregunta sigue vigente, ¿por qué?. Se ha confundido la selección con la elección, pensando que elegir directamente aumentará los beneficios, pero en ese sentido, ¿hemos elegido directamente?, la selección por una tómbola de los candidatos a elección en MORENA es un buen ejemplo de una selección indirecta y bastante riesgosa cuando se ve objetivamente.
El mercado está reaccionando y castigando al peso, a la luz de una nueva crisis mundial, por el riesgo de un movimiento de tal dimensión, sin el por qué con claridad. Si se modifica la estructura actual, ¿cómo se enfrentarían los problemas que dieron paso a su creación?. Existe la corrupción en el poder judicial, con total seguridad, porque la corrupción no sigue a las organizaciones o a las estructuras tiene que ver con las personas, de ahí que podamos cambiar una y mil veces el marco y eso solamente modifica las consecuencias de la corrupción, pero no su causa mientras quien ahí se encuentre no sea diferente. La garantía de elección popular agrava la situación, porque elegimos por seducción y no por mérito. MORENA es ejemplo de ello.
Cuando faltan los por qué, demeritamos los cómo. Hemos visto quienes refieren la facilidad y simpleza para emprender un juicio como una reunión de formularios, no es verdad. Es lo mismo afirmar que atender la salud solamente es una reunión de pasos que se debieron hacer previamente a enfermar. Para cualquier cambio, ya sea necesario o deseado, lo esperado es tener un diagnóstico, construir un pronóstico y sugerir una terapia que nos lleve del primero al segundo. Pero cuando se valora parcialmente en un diagnóstico y se omite el pronóstico la terapia será desordenada y bajo resistencia.
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