Bitácora de futuro-Relato: La Sirena y Tritón herederos por ingratitud

Autor Bayardo Quinto Núñez

La historia (s) añaden sus comentarios. Si la “Sirena y el Tritón” hubiesen tenido conciencia, habrían no cometido aquel día ese atropello contra lo ajeno. Pero lo hicieron y huyeron. Fueron tan ladino, que no hubo remedio porque los dioses del tiempo y su destino eran incapaces de penetrar en su fuero interno, pero ahora si todo está claro. Quizá esto sea inconcebible para la mente humana, pero desde el mismo silencio sepulcral se supo de esa “Sirena y Tritón”, que tan sólo presentaban tamaña farsa para ellas (os) y para los dioses, en cierta manera a modo de escudo, pero en los pasos del tiempo todo se va desentrañando, descubriendo.

Matemáticamente es una razón de verdad que, en todas las historias en sus cantos está presente el vaticinio anunciante que cinco golpes sucesivos o más del puño gigantesco de las voces del pueblo que observaron aniquilarán la ciudad, pues no, sus conciencias se van no desgastando, les va dictando su sentencia y eso no es culpa de interpósitas personas. Pero que el o los diamantes, joyas existían es un hecho verdadero, y que aún tienen dueño, que si fuesen honesto regresarían esas joyas a sus dueños. Pero todavía no ha sucedido. Veremos qué pasa.

-¡Ajá! ¿A lo mejor piensan esos (as) que aún se cree en fantasmas? ¿Pero de qué me sirve creer?-le decía Odrayab a José-.

-Muy simple. Lo que se debe hacer, no tener más miedo si un fantasma viene aparece a su pieza-replicó José muy entusiasmado-.

-Sí, ese es un cualquier miedo secundario. El legítimo miedo es a la causa de la aparición de los diamantes, joyas, y los ladrones, este miedo está latente y es más evidente porque esos delincuentes, después del robo se volvieron poderosos y no volvieron a relacionarse con gente común como ellos-explicaba Odrayab-. De puro nervio, José empezó a registrarse todos sus bolsillos y volvía a ver a un lado y otro. Daba la impresión tener temor de la aparición como tal de los diamantes…

-Es Evidentemente, según percibo y veo y discurro nunca has hablado con fantasmas-inquirió José-.

-Jamás se puede obtener de ellos una información clara. Estos fantasmas parecen dudar más que nosotros de su existencia, por sus maldades, no es de extrañar-le comentó Odrayab a José.- José, se había levantado de la silla, de la habitación, mientras tanto Odrayab desde su máquina de escribir tecleaba sobre la mesa con expresión pensativa, y exteriorizó a José: “informó al fin, pero aquí tenemos testimonios directamente contradictorios ¿cuál vamos a creer, el de Francisca o el de Matilde? ésta fue quien admitió a voces en la oficina del jefe fantasma, que asaltaron al banco y se llevaron el o los diamantes”.

-Francisca es vieja y tozuda y, evidentemente, mira con antipatía para nuestra propia información, tiende a mostrar, confundir que tenía con intrigas, debemos tener cuidado, recuerda que ya pasaron más de cuatro décadas y media de ese asalto brillante en diamantes-le gesticuló José a Odrayab-. Y, después de buscar entre el edificio de los papeles que tenía sobre la mesa se lo entregó a José, era una fotografía y otros documentos, cuando asaltaron al banco y a nombre de quién era ese depósito y para quien sería en un futuro. Pero ahora es algo más dramático, la “suerte” se les voltió, huye (n) como delincuentes, han emigrado a otro país, y otros todavía pernoctan en su país. Ese destino incierto.

Odrayab continuó expresándole a su amigo José: Recuerdo que, en una reunión en un poblado llamado Zapote, dónde habían personas muy adineradas, ahí estaba, y al que acompañaba dijo: el que no es millonario, que se vaya, entonces, me levanté e inmediatamente, hice el ademán de irme, pero el que mencionó hizo se sentara de nuevo, vos te quedas, ahí en esa reunión estaban los sabedores de los diamantes y joyas robados. Seis años después cuando trabajaba para una empresa, el jefe me dijo: toma esta joya te la regalo para que compres una casa, expresó eso porque sabía de la injusticia de ese asalto del diamante y las joyas, quiso enmendar. Pero no acepté ese obsequio. Y, años más tarde, se dio una trifulca callejera donde hubieron heridos, golpeados, y estando de visita donde una familia, llegó un señor de muy buena posición y dijo: ya viste como está tu amiga, quebrada de su brazo. En esa trifulca, esa “amiga” era la ladrona de diamante, joyas cuando asaltaron el banco.

-En verdad hay bastante coincidencias. Bajo una sombra perceptible que hace creer que descenderá un pequeño montículo, que nos resulta natural pensar, al final del camino, en huesos desparramados bajo el césped. Bajo esas luces la marca es en efecto, una proyección completamente circular y no lineal. Es decir, ya se encontró la verdad-replicó José.

-La verdad de las cosas es que, ya lo sabemos e inclusive toda la población lo sabe, es seguro que jamás se podrá recuperar esa herencia en diamante depositada en ese banco, queda en el regocijo de saberlo, todos los sabedores tienen una mordaza y ahora padecen de amnesia, que ironía de la vida.-le dijo Odrayab a su amigo-. Y ambos asintieron con un meneo de cabeza y entre sorbos y sorbos de café caliente.

-Y entonces, cuando había muerto toda esperanza, la realidad a veces se adelanta. Es como un rayo cayendo de un cielo despejado. Pero no había que darle vueltas: allí estaban los vales, y la gran noticia fue proclamada desde el estrado del pueblo-le señaló José a su amigo Odrayab-.

-Es la más pasmosa sorpresa de las décadas en sus tiempos; y ante honda sensación produjo, que levantó al héroe tiempo hasta la altura misma del héroe. Aunque todos estaban muertos de envidia; pero los que sufrían más agudos tormentos eran esos-replicó Odrayab-.

Así, fue pasando el tiempo y la “Sirena y Tritón”, pensaron que todo se había olvidado, se atuvieron y pretendieron insertarse de nuevo en la sociedad, pero está los vomitó con desprecio y murieron hecho mortaja consumidos por sus conciencias. Nadie fue al entierro, sólo su núcleo familiar, el pueblo cerró sus puertas y ventanas.

*Acerca de Bayardo Quinto Núñez. Escritor Nicaragüense*
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