Héctor A. Gil Muller
En el mundo que vivimos la tecnología se ha encargado de volverlo más cómodo pero más inhóspito, parece que las grandes revoluciones han hecho del mundo un lugar humano que está siendo impropio para los seres humanos. Es el mismo mundo en el que tomamos bebidas con saborizante artificial de limón y usamos jabones con autentico jugo de limón. Un mundo en el que tener mucho significa muy poco y tener muy poco significa mucho. Hoy estamos más cerca de los lejanos y más lejos de los cercanos. Pero en este mundo y en este tiempo nos tocó vivir. Solo podemos tener dos vías para hacer; reparar o preparar. O preparamos para el futuro o reparamos para el futuro.
A finales de febrero el presidente anunció la nacionalización de nuevas centrales eléctricas para la CFE y prometió alcanzar en 7 meses el abastecimiento del 65% de la red nacional. El alcance no es suficiente cuando se trata de implementar nuevas tecnologías en la producción de energía. Energías limpias que si no aseguran el futuro brillante que nos recuerde el pasado que ya disfrutamos representan el esfuerzo de una generación que cumple. Debemos formularnos preguntas importantes sobre el futuro, que no existe en las mismas condiciones por lo que entender que en 50 años la justicia sería en las condiciones actuales sería absurdo. La justicia se adapta a las condiciones y centra a la persona respecto a lo que corresponde. Es importante entender que una justicia sin un contexto solo es un mensaje y no un cumplimiento. El hombre cambia y con ello la medida de las cosas y es el más sincero acto de justicia el mantenimiento de lo que ya disfrutamos para quienes aún no han llegado, eso es futuro.
Nuestro futuro merece el pasado que ya tuvimos y para eso solo tenemos el presente y las acciones que implementaremos. Reparar y preparar siguen siendo las vías y las pasiones para hacerlo aún no están a la vista. Sembrar por que soñamos aquello que ha de brotar.
Entender que hay surcos que se vuelven tumbas si no los continuamos y avanzamos para sembrar. Los gritos solitarios de quienes entienden que el futuro está en esas acciones nos recuerdan que la ciencia describe, la naturaleza demuestra y nuestras vidas descubren como las condiciones cambian. la fuerte onda de calor en pleno invierno contrasta con los impactos atípicos que parecen convertirse en más típicos. En medio de esos elementos la inauguración del gran museo de Chichén Itzá que hizo el presidente Andrés Manuel López Obrador. Una obra que permite conocer más de la cultura maya y se enclava en medio del ambicioso proyecto de conectar las ciudades Mayas con cientos de kilómetros de redes ferroviarias. Este esfuerzo no debe ser solo un recuento histórico del pasado sino alertarnos que podemos perder el futuro que no está en las urnas está en los vientos, no está en la bolsa está en los árboles, no está en el porvenir y en lo que el mañana nos depare sino en las decisiones del presente. Si no pensamos en el cuidado del ambiente no se tiene fuerza se hace farsa.