Bitácora de futuro. Relato: Y así sucedió el doble entierro

Por Bayardo Quinto Núñez

Era una noche maravillosa como todas las de siempre, con la diferencia que esta traía impregnada el sentimiento de dos jóvenes. El cielo estaba estrellado, tan brillante, que, al mirarlo, uno no podía dejar de preguntarse si la gente malhumorada y caprichosa podía vivir bajo un cielo así.

Estaban acabando de cenar. Se reunían así todos los meses, para charlar, degustar algunos bocadillo, y, acabada la cena, permanecían conversando hasta las dos o tres de la madrugada. Seguían manteniendo amistad íntima, les agradaba verse juntos y eran quizás aquellas veladas las más felices de su vida. Charlaban de todo, todo lo que a los jóvenes enamorados les gusta e interesa y divierte, y si hablamos de gente caprichosa y malhumorada, es imposible evitar rememorar la condición moral transeúnte, durante todo aquel día. Eso era inveterado por las noches

Y, desde las primera hora de la mañana a veces se es oprimido un extraño abatimiento. De repente da la impresión estar solo, que todo el mundo lo abandona a éste y aquel, y se alejaba. Por supuesto, tienen derecho a preguntar quiénes eran “todos esos o esas”.

Que angustiosos tormentos, ocultas desdichas, desafortunados desencantos que metamorfosean a esas personas, que aparenta y hasta dicen ser felices, empero, indagamos, presumimos, se acierta en muchos casos de dramas pasionales, misterios de amor, desastres de intereses, y no interés, y como no se descubre jamás una causa precisa, pero se aproxima, se cubre con una palabra esas muertes, vidas inexplicables en misterio, y más misterio. Y, así pasa y pasan los pasos del tiempo. Veamos.

Iveth llevaba cuasi ocho años viviendo en Suramérica, apenas tenía un conocido Y muchos buitres detrás para corroerle su carne humana. Pero, ¿para qué querría ella conocidos? Pues los conocía a todos tal como era; por eso Iveth sentía como si todos le habían abandonado cuando en ese país Suramericano había hecho las maletas y se fue caminando sin rumbo. Ella sintió miedo de quedarse sola, y durante tres días enteros deambuló por la ciudad profundamente abatida, sin saber qué hacer con ella misma, pero había comprendido que desde su país la habían vendido como carne humana, pero estaba en la sin remedio. Lo importante es que, pasaban y pasan los días, semanas meses años; por un tiempo regresó la Escritora Iveth a su país, y en una conversación de las muchas que sostuvo con su tía cuando regresaba del extranjero, hacían sus diálogos familiares, la tía le dijo, eso es importante, en familia hay de todo, no te preocupes, ahora estas enferma, tú mamá algún día va a comprender su craso error, es tu madre a pesar de todo.

Desafortunadamente el primer esposo de Iveth, Julián, partió al “paraíso de los sueños” Transcurrió el tiempo, Iveth aún vivía en Suramérica. Un día de los tiempos, recibió una invitación de amistad a Facebook, de quien hubiese sido el padre de los gemelos antes que conociera a Julián, que perdió antes que nacieran, un año después, que quedó viuda aceptó la solicitud. Pero, pasaron meses que escribía a Iveth, ella no respondía. Pero, un día volvió a escribirle y le respondió.

-Eran Mensajes de reclamos. Yo iba a casarme y vos no me esperaste. También, le comentó el asuntos de su vida. Los divorcios que había tenido y los hijos. Le preguntó: cuando volvería al país. Que si me había casado-le inquirió Rigoberto a Iveth-.

-Ella le comentó de su vida estable. La felicitó. Nos despedimos con un Dios te bendiga. ¡Ah! le dijo Iveth que, había estado hace dos años en su tierra.

-Él le respondió y por qué no viniste a mi casa-respondió furioso-.

-Es que no recordaba como llegar, la capital está muy cambiada-le dijo Iveth-.

Iveth como sabía era muy celoso, no le dijo había quedado embarazada, pensó no iba a creerle. Siempre que le escribía era lo mismo. Hasta que Iveth una madrugada de chat, le dijo la verdad como había perdido los gemelos que iban a ser sus hijos, y se enfureció más.

Cuando Iveth volvió a su país, le dijo: hicieran un acto simbólico de entierro en el cementerio. Él aceptó, le dio la bienvenida, se fue y nunca jamás volvió a saber del que hubiese sido el padre de sus primogénitos. Ello, le dolió hasta los tuétanos. Iveth necesitaba cerrar esa parte de la historia de su vida. Ese ciclo. Pero le fue imposible.

Pero allá por los años, y meses antes de casarse Iveth de nuevo, con una persona que conoció en su adolescencia, llamó vía telefónica al papá de los gemelos fallecidos para felicitarlo por su cumpleaños, entonces él le respondió quería verla, acordaron verse en el parque “Las Madres”

El día señalado, se abrazaron, fue un abrazo frío. Se sentaron a dialogar, y fue lo mismo, reclamos y más reclamos. Agregándole que por culpa de ella él no había tenido una vida feliz desde el año 1983 hasta los años del tiempo ido. Fueron años de dolor, bien disfrazados, ambos eran un par de chavalos, entre 14 y 15 años de vida, Iveth se sentía culpable, pero en el año de los tiempos, en determinada ocasión en una de esas llamadas vía telefónica, habló con él. Rigoberto había tenido una vida muy inestable, tres divorcios, y sentía rabia porque según él lo había abandonado. Pero, no fue así, Iveth por su inocencia que apenas tenía 14 o 15 años de vida, no sabía nada del futuro que le labraron, sin embargo, antes de irse, dejó una carta escrita a Rigoberto, con el que décadas posterior fue su segundo esposo y había sido su jefe en la empresa de ambos, pero éste no se la entregó. Por supuesto ahí había una mala jugada, su deber era entregarla fuese lo que fuese, fue un perverso.

Iveth, intentó apoyar como amiga a Rigoberto a su regreso, pero todo fue imposible. Lo apoyó en todo lo que estuvo a su alcance. Pretendió ser su amiga. Pero hubo un plan de venganza de Rigoberto: se aprovechó de múltiples maneras de Iveth, pero no próspero nada. Públicamente, tenía muchas fotos de Iveth, cuando estaba chavala.

Él, y Ella, tuvieron la oportunidad de sanar de verdad de lo que les había pasado, pues el segundo esposo de Iveth era el único responsable, porque a Iveth, su madre, y ese esposo referido, fueron quienes intercedieron para que Iveth fuese vendida como carne humana para los buitres, es el clásico delito de TRÁFICO DE MUJERES, Iveth no era culpable por el procaz de su jefe, que, nunca entregó la carta, y ella salió fuera del país inocentemente, no sabía ni porque iba al exterior a la edad de 14 años y sin familiar que la esperara allá.

Lo ultimo que hizo Iveth, fue proponerle: hicieran un acto simbólico de enterrar a los gemelos, pero éste ignoró lo que le dijo. Ahí se disuadió todo en el doble entierro, cada cuál tomó su rumbo, para nunca jamás. Rigoberto nunca comprendió que Iveth fue objeto de interpósitas personas inescrupulosas.

Biodatos de Bayardo Quinto Núñez, Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Escritor, Pintor y Músico. Nicaragüense (Bayquinú)

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