Bitácora de futuro: Relato. Al filo de la realidad (es) mañana seguirá siendo más bonito

Autor Bayardo Quinto Núñez

Es un recuerdo en la memoria escrita en la realidad. Lagrimas de alegría se producen ante todos estos y otros recuerdos de mi Masaya florida, denominada desde antaño ¡ciudad de las flores! Una historia de historias. Mañana será nuevamente más bonito. Y, es condición de condiciones de los tiempos que, al principio nada es fácil y que cada cosa es para cada proyecto que se hace con supra esfuerzo, para tomar el rumbo adecuado, y convertirlo en lo más bonito e increíble que puede suceder. Madurar es comprender, entender. Se pueden renunciar a las cosas de hecho, pero a las de derecho jamás, y como la realidad es, mañana, pasado mañana, hoy y siempre será bonito, mejor, a ello no se puede renunciar. Esa ha sido la intención del espléndido tiempo.

Con mucho esmero estuve pensando, haciendo un recorrido por todas las calles de mi Masaya-Nicaragua, desde la faceta de mi niñez y he logrado hurgar en los recovecos de mi mente, que hace 60 años de los 67 que actualmente tengo que, nuestras calles eran descalzas, quizás apenas un diez porciento eran cubiertas con pavimento, el alumbrado eléctrico era demasiado incipiente, ciertos postes de luz tenían una palanca que a diario un trabajador municipal por las tardes pasaba subiéndola con un palo, para dar fluido eléctrico, asimismo muy de mañana volvía a pasar para bajar esas palancas, no existía agua potable, existían puestos de agua dónde se vendía a cántaros el agua, muchos pobladores iban a lavar a los bajaderos de la playa de Masaya sus ropas y otros a bañarse, y en el sitio del malecón existía un lugar que se llamaba los lavanderos públicos, también había un centro de salud ubicado frente a la Parroquia de San Juan, el mercado municipal instalado dónde actualmente es el mercado de artesanías. En el barrio de Monimbó era común ver las chozas construidas por los lugareños, sus calles todas de pie descalzo-caites- En Masaya, en esa época habían muchas casas que todavía se alumbraban con candiles o candelas de espelma. En fin, todo un espectáculo de nunca olvidar.

Habían innumerables prostíbulos: LA Enma Lora; El Valle de las Muñecas; El Chingo; El Dorado; La Porencima; Carlos Cochón; La Pata de Violín; Gaitán, entre muchos más, y además ciertas casas de citas sin nombres. Al igual, me trae muchos recuerdos el tren-ferrocarril- escuchar su bocina y/o silbidos cuando venía de la capital Managua Nicaragua o de la ciudad de Granada con rumbo para el Puerto de Corinto, y cuando se aparcaba en la estación de Masaya y las personas le abordaban, ver comprar el tiquet. De noche llegaba y observaba a un anciano en el cubículo de la venta de tiquet alumbrándose con una bujía mortecina de 25 voltios, más pobre que la propia oscuridad. También existió una planta eléctrica en el costado sur del malecón. Todo esto ha desaparecido. Bueno, en fin, eso fue en su momento, el destino de esa época. Ahora todo es más bonito en comparación con el ayer.

Continúo rememorando, mi padre era un músico violinista clásico, mi madre ama de casa, y aprendió a hacer puros, mucho tiempo trabajó en eso. Cuando yo estudiaba en primaria los primeros dos años en la escuela pública Simón Bolívar, mi primer mochila fue una bolsa plástica y mi primer lápiz de color fue un carbón, mi mamá mis cuadernos me los hacia de papel de envolver cosidos a mano, fue hasta cuando cursaba cuarto y quinto grado en la tienda de Potosme me compraron un bulto de baqueta, un par de zapatos burrones con remache. Hubo un tiempo, mi mamá me llevaba a ¡LA GOTA DE LECHE! era un centro dónde los padres pobres dejaban a sus hijos para que le suministraran alimentos.

Mi padre, en ese tiempo ya había fallecido, pero idiay la vida seguía su rumbo. Tuve un tiempo corto en ¡LA GOTA DE LECHE!, mi madre en ese entonces atendía una pulpería donde doña María Sandoval, ahí me llevaba después de mis clases y como había una panadería, observaba como se hacía el pan y medio ayudaba. Antes de esto, mi mamá me dio hacer una cajita de lustrar, y salía a lustrar al vecindario, me pagaban cinco centavos o un real, creo que por piedad el barrio me pagaba eso, porque hasta les llenaba los calcetines a los vecinos.

Mis hermanos Aminta y Yolanda eran las tiqueteras del cine González, y mi hermano Amando (Q.E.P.D) trabajaba también en dicho cine en el rodaje de las películas, ahí aprendió, después aprendió el oficio del arte del calzado, se graduó de dibujante humorístico y artístico y radio técnico, y mis otras hermanas Aminta aprendió hacer puros, después se hizo comerciante, Yolanda logró estudiar mecanografía, para contador privada, y después se graduó de Licenciada en Contaduría Pública.

Trabajé temporalmente en la panadería ¡Granera! ahí almorzaba y a veces cenaba, y la paga era una bolsita de galletas simple. En otras ocasiones mi hermana Aminta me llevó aproximadamente dos meses dónde las ¡señoras José! ahí se fabricaban puros, a rajar tabaco, mi pago era diario cincuenta centavos o un córdoba y el almuerzo. En fin, todos estos tiempos idos que jamás volverán, son ahora un hermoso recuerdo escritos desde la pluma de la realidad del diario vivir.

Ahora Masaya tiene lo que nunca se pudo lograr en el pasado, y pues ¿mañana seguirá siendo más bonito, y todo estará más modernizado totalmente y se continuará hacia el futuro? Ya no tenemos calles descalzas, hay fluido electro automático, Monimbó es raro ver chozas, ahora sus casas son de concreto y todas sus calles están calzadas, hay artesanos por todos lados y con trabajo en ese sistema, poco o mucho pero tienen y así en todos los barrios el progreso ha llegado de alguna manera, en comparación a muchas décadas del pasado. Es igual, de seguro en la inmensa mayoría de la sociedad Nicaraguense, algo les ha llegado y seguirá llegando en cuanto a progreso poco, mucho pero va…! En fin, las historias son de nunca acabar, pero si saborear, y son el retrato fiel como aquel espejo que ve en todas las direcciones, incluso en su fondo, trasfondo e infra fondo. La realidad es la mejor verdad, no relata mentiras, ni es una venganza, ni es una mesa redonda o cuadrada, es la misma conciencia del mundo, ahí está todo sólo hay que saberlo usar.

Madurar es comprender, entender estas partes realísticas, pues un vacío se llena y rellena con otras de buena fe, sin maquillaje. Lágrimas de recuerdo quedan insertadas en este manjar de los tiempos. Mañana nuevamente será más bonito, nueva vibra, mejor ambiente y mejor todo.

*Acerca del autor Bayardo Quinto Núñez, Abogado y Notario Público, Escritor Nicaragüenses, Pintor, Músico*

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