¿México necesita una nueva Constitución?

Staff/Rossi

Académicos del ITESO señalan la necesidad de renovar el documento que contiene la norma fundamental que rige jurídicamente al país, no en su redacción sino en cuanto a la transformación de la práctica constitucional.

En decenios recientes hemos visto a naciones como Bolivia, Ecuador y Chile demandar y consolidar la creación de nuevas constituciones. Este 5 de febrero se conmemoran 104 años de la promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la cual sentó las bases de la división de poderes, el mandato de no reelección y la inclusión de los derechos sociales. Con más de un siglo de vigencia, es pertinente preguntarnos si su antigüedad valida su estado actual o si México también necesita nuevos ordenamientos.

Marcos del Rosario, coordinador de la Licenciatura en Derecho del ITESO, encuentra en la creación de una nueva constitución una salida simplista a un problema mucho más complejo.

“Se debe hacer una revisión integral de nuestro texto, quitar aquello que no se ha cumplido, sacar leyes reglamentarias y reducir la Constitución a contenidos mínimos”, comenta.

De acuerdo con el académico hay evidencia suficiente para asegurar que entre mayor regulación exista se incrementan las posibilidades de inoperancia normativa y conflicto social. Situación a la que alude tras considerar que la constitución mexicana es una de las más antiguas y reformadas en todo el mundo.

En poco más de un siglo ha tenido, en total, 707 reformas y ha aumentado su tamaño en más de cinco veces —de las 20 mil palabras iniciales hoy supera las 110 mil­ —, señala el informe publicado por el Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República.

El documento refiere al sexenio presidencial de Enrique Peña Nieto como el periodo en el que más reformas se han registrado a la constitución con 155 cambios al texto constitucional.

Jesús Ibarra, académico del Departamento de Estudios Sociopolíticos y Jurídicos del ITESO (Dsoj), considera urgente la creación de una nueva constitución, pero no desde una modificación a la redacción del texto sino desde la transformación de la práctica constitucional. “Se necesita un pacto social y político que logre los consensos básicos de compromisos y del México que se quiere”.

¿Qué implicaría la creación de una nueva constitución?

Para Ibarra, profesor de la asignatura “Derecho constitucional” y actual integrante del Comité de Participación Social del Sistema Anticorrupción del Estado de Jalisco, la complejidad de un ejercicio como tal es mayúscula.

“Implica más que la reunión de legisladores con bolígrafos para ponerse a redactar. Es refundar todo un sistema político que comprometa a los poderes fácticos a decidir por un proyecto de nación para atender los problemas sociales actuales y venideros”, enfatiza.

“Siguiendo la tendencia marcada en América Latina, conlleva la creación de plebiscitos para iniciar un proceso en el que la mayoría esté de acuerdo. Ser claros y llegar a un consenso sobre cómo se seleccionará a los miembros de la asamblea constituyente y quiénes serán los encargados de llevarla a cabo”, agrega Del Rosario, autor del libro La cláusula de supremacía constitucional (Porrúa, 2011).

El académico resalta la importancia de un proceso totalmente democrático y pone en duda si el país se encuentra en una posición que lo permita. “No sé si existan las condiciones para realizar un plebiscito así, lo que me queda claro es que debe de ser el resultado de un ejercicio democrático, no solo de aquellos que tienen el poder”, sostiene.

Una constitución en crisis

Ambos académicos, adscritos al Sistema Nacional de Investigadores (SNI), coinciden en que los cien años de existencia de la Constitución no son aval de un buen funcionamiento y observan que está en su peor momento desde la apertura democrática del siglo pasado.

El exceso de leyes de poca trascendencia que solo sirven a ciertos poderes públicos en un momento determinado ha hecho de la constitución mexicana un documento ineficiente, opina Del Rosario. “Tenemos una constitución con muchos puntos contradictorios, sobrerreglamentada e inaplicable”.

“La Constitución se ha vandalizado, está en sus peores momentos desde la apertura democrática del siglo pasado. Históricamente ha sido un instrumento de poder y nunca un marco de control y límites al poder. Se ha subvertido el poder sobre la constitución, desarticulando funciones de estados, concentrando recursos en el poder presidencial y la constitución se vuelve una burla. Todas las fuerzas y los poderes deben estar por debajo de la constitución, no por encima de ella”, concluye Ibarra.iteso.mx

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